72.Tempreramento Granger. [2/3]

2K 118 1
                                    

—De nuestra edad —dijo Harry, Justo como había replicado antes.

Ron callo y prefirió no seguir con el tema.

Mire a Harry quien prestaba atención a una gran araña que estaba sentada en el medio de una telaraña congelada en las zarzas. Harry la apuntó con la varita que le había dado Ron la noche anterior, la que Hermione se había dignado a examinar, y que había decidido estaba hecha de endrino.

—Engorgio.

La araña tembló un poco, saltando ligeramente en la tela. Harry lo intentó de nuevo. Esta vez la araña aumentó un poco de tamaño.

Pensé que lo hacía a propósito para asustar a Ron y pensé en decirle algo, pero entonces él me interrumpió.

—Para de hacer eso —dijo Ron con dureza—. Siento haber dicho que Dumbledore era joven, ¿está bien?

Me di cuenta de que las intenciones de Harry no eran esas cuando abrió los ojos sorprendido acordándose nuevamente del miedo que su amigo tenía y que probablemente estaba experimentando en ese momento.

—Perdón... Reducio.

La araña no se encogió. Harry bajó la mirada hacia la varita de endrino. Cada hechizo menor que había realizado hasta entonces ese día, había parecido menos poderoso que los producidos con su varita de fénix.

Seguramente era porque no era su varita realmente, era como algo nuevo en su vida, algo como una intrusa en su mano.

—Sólo necesitas practicar —dijo Hermione, que se nos había acercado en silencio por detrás y había observado ansiosa mientras Harry intentaba aumentar y reducir la araña.

Me miró con aquellos ojos acusadores, como si la hubiera traicionado al abandonarla. Me encogí de hombros y apunté a la araña.

—Reducio.

Mire a Ron quien tranquilamente se relajó, pues la araña había vuelto a la normalidad. Y agradecí internamente por tener aún en mi poder a mi preciada varita.

—Es todo cuestión de confianza, Harry.

En el tono de voz de Hermione se escuchaba la culpa por haberle roto la varita, esperaba una réplica por parte de Harry, pero el solo inhaló, miró de nuevo su varita y asintió.

Pero cuando Ron miró a Hermione con una sonrisa indecisa, ella se marchó airada y desapareció una vez más detrás del libro.

Los cuatro volvimos a la tienda cuando llegó la oscuridad, y Harry se encargó de la primera guardia. Hermione estaba tumbada en su litera leyendo, mientras que Ron, después de dirigirle muchas miradas nerviosas, había sacado una pequeña radio de madera de su mochila y estaba empezando a intentar sintonizarla, por mi parte yo jugaba con algunos juguetes que George y Fred me habían obsequiado antes de irme.

Mire a Ron acercarse a Harry y trate de escuchar lo que decían.

—Hay un programa —le dijo a Harry en voz baja—, que cuenta las noticias como realmente son. Todos los demás están del lado de Quien-tú-sabes y están siguiendo la línea del Ministerio, pero este... espera a escucharlo, es genial. Salvo que no pueden hacerlo todas las noches, tienen que cambiar continuamente de localización por si les hacen redadas, y se necesita una contraseña para sintonizarla... El problema es que me perdí la última.
Tamborileó ligeramente con la varita en la parte de arriba de la radio, farfullando palabras aleatorias en voz baja. Le lanzó a Hermione muchas miradas disimuladas, claramente temiendo un arrebato de ira, pero por toda la atención que le prestó, bien podría Ron no haber estado allí.

Durante unos diez minutos Ron dio golpecitos y farfulló, Hermione pasó las hojas de su libro, Harry continuó practicando con la varita de endrino y yo seguí jugando con mis juguetes.

Finalmente Hermione bajó de su litera. Ron paró de dar golpecitos al instante.

—¡Si te está molestando, paro! —le dijo a Hermione con nerviosismo.

Hermione no se dignó a responder, y me sentí tan molesta por eso, ya había pasado algo de tiempo y ella seguía actuando tan malvada. Su enojo debía haber estado tan acumulado como para soportar tanto sin hablar con el amor de su vida.
Sin embargo se acercó a Harry.

—Tenemos que hablar —dijo.
Él miró al libro que todavía agarraba en la mano. Era La Vida y Mentiras de Albus Dumbledore.

—¿Qué? —dijo con aprensión.

—Quiero que vayamos a ver a Xenophilius Lovegood. Él se la quedó mirando fijamente.

Y sus palabras atrajeron nuestra atención.

—¿Cómo dices?

—Xenophilius Lovegood, el padre de Luna. ¡Quiero ir y hablar con él!

—Eh... ¿por qué?

Ella respiró profundamente, como si se estuviera preparando, y dijo:

—Es esa marca, la marca en Beedle el Bardo. ¡Mira esto!— Puso La Vida y Mentiras de Albus Dumbledore bajo los ojos poco dispuestos de Harry.

Me acerqué un poco y vi una fotografía de la carta original que Dumbledore le había escrito a Grindelwald, con la conocida escritura fina e inclinada.

Estaba segura, por la mirada seria de Harry, que el odiaba ver una prueba absoluta de que realmente Dumbledore había escrito esas palabras, que no habían sido invención de Rita.

—La firma —dijo Hermione—. ¡Miren la firma!

Ambos obedecimos y al verla más de cerca con la ayuda de la varita de Harry encendida, vi que Dumbledore había reemplazado la A de Albus con la pequeña versión de la misma marca triangular inscrita sobre Los Cuentos de Beedle el Bardo.

—¿Eh... qué estás...? —dijo Ron con vacilación, pero Hermione lo aplastó con una mirada y se giró de vuelta hacia nosotros.

—Continúa apareciendo, ¿verdad? —dijo ella—. Sé que Viktor dijo que era la marca de Grindelwald, pero definitivamente estaba en esa vieja tumba del valle de Godric, ¡y las fechas de la lápida eran de mucho antes de que apareciera Grindelwald! Bueno, no podemos preguntarle a Dumbledore o Grindelwald lo que significa la marca, ni siquiera sé si Grindelwald todavía está vivo, pero le podemos preguntar al señor Lovegood. Llevaba puesto el símbolo en la boda. ¡Estoy segura de que esto es importante!

Harry no respondió inmediatamente.

Y yo solo me quede pensativa, realmente no pensaba en nada. Mire la cara de Harry su cara intensa y ansiosa, y después el desvió la vista hacia fuera, hacia la oscuridad que nos rodeaba, pensando. Tras una larga pausa, dijo:

—Hermione, no necesitamos otro valle de Godric. Nos convencimos de ir allí...

—¡Pero continúa apareciendo, Harry! Dumbledore me dejó Los Cuentos de Beedle el Bardo, ¿cómo sabes que no se supone que tenemos que averiguar cosas sobre el signo?

—¡Aquí vamos otra vez! —Harry se sintió ligeramente exasperado—. Seguimos intentando convencernos de que Dumbledore nos dejó señales secretas y pistas...

—El Desiluminador resultó ser muy útil —dijo Ron elevando la voz.

—Creo que Hermione tiene razón— dije—deberíamos ir y ver a Lovegood.

Destruida. (Draco Malfoy). [Libro#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora