Capítulo 60. (4/5)

2.6K 140 2
                                    

Tn: ¡Ah! —chillo, empujando fuerte contra las limitaciones. Mi cuerpo está tan sensibilizado que siento que voy a explotar, y mientras lo hago, Christopher vuelve a parar.—¡Christopher ! —chillo.

Christopher: Frustrante, ¿sí? —murmura contra mi garganta—. Justo como tú. Prometiendo una cosa y luego... —Su voz se va apagando.

Tn: ¡Christopher, por favor! —suplico. Presiona la vara contra mí otra y otra vez, parando justo en el momento vital cada vez. ¡Ah!

Christopher: Cada vez que paro, se siente más intenso cuando vuelvo a empezar. ¿Verdad?

Tn: Por favor —gimoteo. Las puntas de mis nervios están gritando por la liberación. El zumbido para y Christopher me besa. Pasa su nariz por la mía.

Christopher: Eres la mujer más frustrante que he conocido nunca. — No, no, no.

Tn: Christopher, nunca prometí obedecerte. Por favor, por favor... — Se mueve enfrente de mí, agarra mi parte trasera y presiona sus caderas contra mí, haciéndome jadear, su ingle frotando la mía, los botones de sus jeans presionándome, apenas conteniendo su erección. Con una mano me quita la venda y agarra mi barbilla, y parpadeo a sus abrasadores ojos.

Christopher: Me vuelves loco —susurra, flexionando sus caderas contra mí una, dos, tres veces más, causando que mi cuerpo explote, preparado para arder. Y otra vez me lo impide. Lo quiero tan terriblemente. Lo necesito tan terriblemente. Cierro los ojos y murmuro una plegaria. No puedo evitar sentir que estoy siendo castigada. Estoy indefensa y él es despiadado. Lágrimas brotan de mis ojos. No sé cuán lejos va a llevar esto.

Tn: Por favor —murmuro una vez más. Pero me mira, implacable. Sólo va a continuar. ¿Durante cuánto tiempo? ¿Puedo jugar este juego? No. No. No. No puedo hacer esto. Sé que no va a parar. Va a continuar para torturarme. Su mano viaja hacia abajo por mi cuerpo una vez más. No... y la presa explota, toda la aprehensión, la ansiedad, y el miedo del último par de días abrumándome otra vez mientras las lágrimas brotan de mis ojos. Le doy la espalda. Esto no es amor. Es venganza.

Tn: ¡Basta! —susurro—. Basta, basta. —Las lágrimas fluyen por mi cara. Se queda quieto.

Christopher: ¡No! —jadea, asombrado—. Dios, no.—Se mueve rápidamente, desenganchando mis manos, sujetándome por la cintura e inclinándose para desabrochar mis tobillos, mientras pongo mi cabeza en mis manos y lloro. —No, no, no. Tn, por favor. No. — me sienta y me acuna en su regazo mientras sollozo inconsolablemente. Estoy abrumada... mi cuerpo está tenso hasta el límite, mi mente en blanco, y mis emociones diseminadas por el viento. Él se estira detrás de mí, arranca la sábana de la cama y me cubre con ella. Las frías sábanas se sienten extrañas y no bienvenidas contra mi sensibilizada piel. Me envuelve con los brazos, abrazándome, meciéndome suavemente hacia delante y atrás.

Christopher: Lo siento. Lo siento —murmura Christopher, su voz cruda. Besa mi cabello una y otra vez—. Tn, perdóname, por favor. —Girando mi cara hacia su cuello, continúo llorando, y es una liberación catártica. Ha pasado tanto en los últimos días, fuegos en salas de ordenadores, persecuciones de coches, carreras planeadas para mí, arquitectas cachondas, lunáticos armados en el apartamento, discusiones, su enfado, y Christopher ha estado fuera. Odio que Christopher se vaya... Uso la esquina de la sábana para limpiarme las lágrimas.

Tn: Por favor apaga la música. —Me sorbo la nariz.

Christopher: Claro, por supuesto. —Christopher cambia de postura, sin dejarme, y saca el mando de su bolsillo trasero. Presiona un botón y la música del piano cesa, para ser reemplazada por mis sacudidas respiraciones—. ¿Mejor? — pregunta. Asiento, mis sollozos disminuyendo. Christopher seca mis lágrimas suavemente con su pulgar. —¿No eres fanática de ese cantante? —pregunta.

Tn: No de esa pieza. — Me mira, intentando y fracasando en esconder la vergüenza en sus ojos.

Christopher: Lo siento —dice otra vez.

Tn: ¿Por qué has hecho eso? —Mi voz es apenas audible mientras trato de procesar mis pensamientos y emociones confundidas.
Sacude la cabeza tristemente y cierra los ojos.

Christopher: Me perdí en el momento —dice poco convincentemente. Le frunzo el ceño, y suspira.
—Tn, la negación del orgasmo es una herramienta estándar en... Tú nunca... —Para. Cambio de postura en su regazo, y se estremece. Oh. Me sonrojo.

Tn: Lo siento —murmuro. Pone los ojos en blanco, entonces se echa hacia atrás de repente, llevándome con él, para que estemos los dos tumbados en la cama, yo en sus brazos. Mi sujetador es incómodo, y lo ajusto.

Christopher: ¿Necesitas ayuda? —pregunta en voz baja. Sacudo la cabeza. No quiero que toque mis pechos. Cambia de postura para mirarme desde arriba, y tentativamente levantando su mano, pasa los dedos suavemente por mi cara. Lágrimas en mis ojos otra vez. ¿Cómo puede ser tan cruel un minuto y tan sensible al siguiente? — Por favor no llores —susurra.

Estoy aturdida y confundida por este hombre. Mi enfado me ha abandonado en mi hora de necesidad... Me siento entumecida. Quiero acurrucarme en una bola y abstraerme. Parpadeo, intentando contener las lágrimas mientras miro sus angustiados ojos. Tomo una respiración temblorosa, mis ojos no dejan los suyos. ¿Qué voy a hacer con este hombre controlador? ¿Aprender a ser controlada? No lo creo...

Tn: ¿Yo nunca qué? —pregunto.

Christopher: Haces lo que te dicen. Cambiaste de opinión; no me dijiste dónde estabas. Tn, estaba en Nueva York, impotente y lívido. Si hubiera estado en LA te habría traído a casa.

Tn: ¿Así que me estás castigando? —Él traga saliva, después cierra los ojos. No tiene que responder, y sé que castigarme era su intención exacta. —Tienes que parar de hacer esto —murmuro. Su frente se arruga.
—Para empezar, sólo acabas sintiéndote más como una mierda.

Christopher: Eso es verdad —murmura—. No me gusta verte así.

Tn: Y no me gusta sentirme así. En nuestra luna de miel dijiste que no te habías casado con una víctima.

Christopher: Lo sé. Lo sé. —Su voz es suave y cruda.

Tn: Entonces para de tratarme como a una. Siento no haberte llamado. No seré tan egoísta otra vez. Sé que te preocupas por mí. — Me mira larga y fijamente, escrutándome de cerca, sus ojos sombríos y ansiosos.

Christopher: De acuerdo. Bien —dice al final. Se agacha, pero para antes de que sus labios toquen los míos, silenciosamente preguntando si puede. Levanto mi cara hacia la suya, y me besa delicadamente.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora