November

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NOVIEMBRE

Oxford, Inglaterra

La vida sin Terry, era incluso peor que la vida con Terry.

Aunque no por la ausencia de Terry, sino porque perderlo a él había significado quedarse completamente solo. De un día para otro, Will no tuvo ni un solo amigo a su disposición, en Inglaterra. Incluso Fenton había dejado de hablarle y pedirle favores, tal y como si Will nunca hubiese existido. En todos los años que llevaba en Oxford, Will no había sido extremadamente popular, a decir verdad, los amigos que había tenido, siempre resultaban ser amigos de sus parejas, algunos a veces le hablaban aún. Pero, últimamente, era como si se hubiese vuelto invisible.

Ahora, el Hospital estaba lleno de enemigos. La mitad de sus compañeros de trabajo lo odiaban por haber terminado con Terry, la otra mitad lo odiaban por haber estado alguna vez con él.

Will debía cuidarse las espaldas por cuenta propia durante las 36 horas que tardaba su guardia. No importaba si había alguien muriendo frente a él, ningún compañero vendría a ayudarlo con la emergencia, tenía que afrontarlo solo. Ahora recibía los peores horarios, llevaba tanto tiempo con el turno de noche que ya había olvidado como se veía el sol.

Y todo por un pequeño chupete en su cuello.

Will sabía que podía contar con sus amigos de América, sí, pero si era sincero no quería hablar con ellos. Unos cuantos días atrás, Leo le había preguntado si seguía estando con Terry, y él le había dicho que sí. Era una mentira, pero Will podía mentir por escrito sin que las personas se diesen cuenta de que era falso.

No sabía por qué le había mentido, sobre todo a Leo, pero suponía que, dentro de su subconsciente, aun no quería aceptar en voz alta todo lo que había ocurrido. No podía decirle a Leo que había sucumbido ante Nico... No... No podía. Sería como confesarle a tu madre que robaste de su cartera, Leo lo iba a reprender por ello...

"¿Después de todo lo que ha pasado, Will?"— casi podía escucharlo— "¿Me estás hablando en serio?"

Y es que Leo era bastante comprensivo la mayor parte del tiempo, pero también lo había acompañado durante su rompimiento con Nico. El trauma no había sido exclusivamente de Will, Leo también había sufrido su dolor. Will tenía la leve sospecha de que Leo aún le guardaba cierto rencor a di Angelo.

¡Pero Will no quería pensar acerca del rencor hacia di Angelo! Más que eso, no quería pensar en ese idiota en lo más mínimo.

No quería acabar llorando de nuevo.

Otra razón para no decirle la verdad a Leo, era que este se lo contaría a Calipso, y Cali se lo diría a Hazel... ¡Y Will no podía decirle esto a Hazel! No tenía las agallas suficientes para hacerlo.

Tal y como si el destino estuviese conspirando para hacerlo sentir peor, algo había cambiado en el comportamiento de su jefe directo: El doctor Peter Hawk. Ahora, parecía estar enojado todo el tiempo. Era un señor mayor, y con carácter muy fuerte, que siempre tenía el ceño fruncido, pero nunca elevaba la voz para imponer respeto. Will se había llevado bien con él desde el inicio, o al menos eso creía, pero desde que terminó con Terry, Hawk le dejaba el doble de trabajo a él, a tal punto que era imposible no notar la diferencia entre el resto de los internos y él. Por otro lado, la doctora White y el doctor Beckett, los otros dos doctores de alto rango, tendían a regañarlo por cada cosa que lo veían hacer mal.

Justo en aquel momento, Will estaba saliendo de una guardia bastante dura, que había durado más de lo habitual. No había comido nada – ya casi nunca comía en el hospital, en realidad, odiaba hacerlo solo —, y no había tenido ni un solo segundo de descanso. Hawk le había ordenado mantener el orden de todos los expedientes de Oncología, que eran realmente muchos. Luego Beckett lo reprendió por confundir la dosis de penicilina de un paciente con la de otro, y la doctora White lo obligó a practicar punciones con ella durante toda la mañana, bajo la única excusa de gritarle todo lo que estaba incorrecto en su técnica: "¡Es que quieres dejarlo inválido, Solace?".

Returning HomeWhere stories live. Discover now