Is there a Manual?

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Priviusli in Riturnin Jom: Calipso está enojada con Leo porque no le dijo que sabía la razón por la cual Frank estaba actuando extraño. En realidad no está enojada, pero quiere que Leo piense que sí. Además, Leo acordó una cita con Jason y Piper, para "mañana" es decir domingo.

Fin del Priviusli.

Los Ángeles, California. Hotel Atlas

Cuando el zapato de tacón se estrelló contra la pared, Leo se dio cuenta de que las cosas se habían salido de control.

Subir las escaleras a pie, había representado un tremendo esfuerzo físico, no solo para él y sus piernas, sino también para Calipso, lo sabía bien. Pero la chica había llegado hasta la puerta de su habitación y a pesar de que probablemente se encontraba casi sin aliento, fingió que todo estaba perfectamente bien con sus pulmones. Su mirada imperturbablemente furibunda atacó a Leo como si de rayos láser se tratara.

—Pudiste habérmelo dicho— espetó la chica, sin levantar demasiado la voz, pero con una firmeza que dejaba muy en claro que si Leo hacía algún chiste al respecto, o intentaba negarlo una vez más, iba a pagarlo con creces.

"Vamos a ir directo al grano"— pensó Leo— "Oh Dios, ten compasión de mí"

— ¿Entonces?— volvió a acribillar Calipso, y el chico se dio cuenta de que se había quedado demasiado tiempo sin contestar. Quizá no fue tanto tiempo, quizá Calipso simplemente quería ponerlo más nervioso que antes.

—Entonces...— había funcionado, ahora estaba jodidamente muerto de pánico. No había modo posible en el que Leo pudiera decir algo razonable ahora mismo.

Porque tenía miedo. Le daba pavor.

No de Calipso, obviamente, sino de arruinarlo. Había sido así desde hacía siglos; sabía que debía sentirse sumamente agradecido de tener a esa mujer a su lado, porque no la merecía y cualquier desliz por su parte podría hacer que ella finalmente se diera cuenta de eso y lo abandonara. Leo no simplemente no quería, sino que en serio no podía siquiera imaginar lo que haría si ese día llegaba.

Se conocía a sí mismo bastante bien: No era el más atractivo del mundo, ni el más inteligente y mucho menos el más bondadoso o amable. Ni siquiera era un buen partido. Pero Calipso había querido estar junto a él, a pesar de que ella sí que era todas esas cosas; ella era una diosa en la tierra y si quería, podía tener a cualquier hombre que se le antojara tener.

Pero había preferido a Leo.

Siempre. Lo prefirió por encima del resto de sus amigos, lo prefirió por encima de todos aquellos aprovechados niños mimados que habían intentado ligar con ella en la universidad, y por sobre todas las cosas, lo eligió a él por encima de su propio padre. Ufff... Atlas había sido todo un obstáculo para Leo. Y no vamos a adentrarnos mucho en ese camino, porque no debes hablar mal de los muertos.

El punto era, que en situaciones como esta, Leo se sentía como si estuviera caminando a través de un puente de hielo, al mismo tiempo que sus pies estaban hechos de lava ardiente. Si caminaba demasiado rápido, el puente se rompería y él caería al vacío; pero si se quedaba demasiado tiempo en el mismo lugar, entonces el suelo bajo sus pies se derretiría y de igual modo estaría muerto. Podía sentir su corazón bombeando fuertemente contra su pecho, e incluso sus ojos estaban nublándose.

¿Podía morir por un ataque de pánico ocasionado por la posibilidad de perder a la mujer que amaba?

—De acuerdo no pongas esa cara— Calipso volvió a hablar, esta vez después de soltar un suspiro, y mucho más calmada que antes— Me miras como si fuera a golpearte... No estoy tan enojada, y además sabes que lo de hace rato con tu nariz fue un accidente.... ¡Dios! Escúchame... Si cualquier otra persona nos viera ahora y escuchara mis palabras, pensaría que tenemos un serio caso de violencia doméstica.

Returning HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora