100. Engaño Sutil.

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Era solo una palabra. Tu nombre. Como una flor o como un ser mítico.

Abajo, en el vacío salón, Harry caminó hacia la chimenea con el ceño fruncido, tratando de pensar en qué hacer. Detrás de él, Ron dijo.

—Está bromeando. No podemos darle esa espada.

—¿Es verdad? —preguntó Harry a Hermione.—¿Gryffindor robó la espada?

—No lo sé —dijo desesperanzadamente— La historia de los magos a menudo evita lo que estos han hecho a otras razas mágicas, pero no hay ningún informe que conozca que diga que Gryffindor robó la espada.

—Será una de esas historias de duendes —dijo Ron—sobre como los magos estamos siempre tratando de terminar sobre ellos. Supongo que deberíamos sentirnos felices de que no nos haya pedido una de nuestras varitas.

Hice una mueca, el problema no erea lo que Ron decía sino como lo hacía.

—Los duendes tienen buenas razones para que no les gusten los magos, Ron. Empezando por los que piensan como tu. —dije.

—Han sido tratados brutalmente en el pasado.—corroboró Hermione

—Los duendes no son exactamente pequeños conejos mullidos, ¿no?—dijo Ron— Han matado ha muchos de los nuestros. Han peleado sucio también.

—Pero discutir con Griphook sobre que raza es la más misteriosa y violenta no va a ponerlo más deseoso de ayudarnos, ¿no?

Hubo una pausa mientras intentabamos pensar en una solución al problema.

Harry miró afuera probablemente hacia la tumba de Dobby, la cual estaba cercs. Luna estaba colocando lavanda de mar en un tarro de mermelada al lado de la piedra principal.

—Muy bien —dijo Ron, y Harry se volvió para verlo,

—¿Qué?

—Le decimos a Griphook que necesitamos la espada hasta que estemos dentro de la cámara y que luego podrá tenerla. Hay una falsa dentro, ¿no? Las cambiamos, y le damos la falsa.

–¡Ron, notará la diferencia mejor que nosotros!–dijo Hermione. –¡Él fue el
único que notó que había habido un cambio!

–Si, pero podríamos escapar antes que se de cuenta...

Se acobardó ante la mirada que le echó Hermione.

–Eso –dijo silenciosamente– es despreciable. ¿Pedir su ayuda, y luego traicionarlo?

–¿Y tú te preguntas por qué a los duendes no les gustan los magos, Ron? – dije nuevamente con desagrado, había veces en las que Ron me sacaba de mis casillas.

Las orejas de Ron se pusieron rojas.

–¡Esta bién, esta bién! ¡Era lo único que se me ocurría! ¿Cuál es tu solución, entonces?, después de todo la espada fue puesta a tu nombre.

No recordaba en absoluto aquello.

–Necesitamos ofrecerle algo más, algo igual de valioso.

Destruida. (Draco Malfoy). [Libro#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora