Feel Again I: X Factor (CAMRE...

By jiimmy7

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El tiempo soluciona los problemas. No, a veces no lo hace. Huir es la mejor solución. No, a veces no lo es. ... More

Prólogo
Dolor, culpas y castigo
La mañana antes
Marie
Nombre y apellido
Distracción
Atrapada
Nota
Mansión
Carpeta "H"
X Factor
Contrato
1432
Una ducha y un abogado
Un principio...
Presentaciones
El secreto de Ally
Sin cocinero
Recuerdos de superheroína
La siesta de Dinah
Sean Bankhead
Examen médico
Demostraciones
Don
Hulk y el psicólogo
Kawasaki
Medianoche
Fan de Beyoncé
Números y más números
Jauregui
Mural
Clases de meditación
Camz vs Mila
Iniciación en la lucha
Gran discurso
Otra vez
Tormentas de miedo
Historias
Puntería
Bombillas
Ahora no
Pequeños triunfos
Un duro golpe
Tiempo
Primer simulacro
El fin de una etapa
Juego de la bandera
Empieza el juego
La bandera
Ganar o perder
1D
Aceptadas
Exigencias
Fiesta de cumpleaños
Una nueva familia
Primera misión
Viaje a Londres
Mañana en el museo
Black Magic
Miami
Un regreso forzado
Habitación 260
Sin voz
La vuelta a casa
¿Por qué te fuiste?
If ain't got you
Dos días
Operación Camren
Personal
Una idea loca
Equipos
Los viajes a escondidas de Louis
5H y 1D
Australia
Presagio
La vida de Camila
2802
Alerta roja
Puzle
Los viajes a escondidas de Louis (II)
El último primer beso
Destino
Extraña sensación
Bomba de humo
San Diego
Una misión para dos
Quizás para siempre
Agua y electricidad
Rojo
Epílogo

Llamadas al pasado

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By jiimmy7

Capítulo 14: Parte III

Lauren, 1 de junio; Los Ángeles.

Lauren, al menos, había esperado hasta que Normani hubiera soplado las velas de su tarta y hasta que hubiese recibido todos los regalos antes de irse de aquel local. Ella había esperado por respeto a la cumpleañera, pero después de cinco minutos intensos de llanto en el hombro de Camila lo único que había querido hacer había sido encerrarse en su habitación y meterse en su cama.

Así que después de que todos se hubieran dispersado por el local, tras la entrega de regalos en la que Lauren le había obsequiado con una pulsera y unos pendientes a juego-consejo de Dinah-, había ido hablar con la cumpleañera y se había disculpado con ella poniendo la excusa de que no se encontraba bien.

Y eso no había sido del todo mentira.

Sin embargo, cuando había salido por la puerta se había encontrado de frente con Mario:

-¿A dónde vas?-le había preguntado el asistente con las manos en los bolsillos.

-Iba a pedir un taxi. Necesito volver a la mansión.

El latino había asentido al instante de escuchar su respuesta:

-Yo te llevaré.

Después de aquella sentencia, ella no había podido discutir mucho más con Mario porque él se había negado a aceptar otra respuesta. Así que, sin otra opción, Lauren se había metido en aquel Lexus para ser llevada a la mansión.

Una hora más tarde, allí estaba ella, metida entre sus sabanas: sin la ropa de Normani y con su pijama puesto y también sin ningún rastro de maquillaje en su rostro. Sin embargo sus ojos seguían abiertos como platos, sin poder dormir. Agradecía el silencio de la mansión, sin embargo las voces de su cabeza no se callaban ni un segundo.

Una voz le decía que volviera a coger su teléfono móvil e hiciera caso a Camila, que llamara a alguien de su pasado. Daba igual amigo o familiar. Aquella voz era esa parte de ella más sentimental, por la que en esos momentos se encontraba así.

Otra voz le ordenaba que se olvidara todo aquello y se durmiera de una vez.

También estaba aquella otra voz que le mandaba a ir hacia el garaje, con todas su pertenencias en la mochila, y se fuera de allí. Sin embargo, esa parte era mínima, incluso hacía tiempo que no tenía esa necesidad de irse de allí para no volver. Se había acostumbrado a vivir entre aquellas paredes, a convivir con aquellas personas.

Y por último estaba la voz que no decía nada; aquella era la más difícil de entender. Sin ninguna duda, aquella voz era la suya propia en esos momentos porque no sabía muy bien qué hacer en esos momentos.

Las horas fueron pasando para Lauren, sin embargo pasaron muy lentamente.

Desde su habitación escuchó llegar a todas sus compañeras cerca de las dos de la mañana, a decir verdad, no habían sido muy cuidadosas ni tampoco silenciosas al entrar a la sala común, pero la motorista no le dio importancia. Ella tan solo se quedó mirando el techo de su habitación sin moverse. Ni siquiera intentó distraerse con su ordenador; Lauren tan solo necesitaba pensar en que debía hacer.

Cerca de las seis de la mañana se dio por vencida, si no había dormido ya, es porque no lo iba hacer aquella noche. Así que se destapó de sus sabanas y cogiendo su teléfono móvil, en un arranque de valentía, salió de su habitación y también salió de la sala común de su equipo. Lauren, a paso apresurado, se acercó a uno de los sofás azules y se sentó en él sin dejar de mirar IPhone 6. Ella hizo como horas antes, se fue a la agenda de números y se concentró en aquellos números que siempre tenía guardados. Nunca, en dos años, había llamado a nadie de su pasado, pero en esos momentos era lo que más quería hacer.

Minutos más tarde se quedó mirando uno de los nombres que había y calculando la diferencia horaria, poco después pulsó el botón de llamada. Ni siquiera estaba pensando en lo que estaba haciendo cuando se puso el teléfono móvil en la oreja. El primer tono se escuchó al instante:

Por favor, que no haya cambiado de numero...

Estás loca.

Cuelga... ¡Ya!

Espera, espera y habla con ella.

Y otra vez volvieron las voces en su cabeza; si Lauren no las conseguía callar pronto se iba a volver loca, pero justo en ese instante le hizo caso a una de ellas. Y esperó a que la persona que había llamado le contestase.

-¿Si?-escuchó, segundos después, Lauren; no había duda. Era ella-¿Quién es?

La mujer de ojos verdes podría reconocer aquella voz en cualquier lado:

-Lucy...-dijo en un susurro, pero por el silencio que tuvo como respuesta no supo si le habían escuchado-. Lucy, soy yo...

Lauren había llamado a su mejor amiga de la infancia, Lucy Vives.

-¿Sabes que debería colgarte ahora mismo, no?- y aquella opción Lauren ya se la había mentalizado: ¿quién querría hablar con ella después de haberse ido de aquella manera?- Debería hacerlo, Lauren.

-Lo sé.

-¡Dios! ¡¿Entonces para que me llamas?!-escuchó que la gritaba; otra cosa de la que se había mentalizado-. Han pasado más de dos años desde la última noticia que tuve de ti. Concretamente la última vez que te vi, fue en la fiesta de tu cumpleaños antes de que...

Y entonces volvió el silencio.

-Solo necesitaba hablar con alguien.

-Pues podrías haber llamado a tus padres. Eso hubiera sido una gran idea, Lauren.

-Lucy...

-¡No, nada de Lucy! ¿Sabes? Hablé con tu madre hace dos semanas. Me la encontré en el supermercado y me dijo que ellos sabían que estabas bien, que no podía decirme como lo sabía ni dónde estabas, pero... simplemente, que estabas bien. ¡Lauren, jamás he visto a nadie tan feliz y a la vez tan triste como en esos momentos!

A esas alturas las lágrimas caían de sus ojos a una gran velocidad, mientras que con una de sus manos se tapaba la boca para no dejar que ningún sonido se le escapase.

-Por favor...

Ella suplicó para que dejase aquel tema.

-Está bien-escuchó aquel murmullo-. Solo una cosa más.

-Dime.

-Todos están bien-susurró con decisión-. Toda tu familia está bien.

-Gracias.

No fue un gran peso de encima lo que se quitó con aquella información, pero fue lo suficiente para dejar de llorar. Fue suficiente para que su mente volviera a pensar de manera racional, aquella vez sin voces distintas que la volvieran loca.

-Entonces, ¿de qué quieres hablar? Porque ya que has llamado no pienso colgar ahora-y ahí estaba Lucy Vives, como siempre la había recordado-. Lauren, tenemos una larga conversación pendiente.

-Háblame de ti.

-Bueno...-unos segundos después se focalizó solo en las historias de su vieja mejor amiga-. Finalmente me cogieron en la universidad. Conseguí una buena beca en la universidad de Miami para estudiar leyes...

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