Capítulo 93.

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Mamá: Obviamente, él te adora, mi amor.

Tn: Y yo lo adoro.

Mamá: Asegúrate de decírselo. Los hombres necesitan escuchar esas cosas igual que nosotros.

Insisto en ir al aeropuerto con mamá y Bob decirles adiós. Mauricio nos sigue en el R8, y Christopher conduce la camioneta. Lamento que ellos no puedan permanecer más tiempo, pero tienen que volver a Savannah. Es un lloroso adiós.

Tn: Cuídala, Bob —susurro mientras me abraza.

Bob: Claro que lo haré, Tn. Cuídate también.

Tn: Lo haré. —Me dirijo a mi madre—. Adiós, mamá. Gracias por venir —le susurro, la voz ronca—. Te quiero tanto.

Mamá: Oh, mi niña querida, te quiero, también. Y Ray va a estar bien. Él no está listo para arrastrar los pies fuera de su envoltura mortal por el momento. Probablemente hay un juego de los Marines que no se puede perder. — Me río. Ella tiene razón. Me propongo leerle a Ray las páginas deportivas del periódico del domingo, esta noche. Los miro a ella y a Bob subir las escaleras en jet. Me da un adiós con lágrimas en los ojos, entonces se ha ido. Christopher envuelve su brazo alrededor de mi hombro.

Christopher: Vamos de regreso, nena —murmura —¿Vas a conducir?

Tn: Claro. — Cuando regresamos al hospital esa noche, Ray se ve diferente. Me toma un momento para que me dé cuenta que la succión y el empuje del ventilador se ha desvanecido. Ray está respirando por su cuenta. El alivio inunda a través de mí. Acaricio su rostro sin afeitar, y sacando un pañuelo de papel limpio suavemente, la saliva de su boca. Christopher acecha en busca del Dr. Sluder o al Dr. Crowe por una actualización, mientras tomo mi familiar asiento junto a su cama para mantener una vigilia atenta. Despliego la sección de deportes del Oregonian del domingo y comienzo a leer a conciencia el informe sobre el partido de fútbol de los Sounders contra el Real Salt Lake. Por todas las cuentas, fue un juego salvaje, pero los Sounders fueron derrotados por un gol en la propia meta de Kasey Keller. Agarro con firmeza la mano de Ray entre la mía mientras leo.

Tn: Y el resultado final, Sounders 1, Real Salt Lake 2.

Ray: Oye, pequeña, ¿hemos perdido? ¡No! —dice Ray en tono áspero, y me aprieta la mano. — ¡Papi! Lágrimas corren por mis mejillas. Ha regresado. Mi padre ha regresado. —No llores, Tn. —La voz de Ray está ronca—. ¿Qué sucede? — Tomo su mano entre las mías y la acuno contra mi rostro.

Tn: Has tenido un accidente. Estás en el hospital en Portland. — Ray frunce el ceño, y no sé si es porque esta incómodo por mi atípica muestra de afecto, o porque no puede recordar el accidente. —¿Quieres un poco de agua? —pregunto, aunque no estoy segura de que se me permita darle algo. Él asiente, perplejo. Mi corazón se hincha. Me pongo de pie y me inclino hacia él, besando su frente—. Te amo, papá. Bienvenido de vuelta. —Él mueve su mano, avergonzado.

Ray: Yo también, Pequeña. Agua. —Corro la corta distancia hacia el puesto de enfermeras.

Tn: ¡Mi padre... está despierto! —Le doy una sonrisa radiante a la Enfermera Kellie, quien me devuelve el gesto.

Enfermera: Llama a la Dra. Sluder —le dice a su colega y apresuradamente rodea el escritorio.

Tn: Quiere agua.

Enfermera: Le llevaré un poco. — Regreso dando brincos a la cama de mi papá, me siento tan alegre. Sus ojos están cerrados cuando llego, e inmediatamente me preocupa que haya entrado de nuevo en coma.

Tn: ¿Papá?

Ray: Estoy aquí —murmura, y sus ojos se abren con un aleteo a la vez que la Enfermera Kellie aparece con una jarra llena de astillas de hielo y un vaso.

Enfermera: Hola, Sr. Soy la enfermera Kellie. Su hija me dice que está sediento. —En la sala de espera, Christopher está mirando atentamente su portátil, profundamente concentrado. Levanta la mirada cuando cierro la puerta.

Tn: Está despierto —anuncio. Él sonríe, y la tensión alrededor de sus ojos desaparece. Oh... no lo había notado antes. ¿Ha estado tenso todo este tiempo? Él deja su portátil a un lado, se pone de pie, y me abraza.

Christopher: ¿Cómo está? —pregunta mientras lo envuelvo con los brazos.

Tn: Hablando, sediento y desconcertado. No recuerda el accidente en lo absoluto.

Christopher: Eso es comprensible. Ahora que está despierto, quiero que sea trasladado a Seattle. Entonces podremos ir a casa, y mi madre puede vigilarlo. — ¿Tan pronto?

Tn: No estoy segura que esté lo suficientemente bien para ser trasladado.

Christopher: Hablaré con la Dra. Sluder. Le pediré su opinión

Tn: ¿Extrañas nuestro hogar?

Christopher: Sí.

Tn: De acuerdo.

Christopher: No has dejado de sonreír —dice Chris mientras me detengo fuera del Heathman.

Tn: Estoy muy aliviada. Y feliz. — Christopher sonríe.  La luz está desvaneciéndose, y tiemblo cuando salgo a la fría y vigorizante tarde y le entrego mi llave al muchacho del aparcamiento. Él mira mi coche con lujuria, y no lo culpo. Christopher pone su brazo alrededor de mí.

Christopher: ¿Deberíamos celebrar? —pregunta mientras entramos al vestíbulo.

Tn: ¿Celebrar?

Christopher: Por lo de tu padre. —Suelto una risita.

Tn: Oh, él.

Christopher: He extrañado ese sonido. —Christopher besa mi cabello.

Tn: ¿Podemos simplemente comer en nuestra habitación? Ya sabes, ¿tener una noche tranquila?

Christopher: Seguro. Ven. —Tomando mi mano, me conduce a los elevadores.

Tn: Eso fue delicioso —murmuro con satisfacción mientras alejo mi plato, repleta por primera vez en un largo tiempo. Estoy recién bañada y visto sólo la camiseta de Christopher y mi panti. Christopher me mira especulativamente. Su cabello todavía está húmedo por nuestro baño, y sólo viste su camiseta negra y jeans.

Christopher: Eso es lo más que te he visto comer desde que estamos aquí —dice.

Tn: Estaba hambrienta. — Él se reclina en su silla con una sonrisa satisfecha y toma un sorbo de su vino blanco.

Christopher: ¿Qué te gustaría hacer ahora? —Su voz es suave.

Tn: ¿Qué quieres hacer tú?.—Él levanta una ceja, divertido.

Christopher: Lo que siempre quiero hacer.

Tn: ¿Y eso es?

Christopher: Sra. Vélez, no sea tímida. —Extendiendo mi brazo a través de la mesa, tomo su mano, la volteo, y rozo su palma con mi dedo índice.

Tn: Me gustaría que me tocaras con esto. —Deslizo mi dedo por su dedo índice. Él se remueve en la silla.

Christopher: ¿Sólo eso? —Sus ojos se oscurecen y se calientan en seguida.

Tn: ¿Quizás esto? —deslizo mi dedo por su dedo medio y de regreso hacia su palma—. Y esto. —Mi uña traza su dedo anular—. Definitivamente esto. — Mi dedo se detiene en su anillo de matrimonio—. Esto es muy sexy.

Christopher: ¿Lo es?

Tn: Seguro que lo es. Dice este hombre es mío. —Y rozo el pequeño callo que ya se ha formado en su palma debajo del anillo. Él se inclina hacia adelante y coge mi barbilla con su otra mano.

Christopher: Sra. Vélez, ¿me está seduciendo?

Tn: Eso espero.

Christopher: Tn, ya estoy seducido. —Su voz es baja—. Ven aquí. —Él tira de mi mano, llevándome hacia su regazo—. Me gusta tener un acceso sin restricciones a ti. —Desliza una mano de mi muslo hacia mi trasero. Él toma mi nuca con la otra mano y me besa, sosteniéndome firmemente en el lugar.
Sabe a vino blanco y a Christopher. Deslizo mis dedos por su cabello, sosteniéndolo contra mí mientras...

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora