Siento que me alejo de ti aún cuando estoy cerca. Realmente extraño tus ojitos
-¿Puedo preguntar que está usted haciendo, Profesor Carrow?
-!Intento... conseguir... traspasar esta maldita... puerta! -gritó Amycus-. !Ve y traéme a Flitwick! !Obligueles a abrirla, ahora mismo!
-¿Pero no está su hermana ahí? -preguntó la Profesora McGonagall-. ¿No el profesor? Flitwick la dejó ahí esta tarde más temprano, ante su urgente petición ¿Quizás ella podría abrirle la puerta? Entonces no necesitaría despertar a medio castillo.
-!No contesta, vieja escoba! !Abrala! ¡Demonios! !Hágalo ahora!.
-Si de verdad lo desea -dijo la profesora McGonagall, con gran frialdad. Se oyó un geltil golpe de la aldaba y la voz musical preguntó otra vez.
-¿Adónde van los objetos desaparecidos?
¿A dónde van?, mi mente divago un poco, ¿a dónde van si ya no existen?
-A la no existencia, lo que quiere decir, al todo- replicó la profesora McGonagall.
¡Vaya!
-Muy bien expresado -respondió la aldaba en forma de águila, y la puerta se abrió suavemente.
Los pocos Ravenclaw que se habían quedado atrás corrieron rápidamente hacia las escaleras cuando Amycus apareció en el umbral, blandiendo su varita.
Encorvado como su hermana, tenía una cara pálida y fofa y ojos diminutos, que cayeron de inmediato sobre Alecto, extendida inmóvil en el suelo.
Dejó escapar un grito de furia y miedo.
-¿Qué hicieron, jovencitos? -gritó y toda nuestra culpa recayó en inocentes-. Voy a imponer la Maldición Cruciatus a un buen montón de ellos hasta que me digan quién lo hizo... ¿y qué voy a decirle al Señor Oscuro? -chilló, de pie sobre su hermana y golpeándose la frente con el puño-, ¡No lo tenemos, se han ido y la han matado!
-Sólo está Aturdida, -dijo impaciente la profesora McGonagall que se había inclinado para examinar a Alecto-. Se pondrá bien.
-¡No lo creo! -gritó Amycus-. ¡No después de que el Señor Oscuro acabe con ella! Está acabada y borrada para él, siento arder mi Marca. ¡Y cree que tenemos a Potter!
-¿Tienen a Potter? -dijo la profesora McGonagall bruscamente- ¿Qué quiere decir, "tienen a Potter"?
-Él nos dijo que Potter intentaría entrar en la Torre de Ravenclaw, ¡y nos envió aquí para atraparle!
-¿Por qué trataría Harry Potter de entrar en la Torre de Ravenclaw?¡Potter pertenece a mi Casa!
Bajo la incredulidad y la cólera, se oyó un pequeño dejo de orgullo en su voz y el afecto que sentía hacia Minerva McGonagall brotó en mi interior.
-¡Nos informaron de que podría presentarse aquí! -dijo Carrow-. No se por qué.
La profesora McGonagall se levantó y sus pequeños ojos brillantes recorrieron la habitación. Dos veces pasaron por encima del lugar dónde nos encontrábamos.
-Podemos cargárselo a los chicos- dijo Amycus, su cara de cerdo repentinamente astuta-. Bravo, eso es lo que haremos. Le diremos que Alecto fue emboscada por los niños, los niños de arriba -se quedó mirando el techo estrellado hacia el dormitorio- y le diremos que ellos la obligaron a tocarse la Marca, y así fue como se produjo la falsa alarma... No puede castigarlos a ellos. Una par de chicos más o menos, ¿Cuál es la diferencia?
-La única diferencia es la que hay entre la verdad y la mentira, el valor y la cobardía, -dijo la profesora McGonagall, que se puso pálida-, una diferencia, en resumen, que usted y su hermana parecen incapaces de apreciar. Pero déjeme dejarle una cosa muy clara. No va a cargar las culpas de sus numerosas ineptitudes a los estudiantes de Hogwarts. No lo permitiré.
-¿Perdón?
Amycus se movió hasta que estuvo ofensivamente cerca de la profesora
McGonagall, la cara a pocas pulgadas de la de ella. McGonagall se negó a dar un pasó atrás, en lugar de eso bajó la mirada hacia él como si fuera algo
repugnante que hubiera encontrado pegado al retrete.
-La cuestión no es que lo permitas, Minerva McGonagall. Tu tiempo se acabó. Nosotros estamos a cargo ahora, y me respaldarás o pagarás el precio.
Y le escupió en la cara.
Sentí toda la sangre ardiendo recorrer mi cuerpo mientras apretaba mi varita.
Harry sacó la Capa de encima, alzando la varita, y dijo:
-No debiste haber hecho esto.
Cuando Amycus se giraba, Harry gritó,
-¡Crucio!
El mortífago se levanto sobre sus pies. Se contorsionó en el aire como un ahogado, azotado y aullando de dolor, y entonces, con un crujido y un estallido de cristales, y se estrelló contra la librería y cayó acurrucado e insensible, en el suelo.
Quede impresionada, probablemente por la magnitud del hechizo Harry había sentido lo doble que yo.
-Ya veo lo que quería decir Bellatrix, -dijo Harry-, es necesario desearlo realmente.
-¡Potter! -susurró la profesora McGonagall, aferrándose al corazón- ¡están aquí! ¿Qué...? ¿Cómo...? -Luchó para recobrar la compostura-. ¡Potter, eso ha sido una locura!
-Le escupió, -dijo Harry.
-Potter, yo... eso es muy... galante de tu parte... ¿pero no te das cuenta...?
-Sí, me doy cuenta, -le aseguró Harry. En cierta forma su pánico le estabilizó- Profesora McGonagall, Voldemort está en camino.
-¿Oh, ahora se nos permite decir el nombre? -preguntó Luna con un aire de interés, quitándose la Capa de Invisibilidad y arrastrandome a la revelación de identidad con ella. La aparición de un segundo y tercero
proscrito pareció abrumar a la profesora McGonagall, que se tambaleó hacia atrás y cayó en una silla cercana, aferrándose al cuello de su viejo camisón.
-No creo que haya ninguna diferencia en como le llamemos, -dijo Harry a
Luna-. Siempre sabe dónde estoy.
Harry se quedó un poco en blanco y no recobro la compostura hasta que la profesora habló.
-Deben escapar, -susurró McGonagall- ¡Ahora Potter, tan rápido como puedan!
-No podemos-dijo Harry-. Hay algo que necesitamos hacer. Profesora, ¿Sabe dónde está la diadema de Ravenclaw?
-¿La d-diadema de Ravenclaw? Por supuesto que no... ha estado perdida durante siglos. -Se sentó un poco más derecha-. Potter, es una locura, una completa locura para ti entrar en este castillo y Stone, pensé que era usted más sensata.
Solo sonreí y me encogi, realmente a este punto de mi vida la sensatez no cabía en mi mente.
-Teníamos que hacerlo, -dijo Harry-. Profesora, hay algo escondido aquí que se supone que debo encontrar, y podría ser la diadema... si al menos pudiera hablar con el profesor Flitwick...
Se oyó un movimiento, un tintineo de cristal. Amycus se estaba dando la
vuelta.
Antes de que pudiéramos actuar, la profesora McGonagall se levantó, apuntando la varita hacia el atontado mortífago, dijo:
-Imperio.
Amycus se levantó, caminó hacia su hermana, recogió la varita, luego se encaminó obedientemente hacia la profesora McGonagall y se la dio junto con la suya. Luego se echó en el suelo junto a Alecto. La profesora McGonagall agitó su varita otra vez, y una cuerda brillante de plata apareció por arte de magia y reptó alrededor de los Carrows, atándolos juntos apretada mente, espero que muy apretada mente.
-Potter, -dijo la profesora McGonagall, volviendo de nuevo la cara hacia nosotros con soberbia indiferencia hacia el apuro de los Carrows-. Si El Que No Debe ser Nombrado se entera de que estás aquí...
Harry bajó la mirada a una
vasija un segundo y una mueca apareció en su cara, subió el brazo a mi hombro para detenerse y apretó fuertemente.
-¿estás bien? -pregunté con el cuerpo tenso y mi mano en su cara.
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¡Hola mis lectoras preciosas!, les voy a estar subiendo cap en el transcurso del día, así que estén al pendiente.
Las amooo🧡