42.ojos que no ven, corazon que siente.

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Antes, cuando miraba las estrellas no pensaba en nada, ahora mientras las miro no dejo de pensar en tu mirada y me siento tan destruída al saber que para ver tus ojos tengo que esperar una eternidad que no es segura.

—Draco, Draco, estupido, idiota eh inocente Draco.

Lesia se movió a mi alrededor como una serpiente, no me sorprendía que lo slytherin corriera por su sangre, pues parecía una auténtica serpiente, daba tanto miedo como una y sus ojos intimidaban.

—¿Que necesitas?.

Su voz me había hecho sobresaltar mientras degustaba mi estupido desayunó.

Se sentó a mi lado como dueña de la mansión, tomo un pan y la cafetera.

—Déjeme servirle señorita...

Dijo un elfo entrometido.

—¡No le sirvas nada!— lo detuve.—Nadie la invitó.

Lesia sonrío cínica.

—Hazle caso elfo, el no me invitó, pero sus padres si.

El elfo asintió y salió del comedor.

—¿para que te querrían mis padres aquí?.

—Mis padres, son igual de importantes que los tuyos a los ojos del señor tenebroso, Malfoy.

Ella sonrió mientras mordía el pan que debía estar en mi boca, decía aquellas palabras como si realmente fuera a sentir celos por ello.

—Eso no me interesa, yo no quiero a nadie cerca de mi a menos que...

—A menos que sea tu amigo ese... ¿Bais?

—Blaise... y si, es el único en el confió.

—En fin.— dijo ignorándome.— solo pase a saludar...

Se levanto de la mesa con esos aires qe ella solía desprender, como de suficiencia, como si el suelo no mereciera que ella lo pisará y desapareció con el pan en la mano y mi café en su estómago, me recordaba tanto a mi, cuando no sabía que existía alguien que pudiera ponerme en mi lugar, cuando aún no me enamoraba, tal vez es lo que ella necesitaba, amor.

[...]

Ron... esa maldita e ingrata rata asquerosa no sabía lo que era pasar tiempo en la nada tratando de proteger nuestras vidas con falta de comida, lo único que sabía hacer era quejarse de lo mucho que faltaba para comer...

—¿A donde iremos ahora?.

La misma pregunta de siempre y para terminar con esto siempre le tocaba cargar con el relicario cuando nos faltaba comida.

Baje el libro de cuentos que Dumbledore le había dado a Hermione y entre a la tienda.

—¡Dame eso!.

Saque violentamente de su cuello el relicario y lo colgué del mío, Harry y Hermione quienes prácticamente se la pasaban en la cocina planeando y cuidando metódicamente los lugares a los que iríamos y conversando cada día acerca de las pistas que dumbledore nos dejó, me miraron.

Destruida. (Draco Malfoy). [Libro#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora