Will

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Era una gran suerte que Donato hubiese pagado habitaciones de hotel que funcionaban con cerradura de tarjeta, y no con llave, porque el temblor en las manos de Nico, a causa de la desesperación por abrir la puerta rápido, le estaba dificultando bastante la tarea. Tenía los brazos de Will enrollados alrededor de su cuello, y sus labios besándole toda la extensión desde su oreja, pasando por la mandíbula y llegando hasta la boca.

La puerta se abrió a duras penas, y cerrarla a sus espaldas fue lo único en lo que perdió el tiempo. La luz se quedó apagada, la tarjeta cayó violentamente sobre la mesa de la pequeña sala con la que contaba la habitación. Nico empujó a Will hasta llevarlo hacia la cama, y él no puso resistencia alguna, por el contrario, tan pronto como el italiano se deshizo de la tarjeta, él volvió a besarle los labios con hambre y deseo de recibir más.

Al menos así lo sentía Nico.

Pero siempre se habían sentido así los besos de Will. Otros amantes fingían satisfacción hasta que llegaba lo verdaderamente interesante, Nico lo notaba, y fingía también que no se enteraba. Si veía que la cosa no marchaba bien, simplemente cancelaba la parte de los besos e iba a aquello para lo cual ambos estaban ahí. También había estado con personas a las que sí les gustaban los besos, pero que besaban como si fuese una obligación, o un requisito, o... simplemente un hecho.

Will no. Will besaba como si se le escapara la vida en ello, como si con cada caricia de su lengua estuviese excavando en una parte del alma de Nico, y él realmente quisiera poder llegar hasta algún nivel de profundidad que le permitiría encontrar algo... Lo que fuera que estuviese buscando. Will entremetía los dedos en el cabello de Nico, dejándolo tan despeinado que era imposible fingir después que nada había pasado. Él mordía sus labios de vez en cuando. Él se aseguraba de que sus cuerpos se tocaran en todas partes.

Besar a Will era mil veces más orgásmico que tener sexo con cualquier otra persona.

Y tenía el maldito talento de hacerlo como si fuera lo más natural del mundo. Tan pronto como llegó a la cama, se dejó caer, aún sin dejar de besar a Nico, y avanzó lo suficiente hasta acomodarse en las almohadas, cómodamente, entonces se quedó acostado y le permitió a Nico acoplarse sobre él, con sus dos manos a los lados de su torso, para sostenerse; una rodilla en medio de sus piernas, tremendamente cerca de la pretina del pantalón, y la otra al lado de su muslo izquierdo.

Nico se separó de aquellos labios que le daban vida un diminuto segundo, solo para sacarse la camisa de botones, que no tenía tiempo para desabrochar, y luego volvió a él. Pero esta vez, las manos de Will no fueron hacia su cabello para despeinarlo más, sino que se entretuvieron mejor en quitarle el pantalón. Cuando consiguió bajarlo lo suficiente para que Nico pudiese terminar de apartarlo con sus piernas, procedió a deshacerse de sus propias prendas.

La camisa no era importante, según él, así que la dejó donde estaba, y con manos temblorosas procedió a abrir la cremallera de su pantalón y quitar el botón. Después, levantó la cadera para bajar la tela de mezclilla, junto al algodón de su ropa interior, al mismo tiempo. En ese movimiento, aproximó tanto su entrepierna a la de Nico, que este no pudo evitar la tentación, y terminó sujetándolo de la espalda baja, para que chocaran sus miembros y la fricción se mantuviera durante un momento.

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