Capítulo 66. (2/5)

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Tn: Kathe, Mauricio debería venir. — Ella frunce el ceño, luego se encoge de hombros, y por primera vez en su vida detiene su lengua. Sonrío tímidamente a Christopher. Su expresión se mantiene impasible. Oh, espero que no esté enfadado con Kathe. Elliot frunce el ceño.

Elliot: Necesito recoger una batería para mi reloj en la ciudad. —Echa un rápido vistazo a Kathe, y veo su ligero rubor. Ella no lo nota porque está ignorándolo deliberadamente.

Christopher: Toma el Audi, Elliot. Cuando vuelvas podemos ir a pescar —dice.

Elliot: Sí —murmura, pero parece distraído—. Buen plan.
....

Paola: Vamos —Tomando mi mano, Pao me arrastra dentro de una tienda de diseñador que es todo seda rosa y falsos muebles rústicos franceses. Kathe nos sigue mientras Mauricio espera afuera, refugiándose de la lluvia.

Paola: Éste se te verá maravilloso, Tn. —Pao sostiene un trozo de tela plateada—. Toma, pruébatelo.

Tn: Um... es un poco corto.

Paola: Te verás fantástica en él. A Christopher le encantará.

Tn: ¿Tú crees? — me sonríe brillantemente.

Paola: Tn, tienes unas piernas para morirse, y si vamos a una discoteca esta noche —dice sonriendo, percibiendo una presa fácil—, te verás sexy para tu esposo. Ve a probártelo —ordena Paola, y de mala gana me dirijo hacia el cambiador.

Mientras espero a que Kathe y Paola salgan de sus cambiadores, me paseo hacia la ventana de la tienda y miro hacia afuera, sin ver, al otro lado de la calle principal.  A través de la ventana de la tienda me distrae el avistamiento de Elliot. Ha aparecido del otro lado de la arbolada calle principal, saliendo de un gran Audi. Se sumerge en una tienda como para escabullirse de la lluvia. Luce como una joyería... quizás esté buscando esa batería de reloj. Emerge unos minutos más tarde y no lo hace solo; lo hace con una mujer. ¡Mierda! ¡Está hablando con Gia! ¿Qué demonios hace ella aquí? Mientras observo, se abrazan brevemente y ella inclina la cabeza hacia atrás, riendo animadamente de algo que él dice. Él la besa en la mejilla y luego corre hacia el coche que lo espera. Ella se vuelve y se camina por la calle, y la miro boquiabierta. ¿Qué fue eso? Me vuelvo ansiosamente hacia los cambiadores, pero todavía no hay señal de Kathe o Paola.  Echo un vistazo a Mauricio, quien está esperando afuera de la tienda. Él atrapa mi mirada y luego se encoge de hombros. También ha sido testigo del pequeño encuentro de Elliot. Me sonrojo, avergonzada de haber sido atrapada espiando. Volviéndome, Paola y Kathe aparecen, ambas riendo. Kathe me mira con curiosidad.

Kathe: ¿Qué sucede, Tn? —pregunta—. ¿Has cambiado de opinión acerca del vestido? Te ves sensacional con él.

Tn: Um, no.

Kathe: ¿Estás bien? —Los ojos de Kathe se agrandan.

Tn: Estoy bien. ¿Pagamos? —Me dirijo a la caja uniéndome a Paola quien ha elegido dos faldas.

Xxx: Buenas tardes, señora. —La joven asistente de ventas, que tiene más brillo recubriendo sus labios de lo que yo haya visto en un lugar, me sonríe—. Serían 850 dólares. — ¿Qué? ¡Por este pedazo de tela! Parpadeo y humildemente le entrego mi tarjeta.—Sra. Vélez  —ronronea la Srta. Brillo Labial.

Sigo aturdida a Kathe y Paola por las próximas dos horas, peleando conmigo misma. ¿Debería contarle a Kate? Mi subconsciente sacude firmemente la cabeza. Sí, debería contarle. No, no debería. Podría haber sido solo una reunión inocente. Mierda. ¿Qué debería hacer?

Paola: Bueno, ¿te gustan los zapatos, Tn? —tiene los puños en las caderas.

Tn: Um... sí, seguro. — Termino con un par de zapatos increíblemente altos con tiras que parecen estar hechas de espejos. Combinan perfectamente con el vestido y acaban de costarle a Christopher más de mil dólares. Soy más afortunada con la larga cadena de plata que Kathe insiste en que compre; es una ganga de 84 dólares.

Kathe: ¿Acostumbrándote a tener dinero? —pregunta Kathe sin mala intención mientras regresamos al coche. Paola se ha adelantado.

Tn: Sabes que ésta no soy yo, Kathe. Estoy un poco incómoda con todo esto. Pero estoy bien informada de que es parte del paquete. —Frunzo los labios, y ella pone su brazo alrededor de mí.

Kathe: Te acostumbrarás, Tn —dice con compasión—. Te verás muy bien.

Tn: Kathe, ¿cómo están Elliot y tú? —pregunto.
Sus grandes ojos azules se fijan en los míos. Oh, no.
Ella sacude la cabeza.

Kathe: No quiero hablar de eso ahora. —Asiente en dirección a Paola—. Pero las cosas están... —No termina la frase. Ésta no es mi tenaz Kathe. Mierda. Sabía que algo estaba sucediendo. ¿Le digo lo que vi? ¿Qué es lo que vi? Elliot y la Sta. Predadora Sexual Bien Vestida hablando, abrazándose, y ese beso en la mejilla. ¿Seguramente no son más que viejos amigos? No, no se lo diré. No ahora. Una vez de regreso en casa, Kathe decide que nos merecemos unos cócteles después de nuestro gran espectáculo de compras y rápidamente nos prepara unos daiquiris de frutilla. Nos acurrucamos en los sofás de la sala de estar frente al fuerte fuego de la chimenea.

Kathe: Elliot sólo ha estado un poco distante últimamente —murmura Kathe, mirando las llamas. Kathe y yo por fin tenemos un momento para nosotras mientras Paola guarda sus compras.

Tn: ¿Oh?

Kathe: Y creo que estoy en problemas por meterte en problemas.

Tn: ¿Te enteraste de eso?

Kathe: Sí. Christopher llamó a Elliot, y Elliot me llamó a mi. — Pongo los ojos en blanco. Oh, Diablo, Diablo, Diablo.

Tn: Lo lamento. Christopher es... protector. ¿No has visto a Elliot desde la noche de los cócteles?

Kathe: No.

Tn: Oh.

Kathe: Realmente me gusta, Tn —susurra. Y por un horrible minuto creo que va a llorar. Ésta no es Kate. ¿Esto significa el regreso de los pijamas rosa? Se vuelve hacia mí. — Me he enamorado de él. Al principio pensé que era sólo el sexo genial. Pero él es encantador y amable y cálido y divertido. Podía vernos envejeciendo juntos, sabes... hijos, nietos... todo.

Tn: Tus felices para siempre —susurro. Asiente tristemente. — Quizás deberías hablar con él. Intenta encontrar algo de tiempo a solas aquí. Averigua qué lo está preocupando. ¿Quizás podrían dar un paseo mañana por la mañana?

Kathe: Veremos.

Tn: Kathe, odio verte así. — Ella sonríe débilmente, y me inclino para abrazarla. Resuelvo no mencionarle a Gia, aunque sí podría mencionárselo al mujeriego. ¿Cómo puede meterse con el cariño de mi amiga de esta manera? Paola regresa, y pasamos a un territorio más seguro.

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En el siguiente capítulo les diré por que me tardo tanto en actualizarles❤️

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora