Tn: ¿Te sientes mejor ahora? —Le pregunté gentilmente.
Leila: Mucho mejor. Gracias.
Tn: ¿Tu médico sabe que estás aquí? .— Negó con la cabeza. Oh. Ella asiente, luciendo adecuadamente culpable.
Leila: Sé que después tendré que lidiar con las consecuencias de eso. Pero tenía que conseguir algunas cosas y quería ver a Susi, y a ti, y a... al Sr Vélez.
Tn: ¿Quieres ver a Christopher? —Mi estómago cae al piso. Es por eso que ella está aquí.
Leila: Sí. Quería preguntarte si eso estaría bien.—Joder. Me quedo boquiabierta y quiero decirle que no está bien. No quiero que esté cerca de mi marido. ¿Por qué está aquí? ¿Para evaluar a la oposición? ¿Para incomodarme? ¿O tal vez necesita alguna clase de final?
Tn: Leila —digo, exasperada—. No depende de mí, sino de Christopher. Necesitarás preguntarle a él. No necesita mi permiso. Es un adulto... la mayor parte del tiempo. — Ella me mira por una fracción de latido, como sorprendida por mi reacción, luego ríe suavemente, nerviosamente enroscando las puntas de su cabello.
Leila: Ha rechazado repetidas veces mis peticiones de verlo —dice calmadamente. Oh, mierda. Estoy en más problemas de los que pensé.
Tn: ¿Por qué es tan importante para ti verlo? —pregunto gentilmente.
Leila: Para agradecerle. Estaría pudriéndome en una clínica psiquiátrica si no fuera por él. Lo sé. —Mira abajo y desliza sus dedos a lo largo del borde de la mesa—. Sufrí un serio episodio psicótico y sin el Sr. Vélez y John... el Dr. Flynn... —Se encoge de hombros y me mira una vez más, su rostro
lleno de gratitud. De nuevo estoy sin palabras. ¿Qué espera que diga? Seguramente debería estar diciéndole estas cosas a Christopher, no a mí. —Y por la escuela de arte. No puedo agradecerle lo suficiente por eso. —¡Lo sabía! Christopher está patrocinando sus clases. Permanezco sin expresión, explorando tentativamente mis sentimientos por esta mujer ahora que ha confirmado mis sospechas sobre la generosidad de Christopher. Para mi sorpresa, no me siento mal hacia ella. Es una revelación, me alegra que esté mejor. Ahora, con esperanzas, puede seguir adelante con su vida y salir de la nuestra.
Tn: ¿Estás perdiendo clases al estar aquí? —pregunto, porque estoy interesada.
Leila: Sólo dos. Vuelvo a casa mañana. —Oh, qué bien.
Tn: ¿Cuáles son tus planes, mientras estés aquí?
Leila: Recoger mis cosas de donde Susi, regresar a Hamden. Continuar pintando y aprender. El Sr Vélez ya tiene un par de mis pinturas. — ¿Qué demonios...? Mi estómago cae al sótano una vez más. ¿Están colgadas en mi sala? Me molesto con el pensamiento.
Tn: ¿Qué tipo de pintura haces?
Leila: Abstractos, principalmente.
Tn: Ya veo. —Mi mente revolotea a través de las pinturas ahora familiares en el gran salón. Hay dos de la Sra. Leila Williams... posiblemente. Caray.
Leila: Sra Vélez, ¿puedo hablar con franqueza? —pregunta ella, completamente inconsciente de mis emociones enfrentadas.
Tn: Por supuesto —murmuro, mirando a Prescott, quien luce como si se hubiera relajado un poco. Leila se inclina hacia adelante como si fuera a impartir un secreto guardado desde hace mucho.
Leila: Yo amaba a Geoff, mi novio, el que murió hace poco. —Su voz cae a un triste susurro.
Mierda, se está poniendo personal.
Tn: Lo lamento tanto —murmuro automáticamente, pero ella continúa como si no me hubiera oído...
Leila: Amaba a mi esposo... y a otro más —murmura.
Tn: Mi esposo. —Las palabras salen de mi boca antes de que pueda detenerlas.
Leila: Sí. —Ella articula la palabra. Estas no son noticias para mí. Cuando ella levanta sus ojos avellana hacia los míos, están amplios con emociones en conflicto y la que parece ir a la cabeza es la aprehensión. ¿Aprehensión de mi reacción, tal vez? Pero mi respuesta abrumadora a esta pobre mujer es... compasión. Mentalmente recorro toda la literatura clásica en la que puedo pensar que trata de un amor no correspondido. Tragando con fuerza, me aferro al terreno moral.
Tn: Lo sé. Él es muy fácil de amar —susurro.
Sus amplios ojos se abren aún más con sorpresa y ella sonríe.
Leila: Sí. Lo es. Lo era. —Se corrige a sí misma rápidamente y se sonroja. Luego ríe tan dulcemente que no puedo aguantarme. También me río. Sí, Christopher Vélez nos hace reír. Mi subconsciente rueda los ojos con desesperación y regresa a leer su copia manoseada de Jane Eyre. Miro mi reloj. En el fondo sé que Christopher estará aquí pronto.
Tn: Tendrás tu oportunidad de ver a Christopher.
Leila: Eso pensé. Sé lo protector que puede ser. —Sonríe. Así que este es su esquema. Es bastante astuta. O manipuladora, susurra mi subconsciente.
Tn: ¿Es por eso que viniste a verme?
Leila: Sí.
Tn: Ya veo. —Y Christopher está cayendo en su trampa. A regañadientes tengo que admitir que ella lo conoce bien.
Leila: Él parecía muy feliz. Contigo —dice ella.
¿Qué?
Tn: ¿Cómo podrías saberlo?
Leila: Por la vez que estuve en el apartamento. —Añade cautelosamente. Oh, demonios... ¿cómo pude olvidar eso?
Tn: ¿Estuviste allí con frecuencia?
Leila: No. Pero él era muy diferente contigo. —¿Quiero escuchar esto? Un estremecimiento me recorre. Mi cuero cabelludo pica mientras recuerdo mi miedo cuando ella fue una sombra no vista en nuestro apartamento.
Tn: Sabes que es contra la ley. El entrar sin autorización a una propiedad privada. — Ella asiente, mirando la mesa. Desliza una uña a lo largo del borde.
Leila: Sólo fue un par de veces y tuve suerte de no ser atrapada. De nuevo, necesito agradecerle al Sr. Vélez por eso. Podría haberme enviado a la cárcel.
Tn: No creo que él haría eso —murmuro.
De repente hay una ráfaga de actividad fuera de la sala de reuniones e instintivamente sé que Christopher está en el edificio. Un momento después irrumpe por la puerta y antes de que la cierre, atrapo la mirada de Mauricio mientras se para pacientemente afuera. La boca de Mauricio está en una sombría línea y no regresa mi sonrisa apretada. Oh, infiernos, incluso él está molesto conmigo. La mirada café ardiente de Christopher me atrapa primero a mí y luego a Leila, posándose finalmente en nuestras sillas. Su conducta es calmadamente determinada, pero lo conozco y sospecho que Leila también. El amenazador brillo en sus ojos revela la verdad, su emanante rabia, aunque la esconde bien. En su traje gris, con su oscura corbata suelta y el botón superior de su camisa blanca sin abrochar, luce al mismo tiempo como un hombre de negocios y causal... y sexy. Su cabello está desarreglado, sin duda porque ha estado pasándose las manos a través de él con desesperación. Leila mira abajo nerviosamente, al borde de la mesa, deslizando su dedo índice a lo largo del borde de nuevo. Christopher me mira a mí a ella y luego a Prescott.
Christopher: Tú —le dice a Prescott en un tono suave—. Estás despedida. Sal ahora. —Palidezco. Oh, no. esto no es justo.
Tn: Christopher. —Me pongo de pie. Él sostiene su dedo índice en alto como advertencia.
Christopher: No —dice. Su voz es tan ominosamente calmada que soy inmediatamente silenciada y enviada a mi silla. Inclinando su cabeza, Prescott camina apresuradamente fuera de la sala y se une a Mauricio. Christopher cierra la puerta tras ella y camina al borde de la mesa. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Eso fue mi culpa. Christopher se para frente a Leila y poniendo ambas manos en la superficie de madera, se inclina adelante.
Christopher: ¿Qué mierda estás haciendo aquí? —le gruñe.
Tn: ¡Christopher! —grito.Christopher me ignora.
Christopher: ¿Y bien? —demanda él. Leila echa un vistazo a través de sus largas pestañas, sus ojos amplios, su rostro lívido, su brillo rosado desaparecido.
Leila: Quería verlo y usted no me dejaba —susurra ella.
Christopher: ¿Así que viniste aquí a acosar a mi esposa? —Su voz es calmada. Demasiado calmada.
Leila mira la mesa de nuevo. Christopher se para mirándola con seriedad. —Leila, si te acercas a mi esposa de nuevo, cortaré todo tu soporte. Los doctores, la escuela de arte, el seguro médico... todo. ¿Lo entiendes?
Tn: Christopher —intento de nuevo. Pero me silencia con una mirada fría. ¿Por qué está siendo tan poco razonable? Mi compasión por esta triste mujer florece.