Capítulo 97. (3/6)

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Christopher: No. Se lo dije. No significa nada para mí. —Christopher no puede ocultar su irritación—. Y no puedo ver por qué no podríamos haber hecho esto por teléfono.

Detective: Creo haberle dicho que prefiero un enfoque práctico. Y estoy visitando a mi tía abuela quien vive en Portland... dos pájaros... un tiro. —Clark mantiene una expresión de piedra ante el mal humor de mi esposo.

Christopher: Bueno, si hemos terminado, tengo trabajo que atender. —Christopher se pone de pie y el Detective Clark entiende la señal.

Detective: Gracias por su tiempo, Sra. Vélez—dice cortésmente. Asiento. — Sr. Vélez . —Christopher abre la puerta, y Clark se va. Me hundo en el sofá.

Christopher: ¿Puedes creer a ese imbécil? —explota Christopher .

Tn: ¿Clark?

Christopher: No, ese hijo de puta, Hyde.

Tn: No, no puedo.

Christopher: ¿Cuál es su maldito juego? —susurra Christopher a través de dientes apretados.

Tn: No lo sé. ¿Crees que Clark me creyó?

Christopher: Por supuesto que lo hizo. Sabe que Hyde es un retorcido hijo de puta.

Tn: Eres muy insultador.

Christopher: ¿Insultador? —Christopher sonríe—. ¿Es esa siquiera una palabra?

Tn: Lo es ahora. — Inesperadamente él sonríe y se sienta junto a mí, tomándome en sus brazos.

Christopher: No pienses en ese hijo de puta. Vayamos a ver a tu padre e intentemos hablar sobre el traslado mañana.

Tn: Él fue firme al decir que quería quedarse en Portland y no ser una molestia.

Christopher: Hablaré con él.

Tn: Quiero viajar con él. — Christopher me mira, y por un momento creo que va a decir que no.

Christopher: De acuerdo. Iré también. Sawyer y Mauricio pueden tomar los autos. Dejaré que Sawyer conduzca tu R8 esta noche.
Al día siguiente, Ray está examinando sus nuevos alrededores; un aireado e iluminado cuarto en el centro de rehabilitación del Hospital Northwest en Seattle. Es mediodía, y luce somnoliento. El viaje, en helicóptero, lo ha dejado exhausto.

Papá: Dile a Christopher que aprecio esto —dice en voz baja.

Tn: Puedes decírselo tú mismo. Estará aquí esta noche.

Papá: ¿No vas a ir a trabajar?

Tn: Probablemente. Sólo quiero asegurarme de que te asientes aquí.

Papá: Ve tranquila. No necesitas preocuparte por mí.

Tn: Me gusta preocuparme por ti. —Mi Celular zumba. Reviso el número, no es uno que reconozca.

Papá: ¿Vas a contestar? —pregunta Ray.

Tn: No, no sé quien es. El buzón de voz puede tomarla por mí. Te traje algo para leer. —Señalo la pila de revistas deportivas en la mesita junto a la cama.

Papá: Gracias, hija.

Tn: Estás cansado, ¿no? — Él asiente. — Te dejaré dormir. —Beso su frente—. No vemos después, Papi — murmuro.

Papá: Nos vemos, cariño. Y gracias. —Ray toma mi mano y la aprieta gentilmente—. Me gusta que me llames Papi. Me hace recordar. — Le devuelvo el apretón. Mientras salgo por las puertas principales hacia la SUV donde Sawyer está esperando, oigo a alguien decir mi nombre.

: ¡Sra. Vélez! ¡Sra. Vélez! — Volteándome, veo a la Dra. Greene corriendo hacia mí, luciendo tan inmaculada como siempre, aunque un poco agitada.
—Sra. Vélez, ¿cómo está? ¿Recibió mi mensaje? La llame más temprano.

Tn: No. —Mi cuero cabelludo pica.

Doctora: Bueno, estaba preguntándome por qué canceló las últimas cuatro citas. — ¿Cuatro citas? La miro con la boca abierta. ¡Me he perdido cuatro citas! ¿Como? — Quizás deberíamos hablar de esto en mi oficina. Estaba yendo a almorzar... ¿tiene tiempo ahora? — Asiento sumisamente.

Tn: Seguro. Yo... —Las palabras me fallan. ¿Me he perdido cuatro citas? Estoy retrasada para mi inyección. Mierda. La sigo en un estupor de regreso hacia el hospital y su oficina. ¿Cómo me perdí cuatro citas? Vagamente recuerdo que una fue cambiada, Hannah lo mencionó, ¿pero cuatro? ¿Cómo pude perderme cuatro? La oficina de la Dra. Greene es espaciosa, minimalista y bien equipada.

Tn: Me alegra que me haya alcanzado antes de irme —murmuro, aún sorprendida—. Mi padre tuvo un accidente de coche, y acabamos de trasladarlo aquí desde Portland.

Doctora: Oh, lo siento. ¿Cómo está?

Tn: Está bien, gracias. En vías de recuperación.

Doctora: Eso es bueno. Y explica por qué canceló el viernes. — La Dra. Greene mueve el ratón en su escritorio y el ordenador vuelve a la vida. — Sí... han pasado más de trece semanas. Mejor hacemos otra prueba antes de darle otra inyección.

Tn: ¿Una prueba? —susurro, la sangre saliendo de mi cabeza.

Doctora: Una prueba de embarazo. — Oh, no.
Ella mete la mano en uno de los cajones de su escritorio. — Ya sabe qué hacer con esto. —Me entrega un pequeño contenedor —. El baño está justo fuera de mi oficina.

Me pongo de pie en un trance, todo mi cuerpo operando en piloto automático y me tambaleo hacia el baño. Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda. ¿Cómo pude dejar que esto sucediera... de nuevo? De repente siento nauseas y ofrezco una plegaria silenciosa. Por favor, no. Por favor, no. Es demasiado pronto. Es demasiado pronto. Es demasiado pronto. Cuando regreso a la oficina de la Dra. Greene, ella me ofrece una apretada sonrisa y hace un gesto para que me siente frente a su escritorio. Me siento y sin hablar le entrego mi muestra. Ella sumerge un pequeño palo banco en el contenedor y observa. Levanta una ceja a medida que se vuelve azul pálido.

Tn: ¿Qué significa el azul? —La tensión casi me está ahogando. Me mira,

Doctora: Bueno, Sra. Vélez, significa que está embarazada. — ¿Qué? No, no, no. Mierda.

Miro a la Dra. Greene, mi mundo colapsando alrededor de mí. Un bebé. Un bebé. No quiero un bebé... no todavía. Maldición. Y sé en lo más profundo que Christopher va a enloquecer.

Doctora: Sra. Vélez, está muy pálida. ¿Le gustaría un vaso con agua?

Tn: Por favor. —Mi voz apenas era audible. Mi mente estaba acelerada. ¿Embarazada? ¿Cuando?

Doctora: Lo interpreto como que está sorprendida.
— Asiento en silencio a la buena doctora mientras me alcanza un vaso de agua de su fuente de agua convenientemente ubicada. Tomo un bienvenido sorbo.

Tn: Asombrada —susurro.

Doctora: Podríamos hacer un ultrasonido para ver cuán avanzado está el embarazo. Juzgando por su reacción sospecho que sólo tiene pocas semanas de concepción, cuatro o cinco semanas de embarazo. ¿Supongo que no está sufriendo de ningún otro síntoma? — Niego con la cabeza. ¿Síntomas? No lo creo.

Tn: Pensé... pensé que esta era una forma fiable de anticonceptivos.

Doctora: Normalmente lo es, cuando te acuerdas de la inyección —dice fríamente.

Tn: Debo haber perdido la noción del tiempo. —Christopher va a enloquecer. Lo sé.

Doctora: ¿Ha estado sangrando? — Frunzo el ceño.

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Por que ustedes lo pidieron mini Bryant esta de vuelta jajajajajaja.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora