Capítulo 73.

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Tengo demasiado calor, el calor de Christopher. Su cabeza está en mi hombro y respira suavemente en mi cuello mientras duerme, sus piernas entrelazadas con las mías, su brazo alrededor de mi cintura. Me quedo en el borde de la conciencia, consciente de que si me despierto totalmente también voy a despertarlo, y él no duerme lo suficiente.
Perezosamente mi mente vaga por los acontecimientos de ayer por la tarde. Bebí demasiado; cielos, sí que bebí demasiado. Estoy sorprendida que Christopher me lo permitiera. Sonrío al recordarlo ponerme en la cama. Eso fue dulce, real e inesperadamente dulce. Realizo un rápido inventario mental de cómo me siento.
¿Estómago? Bien. ¿Cabeza? Sorprendentemente bien, pero confusa. Mi mano sigue estando roja de la noche anterior. Caray. Me retuerzo y él se despierta.

Christopherd: ¿Qué pasa? —Sus cafés  ojos somnolientos buscan los míos.

Tn: Nada. Buenos días. —Deslizo los dedos de mi mano sana a través de su cabello.

Christopher: Sra. Vélez, te ves preciosa esta mañana —dice, besándome en la mejilla, y yo me ilumino por dentro.

Tn:: Gracias por cuidar de mí la noche anterior.

Christopher: Me gusta cuidar de ti. Es lo que quiero hacer —dice en voz baja, pero sus ojos lo delatan cuando el triunfo flamea en su rojizo intenso. Es como si hubiera ganado la Serie Mundial o el Super Bowl. Oh, mi Diablo.

Tn: Me haces sentir muy querida.

Christopher: Eso es porque lo eres —murmura y mi corazón se aprieta. Agarra mi mano y me estremezco. Me libera de inmediato, alarmado. — ¿Por el golpe? —pregunta. Sus ojos se tornan helados cuando escudriña los míos y su voz se llena de ira repentina.

Tn: Le di una bofetada. No lo golpeé.

Christopher: ¡Ese hijo de puta!

Tn: Pensé que habíamos lidiado con esto anoche.

Christopher: No puedo soportar que te tocara.

Tn: Él no me hizo daño, sólo fue inapropiado. Christopher, estoy bien. Mi mano está un poco roja, eso es todo. Seguro sabes lo que es eso. —Sonrío y su expresión cambia a una de sorpresa divertida.

Christopher: Porqué, Sra. Vélez, estoy muy familiarizado con eso. —Sus labios se tuercen con diversión—. Puedo reencontrarme con ese sentimiento en este momento, si así lo deseas.

Tn: Oh, guarda tu palma inquieta, Sr. Vélez. —Acaricio su rostro con mi mano herida, mis dedos acariciando su patilla. Suavemente tiro de los pequeños pelos. Esto lo distrae, toma mi mano y planta un tierno beso en la palma de mi mano. Milagrosamente, el dolor desaparece.

Christopher: ¿Por qué no me dijiste que te dolía ayer por la noche?

Tn: Um... Realmente no lo sentí ayer por la noche. Está ahora. — Sus ojos se ablandan y tuerce su boca.

Christopher: ¿Cómo te sientes?

Tn: Mejor de lo que me merezco.

Christopher: Ese es absolutamente un buen brazo el que tiene allí, Sra. Vélez.

Tn: Harías bien en recordar eso, Sr. Vélez .

Christopher: ¿En serio? —Rueda tan repentinamente de modo que está totalmente encima de mí, presionándome contra el colchón, sosteniendo mis muñecas por encima de mi cabeza. Baja su mirada hacia mí—. Me gustaría luchar cualquier día contigo, Sra. Vélez. De hecho, someterte en mi cama es mi fantasía. —Besa mi garganta. ¿Qué?

Tn: Creí que me sometías todo el tiempo. —Jadeo mientras mordisquea el lóbulo de mi oreja.

Christopher: Umm... pero me gustaría un poco de resistencia —murmura, con la nariz bordeando mi mandíbula. ¿Resistencia? No me muevo. Él se detiene, liberando mis manos y apoyándose en sus codos.

Tn: ¿Quieres que luche contigo? ¿Aquí? —susurro, tratando de contener mi sorpresa. Bueno... mi conmoción. Él asiente, sus ojos entornados pero cuidadosos a medida que mide mi reacción.—¿Ahora? — Se encoge de hombros y veo la idea pasar rápidamente a través de su mente. Él me da su sonrisa tímida y asiente con la cabeza otra vez, lentamente.

Oh Dios... Está tenso, yaciendo encima de mí, y su erección cada vez más grande está excavando tentadoramente en mi carne suave y dispuesta, distrayéndome. ¿Qué es eso? ¿Peleas? ¿Fantasía? ¿Va a hacerme daño?

Tn: ¿Es esto lo que querías decir acerca de venir a la cama enfadado? — Él asiente una vez más, sus ojos todavía son cuidadosos.
Umm... mi Diablo quiere rugir.

Christopher: No te muerdas el labio —me advierte.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora