13.El testamento de Albus Dumbledore.[1/2]

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Dime que me amas una vez más, matame poco a poco con tus palabras. Ámame más cada día, pero no me olvides nunca, porque quedaré destruida.


—Nosotros no deberíamos estar aquí, —dijo Lupin al instante —.lo siento... se los explicaré en otro momento...

Agarró la muñeca de Tonks y se la llevó; alcanzaron la valla, la escalaron, y se perdieron de vista. La Señora Weasley parecía desconcertada.

—El Ministro... ¿pero por qué...? No entiendo...

Pero no hubo tiempo de discutir la cuestión; un segundo después, el Señor Weasley había aparecido de la nada en la verja, acompañado por Rufus Scrimgeour, instantáneamente reconocible por su melena de pelo grisáceo.

Los dos recién llegados caminaron por el patio hacia el jardín y la mesa iluminada por linternas, donde todo el mundo estaba sentado en silencio, observándoles acercarse.

—Lamento la intrusión —dijo Scrimgeour, mientras cojeaba para detenerse ante la mesa —. Especialmente cuando veo que estoy aguando una fiesta.

Sus ojos se posaron un momento en el pastel con forma de Snitch gigante.

—Muchas felicidades.

—Gracias —dijo Harry.

Yo preferí no contestar.

—Debo tener unas palabras en privado contigo, —le dijo a Harry.—. También con el Señor Ronald Weasley, las Señoritas Hermione Granger y _________ Stone.

—¿Nosotros? —dijo Ron, que sonaba sorprendido —. ¿Por qué nosotros?

—¿Yo... yo tambien? — pregunté desconcertada.

El asintió.

—Se lo diré cuando estemos en algún lugar más privado— dijo Scrimgeour —.¿Hay un lugar semejante? —exigió al Señor Weasley.

—Si, por supuesto, —dijo el Señor Weasley, que parecía nervioso —. El, emmm, salón, ¿por qué no allí?

—¿Puede usted mostrarme el camino? —le dijo Scrimgeour a Ron —. No habrá necesidad de que nos acompañes, Arthur.

El Señor Weasley intercambio una mirada preocupada con la Señora Weasley mientras
Ron, Harry, Hermione y yo nos poníamos en pie. Y nos dirigiamos de vuelta a la casa en silencio.

Scrimgeour no habló mientras todos pasabamos a través de la revuelta cocina al salón de la Madriguera. Aunque el jardín había estado lleno de la suave luz dorada de la tarde, allí ya estaba oscuro.

Harry ondeó su varita hacia las lámparas de aceite mientras entraba y estas iluminaron la desgastada pero acogedora habitación.

Scrimgeour se sentó en el sillón hundido que normalmente ocupaba el Señor Weasley, dejandonos a Harry, Ron, Hermione y yo intentando encajar lado a lado en el sofá. Una vez lo hicimos, Scrimgeour habló.

—Tengo algunas preguntas para ustedes tres, y creo que será mejor si lo hacemos individualmente. Si ustedes Tres... —nos señaló a Harry, Hermione y a mi—.... esperan arriba, empezaré con Ronald.

—No vamos a ninguna parte — dijo Harry, mientras Hermione asentía vigorosamente —. Puede hablarnos juntos, o nada en absoluto.

Scrimgeour lanzó a Harry una fría y calculadora mirada luego soltó un gran suspiro y dijo.

—Muy bien entonces, juntos —se encogio de hombros y aclaró la garganta —. Estoy aquí, como
seguramente sabrán. Por el testamento de Albus Dumbledore.

Destruida. (Draco Malfoy). [Libro#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora