Dime que me amas una vez más, matame poco a poco con tus palabras. Ámame más cada día, pero no me olvides nunca, porque quedaré destruida.
—Nosotros no deberíamos estar aquí, —dijo Lupin al instante —.lo siento... se los explicaré en otro momento...
Agarró la muñeca de Tonks y se la llevó; alcanzaron la valla, la escalaron, y se perdieron de vista. La Señora Weasley parecía desconcertada.
—El Ministro... ¿pero por qué...? No entiendo...
Pero no hubo tiempo de discutir la cuestión; un segundo después, el Señor Weasley había aparecido de la nada en la verja, acompañado por Rufus Scrimgeour, instantáneamente reconocible por su melena de pelo grisáceo.
Los dos recién llegados caminaron por el patio hacia el jardín y la mesa iluminada por linternas, donde todo el mundo estaba sentado en silencio, observándoles acercarse.
—Lamento la intrusión —dijo Scrimgeour, mientras cojeaba para detenerse ante la mesa —. Especialmente cuando veo que estoy aguando una fiesta.
Sus ojos se posaron un momento en el pastel con forma de Snitch gigante.
—Muchas felicidades.
—Gracias —dijo Harry.
Yo preferí no contestar.
—Debo tener unas palabras en privado contigo, —le dijo a Harry.—. También con el Señor Ronald Weasley, las Señoritas Hermione Granger y _________ Stone.
—¿Nosotros? —dijo Ron, que sonaba sorprendido —. ¿Por qué nosotros?
—¿Yo... yo tambien? — pregunté desconcertada.
El asintió.
—Se lo diré cuando estemos en algún lugar más privado— dijo Scrimgeour —.¿Hay un lugar semejante? —exigió al Señor Weasley.
—Si, por supuesto, —dijo el Señor Weasley, que parecía nervioso —. El, emmm, salón, ¿por qué no allí?
—¿Puede usted mostrarme el camino? —le dijo Scrimgeour a Ron —. No habrá necesidad de que nos acompañes, Arthur.
El Señor Weasley intercambio una mirada preocupada con la Señora Weasley mientras
Ron, Harry, Hermione y yo nos poníamos en pie. Y nos dirigiamos de vuelta a la casa en silencio.
Scrimgeour no habló mientras todos pasabamos a través de la revuelta cocina al salón de la Madriguera. Aunque el jardín había estado lleno de la suave luz dorada de la tarde, allí ya estaba oscuro.
Harry ondeó su varita hacia las lámparas de aceite mientras entraba y estas iluminaron la desgastada pero acogedora habitación.
Scrimgeour se sentó en el sillón hundido que normalmente ocupaba el Señor Weasley, dejandonos a Harry, Ron, Hermione y yo intentando encajar lado a lado en el sofá. Una vez lo hicimos, Scrimgeour habló.
—Tengo algunas preguntas para ustedes tres, y creo que será mejor si lo hacemos individualmente. Si ustedes Tres... —nos señaló a Harry, Hermione y a mi—.... esperan arriba, empezaré con Ronald.
—No vamos a ninguna parte — dijo Harry, mientras Hermione asentía vigorosamente —. Puede hablarnos juntos, o nada en absoluto.
Scrimgeour lanzó a Harry una fría y calculadora mirada luego soltó un gran suspiro y dijo.
—Muy bien entonces, juntos —se encogio de hombros y aclaró la garganta —. Estoy aquí, como
seguramente sabrán. Por el testamento de Albus Dumbledore.
Los tres nos miramos mutuamente.
—¡Una sorpresa, aparentemente! ¿No eran conscientes de que Dumbledore les había dejado algo?
—¿A todos? —pregunte—. ¿A Hermione, Ron... y a mí también?
—Si, a todos...
Pero Harry interrumpió.
—Dumbledore murió hace un mes. ¿Por qué ha tardado
tanto en darnos lo que nos dejó?
—¿No es obvio? —dijo Hermione, antes de que Scrimgeour pudiera responder —. Querían examinar lo que sea que nos dejó. ¡No tenía derecho a hacer eso! —dijo, y su voz
tembló ligeramente.
—Tenía todo el derecho, —dijo Scrimgeour despectivamente —. El Decreto para la Confiscación
Justificada da al Ministerio poder para confiscar el contenido de un testamento...
—¡Esa ley fue creada para evitar que los magos legaran artefactos Oscuros —dijo Hermione — y se supone que el Ministerio debe tener una prueba poderosa de que las posesiones heredadas son ilegales antes de confiscarlas!
—¿Está planeando seguir una carrera en Leyes Mágicas,
Señorita Granger? —añadió Scrimgeour.
—No, en absoluto, —replicó Hermione —. ¡Espero hacer
algo bueno para el mundo!
Ron rió. Los ojos de Scrimgeour se fijaron en él y esta vez yo hablé.
—¿Y por qué ha decidido darnos nuestras cosas ahora? ¿No se le ocurrió un pretexto para quedárselas?.
—No, será porque los treinta y un días han transcurrido —dijo Hermione al momento —. No pueden confiscar los objetos más tiempo a menos que puedan probar que son peligrosos, ¿Correcto?
—¿Diría usted que estaba muy unido a Dumbledore, Ronald?— preguntó Scrimgeour, ignorando a Hermione.
Ron pareció sobresaltarse.
—¿Yo? No... en realidad no... fue siempre Harry quien...
Ron miró alrededor hacia nosotros para ver como Hermione le lanzaba una mirada del tipo deja-de- hablar-¡ya!, pero el daño estaba hecho.
Scrimgeour pareció haber oído exactamente lo que esperaba, y
deseaba, oír. Se abalanzó como un ave de presa sobre la respuesta de Ron.
—Si no estaba unido a Dumbledore, ¿cómo explica el hecho de que le mencionara en su testamento? Hizo excepcional mente pocos legados personales. La gran mayoría de sus posesiones... su biblioteca privada, sus instrumentos mágicos, y otros efectos personales... se legaron a Hogwarts. ¿Por qué cree que fue usted distinguido?
—Yo... supongo —dijo Ron —Yo... cuando dije que no estábamos unidos... quiero decir, creo que yo le gustaba...
—Para ser honestos, Ron — dijo Hermione — Dumbledore estaba muy encariñado contigo.
Eso no era verdad, por lo que yo sabía, Ron y Dumbledore nunca habían estado juntos a solas, y el contacto directo entre ellos había sido insignificante. Sin embargo, Scrimgeour no
parecía estar escuchando. Metió la mano dentro del abrigo y extrajo una bolsita cerrada con un cordel mucho mayor que la que Hagrid nos había regalado.
De ella, sacó un rollo de pergamino que desenrolló y leyó en voz alta.
—Última Voluntad y Testamento de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore... Si, aquí esta.... A
Ronald Bilius Weasley, le dejo mi Desiluminador, con la esperanza de que me recordará cuando lo utilice.
Scrimgeour sacó de la bolsa un objeto que se parecía ligeramente a un encendedor.
Scrimgeour se inclinó hacia adelante y le pasó el Desiluminador a Ron, que lo tomó y le dio vueltas entre los dedos con aspecto atontado.
—Es un objeto de gran valor —dijo Scrimgeour, observando a Ron —Puede incluso que único.
Indudablemente es un diseño del mismo Dumbledore. ¿Por qué le dejaría a usted algo y además un artículo tan raro?
Ron sacudió la cabeza, parecía desconcertado.
—Dumbledore debe haber enseñado a miles de estudiantes —perseveró Scrimgeour —. Pero a los únicos que recordó en su testamento fue a ustedes tres. ¿Por qué? ¿Qué uso pensó que daría usted al Desiluminador, Señor Weasley?
—Apagar las luces, supongo, — masculló Ron —¿Qué más podría hacer con él?
Evidentemente Scrimgeour no tenía ninguna sugerencia. Después de mirar de reojo a Ron durante un momento o dos, volvió de nuevo al testamento de Dumbledore.
—A Hermione Jean Granger, le dejo mi copia de Los Cuentos de Beedle el Bardo, con la esperanza de que la encontrará entretenida e instructiva.
Scrimgeour sacó ahora de la bolsa un pequeño libro que parecía tan antiguo como la copia de Secretos de las Artes Más Oscuras que había arriba. Sus tapas estaban manchadas y peladas en ciertos lugares. Hermonie lo aceptó de Scrimgeour sin una palabra.
Sostuvo el libro en su regazo y lo miró fijamente. El título estaba en runas.
Mientras ella miraba, una lágrima cayó sobre el símbolo grabado en relieve.
—¿Por qué cree que Dumbledore le dejó ese libro, Señorita Granger? —preguntó Scrimgeour.
—Él... sabía que me gustan los libros —dijo Hermione con voz llorosa, limpiándose los ojos con la manga.
—¿Pero por qué este libro en particular?
—No sé. Debe haber pensado que me gustaría.
—¿Alguna vez discutió sobre códigos, o cualquier forma de pasar mensajes secretos, con Dumbledore?
—No, no lo hice, —dijo Hermione, todavía limpiándose los ojos con la manga —. Y si el Ministerio no ha podido encontrar ningún código oculto en este libro en treinta y un días, dudo que yo pueda.
Contuvo un sollozo. Estabamos tan apretados en el sofá que Ron tuvo dificultades para extraer el brazo y ponerlo alrededor de los hombros de Hermione.
Scrimgeour volvió al testamento.
—A Harry James Potter —leyó —le dejo la Snitch que cogió en su primer partido de Quidditch en Hogwarts, como recordatorio de las recompensas de la perseverancia y habilidad.
Mientras Scrimgeour sacaba la diminuta bola dorada del tamaño de una nuez, sus alas doradas revolotearon bastante febrilmente.
—¿Por qué le dejó Dumbledore esta Snitch? —preguntó Scrimgeour.
—Ni idea —dijo Harry —. Por las razones que acaba de leer, supongo... para recordarme lo que puedes conseguir si... perseveras y todo eso.
— ¿Crees que es un mero recuerdo simbólico entonces?
—Supongo —dijo Harry —. ¿Qué más podría ser?
—Yo hago las preguntas — dijo Scrimgeour, moviendo su asiento un poco hacia el sofá. —he notado que su pastel de cumpleaños es una Snitch—dijo Scrimgeour a Harry —. ¿Por qué?
Hermione rió despectivamente.
—Oh, puede ser una referencia al hecho de que Harry es un gran Buscador, eso es bastante obvio —dijo —. ¡Debe haber un mensaje secreto de Dumbledore escondido en el glaseado!
Reí.
— No creo que haya nada oculto en el glaseado, —dijo Scrimgeour — pero una Snitch sería un muy buen lugar para ocultar un objeto pequeño. ¿Sabes por qué, verdad?
Harry se encogió de hombros.
—Porque las Snitch tienen memoria — dije casi en un susurro recordando la vez que Draco me había hablado de eso.
ººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº
Pregunta.
¿Cuando vuelven a la escuela?
yo el 22 de agosto:C