Capítulo 89.

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Miro los dos últimos dijes: una letra C, oh sí, yo fui su primera novia. Sonrío ante el pensamiento. Y finalmente, una llave.

Christopher: Para mi corazón y mi alma —susurra.
Lágrimas pican en mis ojos. Me tiro hacia él, envolviendo mis brazos en su cuello y saltando en su regazo.

Tn: Es un regalo tan hermoso. Lo amo. Gracias —murmuro en su oído. Oh, el huele tan bien. Mis lágrimas comienzan a caer. Él gruñe suavemente y me envuelve con su abrazo. —No sé qué haría sin ti. —Mi voz se rompe mientras intento retener mis abrumadoras emociones. Traga fuertemente y afianza su agarre en mí.

Christopher: Por favor no llores. —Sorbo mi nariz de forma no muy femenina.

Tn: Lo lamento. Es que estoy tan feliz y triste y ansiosa al mismo tiempo. Es agridulce.

Christopher: Hey. —Su tono es suave como la seda. Echando mi cabeza hacia atrás, me besa suavemente en los labios—. Lo entiendo.

Tn: Ya lo sé —susurro, y vuelvo a recibir su sonrisita de recompensa.

Christopher: Desearía que estas fueran unas circunstancias más felices y estuviéramos en casa. Pero aquí estamos. —Vuelve a encogerse de hombros a modo de disculpa—. Vamos. Después del desayuno, veremos a Ray.

Una vez vestida con mis nuevos pantalones y blusa, mi apetito volvió por un breve pero agradecido momento durante el desayuno. Sé que Christopher está complacido de verme comer mi barra de cereal y yogur griego.

Tn: Gracias por pedir mi desayuno favorito.

Christopher: Es tu cumpleaños —dice Christopher suavemente—. Y debes dejar de agradecerme. —Pone los ojos en blanco exasperado, pero con cariño, creo.

Tn: Sólo quiero que sepas que lo aprecio.

Christopher: Tn, es lo que hago. —Se ve serio, por supuesto, Christopher al mando y en control. Cómo olvidarlo... ¿pero de ser diferente lo querría?
Sonrío.

Tn: Sí, lo es. —Me mira confundido y luego sacude la cabeza.

Christopher: ¿Vamos?

Tn: Espera que me lave los dientes. —Sonríe.

Christopher: De acuerdo. — ¿Por qué la sonrisa? La idea me molesta cuando voy al cuarto. Un recuerdo salta a mi mente. Usé su cepillo de dientes después de haber pasado mi primera noche con él. Sonrío y tomo su cepillo para recordar ese tiempo. Mirando mi reflejo mientras lo hago, me veo pálida, demasiado pálida. Pero bueno, siempre me veo pálida. La última vez que vine estaba soltera, ¡y ahora me casé a los veintidós! Me estoy poniendo vieja. Frunzo los labios. Levantando mi muñeca, la sacudo, y los dijes en mi brazalete tintinean satisfactoriamente. ¿Cómo es que mi dulce Diablo siempre sabe exactamente qué regalarme? Inspiro hondo, intentando calmar las emociones que aún me embargan, y vuelvo a mirar mi brazalete. Seguro costó una fortuna. Oh... bueno. Él se lo puede permitir.

Mientras caminamos a los elevadores, Christopher toma mi mano y besa mis nudillos, acariciando mi brazalete con el pulgar.

Christopher: ¿Te gusta?

Tn: Más que gustar. Lo amo. Mucho. Como a ti.
—Sonríe y vuelve a besar mis nudillos. Me siento más ligera que ayer. Quizás porque es de mañana y el mundo siempre parece un lugar más esperanzador que en la muerte de la noche. O quizás es despertar de esa forma tan dulce con mi marido. O quizás es el saber que Ray ya no corre peligro. Mientras entramos al elevador vacío, miro a Christopher. Sus ojos viajan rápidamente a los míos, y sonríe de nuevo.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora