Capítulo 26. (3/5)

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Tn: ¡Ah! —grito dejándome caer sobre él y él suelta el aire con los dientes apretados. Extiende la mano sobre mi garganta, me empuja la cabeza hacia atrás y me obliga a girarla para poder besarme la garganta. Con la otra mano me agarra la cadera y empezamos a movernos a la vez. Yo levanto los pies y él se introduce más en mi interior; dentro y fuera. La sensación es... En esta postura entra tan adentro… Con la mano izquierda sujeto el freno de mano y apoyo la derecha contra la puerta. Christopher me agarra el lóbulo de la oreja entre los dientes y tira hasta casi hacerme daño. Entra y sale una y otra vez. Yo subo y después me dejo caer y conseguimos establecer un ritmo. Me rodea el muslo con la mano por debajo de la falda hasta llegar al vértice entre mis muslos.

Tn: ¡Ah!

Christopher: ¡Rápido, Tn! —jadea junto a mi oído con los dientes apretados. Su otra mano sigue en mi cuello, por
debajo de la barbilla—. Tenemos que acabar con esto rápido, Tn —me dice a la vez que aumenta la presión.

Tn: ¡Ah! —Siento el familiar aumento del placer en mi interior, cada vez más profundo.

Christopher: Vamos, bella —dice junto a mi oído—. Quiero oírte.

Gimo. Soy toda sensaciones, con los ojos fuertemente cerrados: su voz en mi oído, su aliento en mi cuello y el placer saliendo del lugar donde está excitando mi cuerpo con los dedos y donde me embiste en lo más profundo. Y me pierdo. Mi cuerpo toma el control, buscando desesperadamente la liberación.

Christopher: Sí… —susurra Chris en mi oído. Abro los ojos y veo la tapicería del techo. Los cierro con fuerza un segundo después y me abandono al orgasmo—. Oh, Tn —murmura encantado. Me rodea con los brazos, se hunde en mí una vez más y se queda inmóvil mientras eyacula en lo más profundo de mi interior. Me acaricia la mandíbula con la nariz mientras me da suaves besos en la garganta, la mejilla y la sien. Yo me tumbo sobre él y él apoya la cabeza contra mi cuello.

Christopher: ¿Ya ha aliviado toda la tensión, señora Vélez? —Chris me muerde el lóbulo de la oreja otra vez y tira. Tengo el cuerpo muerto, totalmente exhausto, y solo puedo soltar un gemido. Siento que sonríe contra mi piel
—. Yo, por mi parte, puedo decir que me he liberado de la mía —dice levantándome de su regazo—. ¿Te has
quedado sin palabras?

Tn: Sí —digo con un hilo de voz.

Christopher: Eres una criatura lujuriosa… No tenía ni idea de que fueras tan exhibicionista.

Tn: No nos está mirando nadie, ¿verdad? —Examino ansiosa el aparcamiento.

Christopher: ¿Crees que iba a dejar que alguien viera cómo se corre mi mujer? —Me acaricia la espalda con la mano
para calmarme, pero el tono de su voz hace que me estremezca. Me vuelvo para mirarle y le sonrío con picardía.

Tn: ¡Sexo en el coche! —exclamo. Me sonríe en respuesta y me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja.

Christopher: Vamos a casa. Yo conduzco.

Abre la puerta para que pueda bajarme de su regazo y salir al aparcamiento. está abrochando la bragueta. Sale fuera conmigo y espera sujetando la puerta hasta que vuelvo a entrar. Va rápidamente al otro lado, al asiento del conductor, sube al coche conmigo, toma el celular y hace una llamada.

Christopher: ¿Dónde está Sawyer? —pregunta—. ¿Y el Dodge? ¿Cómo es que no está Sawyer contigo? ¿Ella? --exclama —. Seguinla. —Christopher cuelga y me mira.

¡Ella! ¿Quién conducía el coche? ¿Quién puede ser? ¿Elena? ¿Leila?

Tn: ¿El Dodge lo conducía una mujer?

Christopher: Eso parece —me dice en voz baja. Su boca se ha convertido en una fina línea furiosa—. Voy a llevarte a
casa —anuncia. Arranca el motor del R8 con un rugido y da marcha atrás para salir.

Tn: ¿Dónde está la… Sudes? ¿Y qué significa eso, por cierto? Suena muy BDSM… --- Christopher sonríe brevemente y sale del aparcamiento hacia Stewart Street.

Christopher: Sudes significa «Sujeto desconocido». Ryan antes era agente del FBI.

Tn: ¿Del FBI?

Christopher: No preguntes —dice Chris negando con la cabeza. Es obvio que está inmerso en sus pensamientos.

Tn: Bueno, pues ¿dónde está la Sudes femenina?

Christopher: En la interestatal 5, dirección sur. —Me mira con ojos preocupados. Vaya… De apasionado a tranquilo y después a ansioso en solo unos momentos. Extiendo la mano y le
acaricio el muslo, pasando los dedos juguetonamente por la costura interior de su pantalón  esperando que eso le mejore el humor. Aparta una mano del volante y detiene el lento ascenso de mi mano.

Christopher: No —me dice—. Hemos llegado hasta aquí sanos y salvos. No querrás que tenga un accidente a tres
manzanas de casa… —Se lleva mi mano a los labios y me da un beso en el dedo índice para suavizar su respuesta. Tranquilo, sereno, autoritario… Mi Diablo. Por primera vez en bastante tiempo me hace sentir de nuevo como una niña caprichosa. Le suelto la mano y me quedo sentada en silencio un momento.

Tn: ¿Una mujer?

Christopher: Eso dicen. —Suspira, entra en el garaje subterráneo del departamento y pulsa los botones del código de acceso en la consola de seguridad. La puerta se abre, entra y aparca sin dificultad el R8 en su plaza asignada.

Tn: Me gusta mucho este coche —le digo.

Christopher: A mí también. Y me gusta cómo lo conduces… Y también cómo has logrado no hacerle ningún daño.

Tn: Puedes regalarme uno para mi cumpleaños —le digo sonriendo. —Uno blanco, creo —añado a la vez que me agacho y le sonrío. Él también sonríe.

Christopher: Tn Vélez, nunca dejas de sorprenderme.

Cierro la puerta y voy hasta el extremo del coche para esperarle. Él baja y mira en mi dirección con esa mirada… esa mirada que despierta algo que hay dentro de mí, muy en el fondo. Conozco bien esa mirada. Cuando ya está delante de mí, se inclina y me susurra:

Christopher: A ti te gusta el coche y amí me gusta el coche, te he follado dentro de el… Tal vez debería follarte también
encima.

Tn: ¿Eh?

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora