95.Donde la sabiduria nace. [1/2]

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Su mente superaba por mucho la grandeza de su cuerpo, tanto que tuvo que desaparecer.

Bill y Fleur esperaban a los pies de las escaleras a que Harry bajara, y cuando lo hizo se miraron un momento hasta que uno de ellos decidió hablar.

—Necesito hablarles a Griphook y Ollivander —dijo Harry.

—No —dijo Fleur—Vas a tener que esperar Harry. Ambos están muy cansados...

—Lo siento —dijo él calmadamente, —pero no puedo esperar. Necesito hablarles ahora. En privado... y por separado. Es urgente.

—Harry, ¿qué demonios está pasando?—preguntó Bill— Llegaste aquí con un elfo doméstico muerto y un duende semi-inconsciente, Hermione y _______ estan como si las hubieran torturado, y Ron acaba de negarse a contarme nada...

—No podemos decirte lo que estamos haciendo —dijo Harry llanamente—Estás en la Orden, Bill, tu sabes que Dumbledore nos dejó una misión. Se supone que no podemos hablar acerca de eso con nadie más.

Fleur hizo un ruido de impaciencia, pero Bill no la miró; estaba mirando a Harry. Su profundamente asustado rostro era difícil de descifrar. Finalmente, Bill dijo

—Esta bien. ¿Con quién deseas hablar primero?.

Harry dudó. Sabía lo que pesaba su decisión.

Hermione y Ron llegaron a mi lado esperando como yo no ser vistos.

—Griphook —dijo Harry—Hablaré con Griphook primero.

—Aquí arriba—dijo Bill, enseñándole el camino.

Harry había subido varios escalones cuando se paró y miró atrás.

—¡Los necesito a ustedes también! — nos dijo.

Nos movimos hacia la luz, muy aliviados.

—¿Como estan?— nos preguntó Harry a Hermione y a mi— Estuvieron sorprendentes...

Hermione esbozó una débil sonrisa mientras Ron le daba un apretón de una mano y yo también sonreí.

—¿Que vamos a hacer ahora Harry? —preguntó.

—Ya verás. Ven.

Seguimos a Bill escaleras arriba hasta un pequeño piso que daba a tres puertas.

—Aquí —dijo Bill, abriendo la puerta que daba al cuarto de él y Fleur.

También tenía vista al mar, ahora la puesta de sol de un vivo dorado. Harry se dirigió hacia  la ventana, y dio la espalda a la espectacular vista, y esperó, sus brazos cruzados.

Hermione se sentó en una silla junto al vestidor; Ron se sentó en el reposabrazos y yo me senté en una silla.

Bill reapareció, trayendo el pequeño duende, a quien sentó cuidadosamente sobre la cama. Griphook gruñó un gracias, y Bill se fue, cerrando la puerta sobre ellos.

—Siento sacarlo de su cama —dijo Harry— ¿Como están sus piernas?.

—Doloridas —replicó el duende— Pero sanando.

Destruida. (Draco Malfoy). [Libro#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora