Jail on the sea

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Honolulu, Hawái

— ¿Ya lo llamaste?— Percy está cada vez más desesperado, no puede evitarlo. Se mantiene dentro del agua, y está consciente de que hay un montón de cámaras grabándolo, por lo cual mantiene una sonrisa forzada en su rostro, y de vez en cuando nada de un lugar a otro dando vueltas sobre su propio eje, o se sumerge y vuelve a emerger como delfín explotado en parque temático.

—Sí— contesta Grover, también con su sonrisa forzada. Las palabras se escapan apretadas en medio de sus muelas— Lo he hecho todas y cada una de las cuarenta y ocho veces que me dijiste que lo hiciera. También envié los cuatrocientos mensajes. No contesta.

—Hazlo otra vez— insiste Percy, y mete la cabeza nuevamente al agua, nada por debajo y llega hasta la orilla de la lancha— ¿Ya lo intentaste otra vez?

—Sí, Percy, sí— Grover ya llegó a su límite, es más preocupación de la que puede manejar y los nachos que estaba comiendo, ya se acabaron. Si no fuera porque está muy concentrado en el celular, probablemente hubiera mordido accidentalmente la envoltura vacía— Ya lo estoy intentando de nuevo, pero no... ¡Ah! — suelta un gritito afeminado y Percy hace lo mismo solo por la impresión— Contestó.

— ¡Dámelo!— Percy saca las manos del agua e intenta arrebatarle el celular— Yo hablo con él.

—Te vas a hundir, idiota— le devuelve Grover, luego recuerda las cámaras y sonríe disimulando— Yo te lo sostengo.

—Yo puedo — insiste Percy y esta vez su amigo sí le entrega el dispositivo, pero le sujeta una de sus manos, al mismo tiempo, y lo obliga a aferrarse de la lancha — Te digo que estoy bien. No me voy a ahogar.

—Si se te moja el celular no me culpes a mí— le suelta Grover molesto— ¡No voy a correr a comprarte uno nuevo si se te cae!

Percy lo mira con la boca abierta, sumamente ofendido, mientras que Grover le pone cara de padre estricto y al ojiverde no le queda otra opción más que hacer un puchero, pero tener cuidado de no dejar caer el aparato al agua, si no quiere quedarse incomunicado durante quién sabía cuánto tiempo. Es decir, su teléfono soportaba caer al agua, ya conocía su nivel de distracción y compró uno lo suficientemente fuerte como para sobrevivir un chapuzón. Pero no iba a resistir una visita a los corales.

— ¡Hola!— dice el ojiverde, aun mirando mal a Grover por un segundo, pero luego fijándose en la pantalla de su celular, que tiene el brillo al máximo para poder ver algo. Nico di Angelo le devuelve la mirada, pero no le contesta. Percy se asegura de que la llamada siga activa, y al no obtener respuesta vuelve a intentar— ¿Nico?

— ¡Oh! ¿Ya me estás hablando a mí?— ironiza Nico— Pensé que estaba aquí solo para observar su discusión marital.

—Tomando en cuenta la cantidad de divorcios que haces al año, no debería importarte demasiado— le devuelve Percy, fingiendo estar molesto, pero con la comisura de sus labios insistentemente curvada hacia arriba, como cada vez que hablaba con uno de sus amigos lejanos— Es el pan de cada día, ¿no?

—Hogar dulce hogar— devuelve Nico, con su voz denotando irritación para luego encogerse de hombros— ¿Qué fue lo que hiciste? ¿En serio vas a quedarte en el agua hasta... cuándo? ¿Hasta que Annabeth desista? — suelta una carcajada que sale demasiado natural y burlista como para que Percy empiece a dudar de si fue buena idea llamarlo— ¿Te das cuenta que eso te condena a estar ahí para siempre?

—Hey, hay algo en lo que nadie nunca ha tenido dudas— gruñe Percy— Y eso es, que mi terquedad puede competir bastante bien con la de ella. — Nico balancea la cabeza como midiendo posibilidades y luego vuelve a encogerse de hombros, dándole la razón. El peso sobre los hombros de Percy se aliviana un poco— ¿Puedo ir a la cárcel?

Returning HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora