Capítulo 18: Parte III
Camila, 5 de junio; Miami
Camila no soltó en ningún momento la mano de Lauren mientras escuchaba toda su historia. Escuchó cada palabra e intentó asimilar por todo lo que había tenido que pasar la joven de ojos verdes, aunque sabía perfectamente que eso que había explicado era tan solo la punta del iceberg de todo lo que había vivido. Era por eso que tenía miles de preguntas en su mente, sin embargo sabía que no era su turno para preguntar. En esos momentos eran sus padres los que debían conversar con Lauren.
Camila sabía muy bien que su papel era apoyar a Lauren y no iba a defraudarla, no en esos momentos.
La cubana estuvo allí sentada la mayor parte del tiempo intentando transmitir tranquilidad y apoyo a Lauren, pero no sabía si lo estaba consiguiendo. Por eso mismo, tampoco le soltó la mano cuando Mike le pidió a su hija que se quedara con ellos, en su casa, hasta que tuviera que volver a Los Ángeles. Durante unos segundos, Camila temió por su compañera, porque la notó tensionarse, pero poco después se relajó y dijo:
-Me quedaré.
Su intuición no era siempre fiable, y Camila lo sabía perfectamente, ella no era como Ally, pero había veces que sentía los sentimientos de los demás con fuerza, como si fueran olores que ella pudiera percibir. No siempre pasaba, pero en aquellos momentos con Lauren estaba segurísima de lo que estaba percibiendo:
Ella sentía el miedo a través de su contacto, mezclado con un nerviosismo. La latina podía intuir que Lauren quería pasar tiempo con su familia, pero el miedo parecía estar siempre presente en ella...
Ojalá pudiera hacer que se olvidara de ese miedo que le rodea y no le deja vivir..., ojalá pudiera borrar todo aquello que le hace sentir mal..., pensó sin dejar de apartar la mirada de Lauren. Fue entonces cuando el extraño vacío en su abdomen se hizo más grande y una sensación de calidez le empezó a subir por el pecho; era un cosquilleo extraño, pero agradable.
-La comida ya está lista.
Camila escuchó a su madre, pero tan solo se levantó cuando Lauren tiró de ella para sacarla al jardín de aquella casa:
Era un jardín grande, aunque no era comparable al de la mansión. Camila notó, que por cómo estaba decorado, era hogareño y el ambiente que siempre acompañaba a Miami hacia que fuera perfecto para la ocasión.
Se sentaron en una mesa exterior que había para ocho personas; Chris había sido el único que se había excusado, aunque a su manera, para no cenar con ellos. Sin embargo, la latina había estado demasiado pendiente de Lauren, o mejor dicho, de su silencio que no había estado en absoluto pendiente de la conversación que estaban teniendo los más adultos en aquella cena-barbacoa:
-¿Kaki? ¿Me escuchaste?
La cubana ligeramente negó con la cabeza y después miró a su padre:
-No, lo siento.
-Te he preguntado si podías explicarle a los Jauregui vuestra aventura en Londres-le repitió mientras se reclinaba en su silla con una sonrisa orgullosa en sus labios-. Ellos no han oído esa historia aun...
Camila ladeó un poco la cabeza mirando a la mujer de ojos verdes que tenía sentada a su lado derecho, en aquel porche del jardín, esta estaba demasiado concentrada en su plato de comida, moviendo el alimento con su tenedor de un lado a otro, para darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor.
-Está bien...-murmuró.
Después empezó a narrar lo que había ocurrido en la ciudad de británica, evitando algunos detalles como la muerte de más de cuarenta personas en aquel aula o también como Lauren había estado a punto de ser atravesada por una espada, -aquella última imagen Camila aun no la podía olvidar y de solo pensarlo temblaba con ganas de llorar-, sin embargo, quitando aquellos pequeños detalles, ella intentó hacer justicia a todo lo que había pasado hacia unos días.
-¡Nuestras chicas son duras, eh!-bromeó Alejandro guiñándole un ojo a Mike y a Clara.
La latina en esos momentos, al ya haber acabado de contar su primera misión, alargó el brazo para coger su vaso y beber un poco de agua. Fue entonces cuando se volvió a fijar en Lauren, esta ya no estaba jugando con la comida, aunque en su plato estaba la evidente prueba de que no había comido mucho más, pero en aquel preciso instante la estaba mirando a ella con una pequeña, y casi indetectable, sonrisa en sus labios.
Camila supo al instante que la había escuchado.
Sin embargo, aquella pequeña sonrisa desapareció al instante cuando el sonido de cuatro carcajadas, unidas como una sola, retumbaron por todo el jardín. Camila no supo porque los cuatro adultos se estaban riéndose tan estrepitosamente, pero era evidente que Lauren ya no se sentía a gusto allí.
-Ven conmigo.
Antes de que la cubana hubiese podido decir algo, Lauren le había vuelto a coger de la mano –a Camila le estaba encantando demasiado aquella costumbre-, y le había llevado a través de la casa, escaleras arriba. Ella no sabía hacia donde iban, pero tampoco quiso preguntar, al menos no en esos momentos. Cuando al fin llegaron a la segunda planta, la latina volvió a notar como el nerviosismo de Lauren volvía a resurgir, aquella vez mezclado con nostalgia. Una nostalgia que aumentó cuando Lauren se dirigió directamente a la última puerta del pasillo de la derecha, y después, tras dudar unos segundos, la abrió.
Camila no soltó su mano en ningún momento, ni siquiera cuando la escuchó suspirar con algo de alivio al encender la luz de aquella habitación:
Las paredes eran de un color azul claro, aquello fue lo primero que detectó la cubana, pero después descubrió como todos los muebles que había allí eran blancos: la madera de la cama, el gran armario, todas las estanterías con libros... Camila también notó que a pesar de que todo estuviera muy limpio, aquel cuarto carecía de vida.
Entonces, ella lo entendió.
-¿Es tu habitación?
-Nada ha cambiado...-le contestó Lauren, aunque sin mirarla-. Nada ha cambiado en toda la casa.
La castaña aún se quedó parada en la puerta observando como Lauren iba lentamente entrando en su habitación, antigua habitación, para verlo todo con calma. Camila no se movió del sitio, pero quiso hacerlo muchas veces, sobre todo cuando la mujer de ojos verdes quedaba encarada a ella y podía ver sus preciosos ojos verdes llenos de lágrimas. Finalmente, Lauren acabó sentándose en su vieja cama con la cabeza agachada, fue en aquel momento en el que Camila no lo dudó más y se sentó cerca de ella:
Puedo sentir su angustia... Toda la acumulación de sentimientos que tiene, no está bien...
-Sea lo que sea, suéltalo Lauren... Puedo sentir tu angustia-antes de que la cubana se hubiese dado cuenta, había hablado. Y lo había hecho demasiado rápido. Los ojos de Lauren se abrieron de la sorpresa y del nerviosismo, fue en ese momento en el que la castaña rectificó finalmente:-. No tienes que contármelo si no quieres...
No es de tu incumbencia, Camila... se recordó mentalmente y con algo de reproche.
-Yo... Camz...
Camila no la perdió de vista en ningún segundo, la vio negar con la cabeza y volver a perderse entre sus pensamientos con decisión. Entonces la cubana volvió a sentir todos los sentimientos de Lauren, sin poderlo evitar, se mordió el labio inferior con pesar.
Ella sintió una vez más toda aquella angustia rodear y asfixiar a Lauren, pero aquella vez no hizo nada, tan solo esperó, otra vez. La latina perdió la cuenta de los minutos que llevaban en silencio en aquella habitación, pero todo lo que sentía sí que podía nombrarlo y todo procedía de Lauren... Camila estaba empezando a notar su cuerpo reaccionar ante toda aquella angustia.
Sin embargo, fue una gran sorpresa volver a escuchar la voz de su compañera de equipo:
-Poco después de mi dieciocho cumpleaños...-empezó a decir en un susurro y Camila notó como la angustia empezaba a rodearla a ella también en el proceso-. Quise pasar un día en la montaña, o bueno, rodeada de naturaleza... Todos tenían cosas que hacer: mis padres, mis hermanos, mis amigos... Así que convencí a mi... a mi abuela para viniese conmigo.
-No tienes por qué explicármelo, sino quieres.
Lauren no la escuchó, o quizás si lo había hecho, pero ella siguió con la historia:
-El día fue bien, yo adoraba a mi abuela... Era la persona que mejor me entendía; la más parecida a mí-a la mujer de ojos verdes se le quebró la voz, pero siguió-. A principio de la tarde, nos refugiamos entre varios árboles porque empezó a llover muy fuerte y se empezaron a escuchar truenos muy cerca... Todo pasó tan rápido...-murmuró para sí misma-. Lo último que recuerdo fue como ella me había cogido de las manos y luego yo sentí un intenso dolor... Jamás olvidaré ese dolor-Lauren negó con la cabeza antes de limpiarse las lágrimas-. Desperté una semana después con cicatrices en las palmas de las manos... Desperté con esto...-dijo alzando sus propias extremidades.
-Déjame verlas...
Otra vez había hablado sin pensar, pero aquella vez era porque la angustia de Lauren la había rodeado tanto que no podía quedarse más de brazos cruzados:
-Camila...
-Me pediste tiempo y lo entiendo...-explicó acercándose un poco más a ella en aquella cama-, pero tu angustia sigue creciendo, y yo lo notó más que cualquier otra cosa... Déjame ayudarte.
-¿Cómo?-preguntó después de pensar durante unos segundos.
Exacto, ¿cómo vas a hacerlo Camila?
Sin embargo, antes de que llegase a pensar algo más, su cuerpo hizo el resto por ella. Así lo entendió Camila, su cuerpo estaba reaccionando a toda la angustia de Lauren que le había rodeado:
Some people live for the fortune
Some people live just for the fame
Some people live for the power, yeah
Todo empezó con un susurro que hizo que Lauren fijase su mirada en ella; cuando Camila vio como la mujer que tenía delante esbozaba una pequeña sonrisa con sus labios empezó a cantar con un poco más de voz.
Some people live just to play the game
Some people think that the physical things
Ambas dejándose llevar, se miraron a los ojos durante unos segundos hasta que Camila rompió aquel contacto bajando su mirada hacia la mano derecha de Lauren. Lentamente la cogió y empezó a tirar de la tela del guante negro. Fue instantáneo, Lauren se tensionó y empezó a tirar con su mano hacia atrás, pero Camila no se lo permitió:
-Relájate, Lauren...-dejó de cantar para decirle en un susurro-. Todo va a salir bien.
Cuando la cubana volvió a encontrarse con aquellos profundos ojos verdes, volvió a cantar aquella canción donde la había dejado, pero aquella vez no rompió el contacto visual.
Define what's within
And I've been there before
But that life's a bore
So full of the superficial
Ella dejó que las palabras que salían de su boca las relajasen a ambas y, sin darse cuenta, había conseguido su cometido. Le había quitado el guante a Lauren y su mano ahora estaba completamente desnuda. De reojo, Camila se fijó en la piel de la joven, pero solo con algo de concentración pudo darse cuenta de la cicatriz que había a lo largo de la palma de su mano, era irregular y blanquecina, pero en ningún momento soltó electricidad.
Aquello era un buen avance.
Lauren tenía la respiración tranquila y relajada.
Some people want it all
But I don't want nothing at all
If it ain't you baby
If I ain't got you baby
Some people want diamond rings
Some just want everything
But everything means nothing
Aquella vez, su cuerpo la hizo reaccionar de manera que sus dedos rozaron la piel de la palma de la mano de Lauren. Fue un simple roce con la yema de los dedos, pero hizo que ambas se volvieran a mirar a los ojos. No había pasado nada. Así que, Camila, en esos momentos mucho más confiada, tocó aquella cicatriz con sus dedos; fue suave y lento, pero a la vez profundo.
Ya no era un simple roce.
If I ain't got you
-¡Chicas!
El dolor que sintió Camila en sus dedos fue instantáneo; un calambrazo que hizo que rápidamente apartara su mano de la cicatriz de Lauren.
-Auch...-susurró.
Le había soltado una pequeña y ligera descarga eléctrica.
En aquel mismo instante pudo ver como la mujer de ojos verdes se volvía a poner el guante derecho rápidamente, para después mirarla con tristeza a los ojos:
-Lo siento...
Sin embargo, a la latina no le dio tiempo a responder, no le dio tiempo a decirle que no había nada que sentir, porque su madre se asomó por la puerta de aquella habitación:
-Camila, es hora de irnos a casa, mija.