30.GuardaSapo.

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Ayer cante una canción de cuna a la orilla del mar y me di cuenta de que si estuvieras aquí te la cantaría.

Lupin habia intentado quedarse escudándose con la simple excusa de protegernos pero en realidad se sentía rechazado, sentía vergüenza por lo que era y aunque de eso no debía de haber ni una pisca, cuando eres diferente no puedes darte cuenta de que también eres especial.


-No debiste haber dicho esas cosas a Lupin -dijo Ron a
Harry.

-Se lo merecía -dijo Harry. -Los padres, no deberían abandonar a sus hijos a menos... a menos que tengan que hacerlo.

-Harry -dijo Hermione, estirando hacia él una mano consoladora, pero él se encogió y se apartó, con los ojos en el fuego que Hermione había conjurado.

Mire a Ron y a Hermione quienes parecían preocupados, era cierto que en algún momento Lupin parecía querer abandonar a aquel hijo que esperaba, pero las circunstancias en las que el vivía lo hacían temer.

-Harry- le hable cayendo en su ignorada forma de responderme.- Yo creo que valió la pena si eso lo hace volver.

Harry atrajo su mirada a mi y asintió, luego se acercó a la mesa en donde yacía el periódico que Remus había traído consigo, se sentó silenciosamente y su mirada se perdió hábilmente entre las letras.

Hermione y Ron se sentaron también, pero no paso ni un minuto cuando en la cocina el Crack peculiar de un elfo al aparecer se hizo presente.

Se levantaron de golpe y me alcanzaron mientras Keacker se desenredaba y se inclinaba ante
Harry.

-Kreacher ha vuelto con el ladrón Mundungus Fletcher, Amo.

Mundungus luchó por levantarse y sacó su varita.

Hermione sin embargo, fue demasiado rápida para él.

-¡Expelliarmus!

La varita de Mundungus voló por el aire y Hermione la cogió. Con los ojos salvajes, Mundungus se lanzó hacia las escaleras; Ron le hizo un placaje y Mundungus
golpeó el suelo de piedra con un crujido amortiguado, apunte con mi varita a su repugnante y asquerosa cara.

-¿Qué? -gritó a voz en cuello, retorciéndose en su intento por liberarse del agarre de Ron-. ¿Que he hecho? Mandarme a un sangriento elfo doméstico, ¿a qué estás jugando, qué he hecho?, suéltame, suéltame o...

-No estás en posición de formular amenazas -dijo Harry.

Lanzó a un lado el periódico, cruzó la cocina en unas pocas zancadas, y se puso de rodillas junto a Mundungus que dejó de luchar aterrado. Ron se levantó, jadeando, y observó, Harry apunto su varita deliberadamente hacia la nariz de Mundungus junto a la mia.

Mundungus hedía a sudor rancio y humo de tabaco. Su pelo estaba enredado y su túnica manchada.
-Kreacher se disculpa por la tardanza en traer al ladrón, Amo -croó el elfo-. Fletcher sabe como evitar la captura, tiene muchos escondrijos y cómplices. No
obstante, Kreacher atrapó al ladrón al final.

-Lo has hecho realmente bien, Kreacher -dijo Harry, y el elfo hizo una reverencia.

-Bueno, tenemos unas cuantas preguntas para ti -dijo Harry a Mundungus, que gritó al instante.

-¡CALLATE!- exigi alejando mi varita de su sucia cara.

-¿Me entró el pánico, vale? Nunca quise ir para empezar, sin ofender, amigos, pero nunca me ofrecí voluntario para morir por ustedes, y era el mismísimo Quien-tu-ya-sabes el que venía volando hacia mí, todo el
mundo se largaba, dije todo el rato que no quería hacerlo...

-Para tu información, el resto de nosotros no Desapareció -dijo Hermione.

-Bueno, entonces son unos malditos héroes, ¿verdad?,
pero yo nunca fingí presentarme voluntario para que me mataran...

-No estamos interesados en por qué dejaste en la estacada a Ojoloco -dijo Harry, moviendo su varita un poco más cerca de los ojos perrunos e inyectados de
sangre de Mundungus-. Ya sabíamos que eras un pedazo
de escoria indigno de confianza.
-Bueno entonces, ¿por qué me mandas elfos domésticos? ¿O esto va de las copas de nuevo? No tengo ya ninguna de ellas, o te las habría dev...

-No es por las copas tampoco, aunque te vas acercando -dijo Harry-. Cállate y escucha.

Era maravilloso tener algo que hacer, alguien a quien
poder exigir un trocito de verdad.

Mundungus bizqueaba intentando mantener la vista fija en la varita.

-Cuando limpiaste esta casa de cualquier cosa de valor. -Empezó Harry, pero Mundungus le interrumpió de nuevo.

-A Sirius nunca le interesó nada de esta basura...

Se produjo un sonido de pies corriendo, un destello de cobre brillante, un resonante clang y un grito de agonía. Kreacher había ido corriendo hacia Mundungus y le había golpeado en la cabeza con una cacerola.

-Quítamelo de encima, quítamelo de encima. ¡Deberían encerrarlo! -gritaba Mundungus, acobardado cuando Kreacher alzó de nuevo la pesada cacerola.

No pude evitar reír y esconderlo.

-¡Kreacher, no! -gritó Harry.

Los flacos brazos de Kreacher temblaban por el peso de la cacerola, todavía sostenida en alto.

-¿Quizás solo un poco más, Amo Harry, por suerte?.

Ron rio.

-Le necesitamos consciente, Kreacher, pero si necesita que lo persuadan podrás hacer los honores -dijo Harry.

-Muchas gracias, Amo -dijo Kreacher con una reverencia, y retorcedió una corta distancia, sus grandes ojos pálidos todavía estaban fijos en Mundungus con aversión.

-Cuando despojaste esta casa de todo lo de valor que pudiste encontrar. -Empezó Harry de nuevo-, cogiste unas cuantas cosas de la alacena de la cocina. Había allí un guardapelo. -La boca de Harry pareció quedarse de repente seca.

Podíamos sentir la tensión de todos y también la excitación.

-¿Que hiciste con él?

-¿Por qué? -preguntó Mundungus-. ¿Tenía algún valor?

-¡Todavía lo tiene! -gritó Hermione.

-No, no lo tiene -dijo Ron astutamente-. Se pregunta si
debió haber pedido más dinero por él.

-¿Más? -dijo Mundungus-. Eso habría sido dificil.... dado que me lo quitaron, ¿verdad? No tuve elección.

-¿Qué quieres decir?- pregunté.

-Estaba vendiendo en el Callejón Diagon y ella se presentó y me preguntó si tenía licencia para vender artefactos mágicos. Menuda entrometida. Me iba a
arrestar, pero se le antojó el guardapelo y me dijo que se lo llevaba y me dejaría en paz por el momento, y supongo que tuve suerte.

-¿Quién era esa mujer? -preguntó Harry.

-No sé, alguna vieja bruja del Ministerio. -Mundungus pensó por un momento, frunciendo la
frente. -Pequeña. Con un sombrerito en lo alto de la cabeza.

Frunció el ceño y después añadió:

-Parecía un sapo.

Harry dejó caer su varita. Esta golpeó a Mundungus en la nariz y disparó chispas rojas hacia sus cejas, que se incendiaron.

-¡Aguamenti! -grite al instante, y un chorro de agua surgió de mi varita, empapando a un balbuceante y ahogado Mundungus.

Harry levantó la mirada y vio su propia sorpresa reflejada en nuestras caras.

Destruida. (Draco Malfoy). [Libro#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora