90.Amor ¿tal vez?

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Lloraba en mi interior. No podía verte así. Débil.

—Esto no tiene nada que ver contigo, no capturaste al chico...

—Perdone, señor Malfoy —interrumpió Greyback— pero fuimos nosotros los que capturamos a Potter, y somos nosotros los que reclamaremos el oro...

—¡Oro! —se rió Bellatrix, todavía intentando apartar a su cuñado, su mano libre bajando a su bolsillo para buscar la varita— Coge tu oro, asqueroso carroñero, ¿qué me importa el dinero? Sólo busco el honor de su... de...

Paró de luchar, sus ojos oscuros fijos en algo que  no podía ver. Lleno de júbilo ante su capitulación, Lucius apartó la mano y rasgó su propia manga...

—¡PARA! —chilló Bellatrix— ¡No la toques, todos moriremos si el Señor Tenebroso viene ahora!

Lucius se paralizó, su dedo índice suspendido sobre su Marca Tenebrosa. Bellatrix salió de la limitada visión que tenía.

—¿Qué es eso? —la escuche decir.

—Una espada —gruñó un Saqueador fuera de vista.

—Dámela.

—No es suya, señora, es mía, la encontré yo.

Hubo un estrépito y un destello de luz roja; El Saqueador había sido aturdido. Hubo un rugido de rabia de sus compañeros: Scabior sacó la varita.

—¿A qué crees que estás jugando, mujer?

—¡Stupefy! —gritó ella— ¡Stupefy!
Ellos no estaban a la altura de Bellatrix, a pesar de ser cuatro contra ella: era una bruja, con talento prodigioso y ninguna conciencia.

Una vez Draco la había descrito como "una mujer temperamentalmente incomprendida".

Cayeron donde se encontraban, todos menos Greyback, que había sido obligado a ponerse de rodillas, con los brazos estirados. Por las comisuras de mis ojos vi a Bellatrix mirando al hombre lobo, con la espada de Gryffindor agarrada con fuerza en su mano, su cara como cera.

—¿Dónde conseguiste esta espada? —susurró a Greyback mientras arrancaba la varita de su mano sin que él ofreciera resistencia.

—¿Cómo te atreves? —gruñó él, su boca era la única parte de su cuerpo que podía mover mientras se esforzaba por mirarla. Desnudó sus dientes puntiagudos—¡Suéltame, mujer!

—¿Dónde conseguiste esta espada?—repitió ella, blandiéndola ante su cara—¡Snape la envió a una cámara en Gringotts!

—Esta estaba en su tienda, —gruñó Greyback—¡Suéltame te digo!

Ella ondeó su varita, y el hombrelobo saltó sobre sus pies, pero se mostró demasiado cauteloso como para acercársele. Rodó hasta detrás de un sillón, sus sucias uñas curvadas se clavaron en el respaldo del mismo.

—Draco, saca a esta basura —dijo Bellatrix, señalando a los hombres inconscientes— Si no tienes agallas para terminar con ellos, déjalos en el patio para mí.

—No te atrevas a hablar así a Draco.— dijo Narcisa furiosamente, pero Bellatrix chilló.

—¡Cállate! ¡Esta situación es más grave de lo que posiblemente puedas imaginar, Cissy! ¡Tenemos un problema muy serio!

Destruida. (Draco Malfoy). [Libro#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora