88.Rojo como la sangre.

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Mi madre siempre me decía "Hay momentos y lugares" y este era un momento para temer, pero yo solo estaba deseando verte.

—¿Estas completamente seguro de que es él? Porque si no lo es, Greyback, estamos muertos.

—¿Quién está al mando, aquí? —rugió Greyback, cubriendo su momento de insuficiencia— Yo digo que es Potter, además de su varita, ¡y eso son doscientos mil galeones aquí mismo! Pero si no tienen las agallas suficientes para venir, ninguno de ustedes, es todo para mí, y con algo de suerte, ¡además me llevaré a las dos chicas!

—¡Muy bien! —dijo Scabior— ¡Muy bien, estamos en esto! ¿Y qué pasa con los otros, Greyback, qué haremos con ellos?

—Bien podríamos llevarlos a todos. Tenemos dos sangres sucia, eso son otros diez galeones. Dame también la espada. Si son rubíes, tenemos otra pequeña fortuna.

Nos arrastraron para ponernos de pie. Pude escuchar en medio de tanto ruido la respiración de Hermione, rápida y aterrorizada y estaba segura de que no era la única.

—Agárrenlos, y fuerte. ¡Yo a Potter! –dijo Greyback, agarrando un puñado del cabello de Harry, mientras que los otros nos jalaron de las ropas— A la de tres! Uno... dos... tres...

Nos Desaparecimos, llevándonos con ellos. Harry luchó, intentando apartar la mano de Greyback, pero fue inútil: Ron, Hermione y yo estábamos apretados con fuerza contra él a cada lado; no se podía separar del grupo.

Nos chocamos unos contra otros cuando aterrizamos en un camino rural. Entonces vi un par de verjas de hierro forjado al principio de lo que parecía ser un camino de entrada.
Experimente un pequeño alivio. Lo peor aún no había pasado: Voldemort tal vez no estaba allí.

Pero también sentí nervios y desesperación, había un millar de sentimientos encontrados dentro de mí y en lo único en lo que podía pensar era en Draco.

Tal vez Voldemort no estaba, pero sabia quien si y aunque deseaba verlo, esta tal vez no habría sido la mejor forma.

Uno de los Saqueadores avanzó hacia las rejas y las sacudió.

—¿Cómo entramos? Están cerradas, Greyback, no puedo... ¡Caray!

Apartó las manos asustado. El hierro se estaba retorciendo, doblándose para pasar de los abstractos rollos y espirales a una cara espantosa, que habló en una voz metálica y retumbante:

—¡Declara tu propósito!

—¡Tenemos a Potter! —rugió Greyback con triunfo—¡Hemos capturado a Harry Potter!

Las verjas se abrieron.

—¡Vamos! —le dijo Greyback a sus hombres. Nos movieron por las rejas y por el camino, entre altos setos que amortiguaban nuestros pasos. Vi una forma blanca fantasmal sobre Harry, y me di cuenta de que era un pavo real albino. Ron se tropezó y Greyback lo enderezó; ahora avanzaba tambaleante por el lateral, atado espalda contra espalda a nosotros los demás prisioneros.

La luz se derramó sobre todos nosotros cuando la puerta se abrió.

—¿Qué es esto? —dijo la voz fría de una mujer.

—¡Estamos aquí para ver a El-que-no-debe-ser- nombrado! —raspó Greyback.

—¿Quién eres tú?

—¡Sabes quién soy! —hubo resentimiento en la voz del hombre lobo— ¡Fenrir Greyback! ¡Hemos cogido a Harry Potter!

Greyback agarró a Harry y lo arrastró hacia la luz, forzando a los otros prisioneros a arrastrase con él.

—Lo sé, está hinchado, señora, ¡pero es él! —apuntó Scabior— Si lo mira un poco más cerca, verá su cicatriz. Y esta aquí, ¿ve a la chica? Es la sangre sucia que ha estado viajando con él, señora y la otra chica probablemente sea su hermana. No hay duda de que es él, ¡y también tenemos su varita! Aquí, señora...

No era la mejor forma de conocer a la mamá del chico que amaba y cuando decidí alzar la mirada me encontré con sus ojos, tenía la mirada tan pesada como su hijo y tan bellos ojos.

Posteriormente vi a Narcissa Malfoy examinando la inflamada cara de Harry. Scabior le pasó la varita de endrino. Ella levantó las cejas y después de echarme otra mirada dijo.

—Tráiganlos dentro.

Fuimos empujados a golpes por los amplios escalones de piedra hasta llegar a un vestíbulo con retratos alineados.

—Síganme—dijo Narcissa, encabezando la marcha por el pasillo— Mi hijo, Draco, está en casa por las vacaciones de Semana Santa. Si ese es Harry Potter, él lo sabrá.

El corazón se me detuvo por un instante y entonces deje de escuchar nuevamente todo a mi alrededor, ponía atención a las pisadas de la señora Malfoy y trataba de parecer lo más normal, pero la emoción, la angustia y el miedo me estaban carcomiendo completamente.

Vería a Draco y eso me hacía completamente feliz, pero lo vería de la peor forma.

El salón deslumbraba después de la oscuridad exterior, incluso podía distinguir las amplias proporciones de la habitación. Una lámpara de araña colgaba del techo, había más retratos en las paredes de color morado oscuro. Dos figuras se levantaron de sus sillas situadas enfrente de una recargada chimenea de mármol cuando los prisioneros fuimos introducidos a la fuerza en la habitación por los Saqueadores.

—¿Qué es esto?

La espantosamente conocida y arrastrada voz de Lucius Malfoy llegó a mis oídos. Ahora le estaba entrando pánico. No podía ver una salida, y era más fácil, mientras mi miedo aumentaba, bloquear los pensamientos que me llevaban a Draco, aunque mi corazón aún estaba tan acelerado que seguramente se veía a través de mi blusa.

—Dicen que tienen a Potter —dijo la fría voz de Narcissa— Ire por Draco, el nos lo dirá, acabaremos con esto rápidamente.

La señora Malfoy camino a travez de la habitación hasta perderse entre la puerta y la otra habitación en la que probablemente Draco se encontraba.

Mire a mi alrededor tratando de dar con Hermione. Podía sentir como el miedo se disipaba sobre mi cuerpo y mis ojos comenzaban a arder, no había nada más que no deseara que ver a Draco.

Pero entonces comencé a sentir en la bolsa de mi pantalón como aquel dije comenzaba a arder de lo mucho que brillaba, la puerta de la habitación se abrió y de ella salieron Blaise, Draco y una chica.

Tan bella como parecía ser mala.

Destruida. (Draco Malfoy). [Libro#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora