Mr. Delta

3K 387 255
                                    

Hola hola corazones, quiero, sinceramente y de todo corazón, disculparme con aquellos que terminan de leer Crossing Roads con final feliz, y de inmediato inician a leer Returning Home.

Jajajajaja

Juro que no fue a propósito jajajaja

Besitos, disfruten el cap.

***

Los Ángeles, California

Leo estaba lavando los platos después de la cena.

En buena teoría, no había nada de malo en esa sencilla afirmación, excepto porque esta era la tercera ronda seguida de platos y cubiertos que lavaba, y que, en realidad estaba en uno de los hoteles de Calipso, por lo cual no tenía el más mínimo sentido que él lo hiciera, cuando había gente que trabajaba en ello. Sin embargo, nadie en la cocina tenía la intención de impedírselo, por el contrario, ponían más utensilios a su lado para que siguiera con su trabajo.

Durante las primeras dos rondas, Calipso se había divertido. Ja. Era un show completamente maravilloso ver como su novio intentaba por todos los medios hacer buenas acciones para contentarla, y a la vez retrasar la próxima discusión que se aproximaba segundo a segundo. Sin embargo, en la tercera ronda ya empezó a darle ternura y tuvo que obligarse a recordar estupideces de su novio para poder mantenerse enojada.

Cosas horribles. Aquellas que hacían que le dieran ganas de ahorcarlo hasta que aprendiera a ser un poco más civilizado y dejara atrás sus malas costumbres. Como aquella vez en la que "accidentalmente" atropelló el teléfono celular de Calipso, dejándola sin contactos y sin todo aquello que tenía en la tarjeta de memoria, con la intención de comprarle uno nuevo y más bonito. Es decir... ¿Era necesario?

También estaba, por supuesto, aquella ocasión en la que borró por error el documento en la laptop de Calipso en el cual ella tenía guardada su tesis universitaria terminada, que debía entregar la semana siguiente, y durante dos días la chica lloró sin descanso, intentando escribirla de nuevo. Hasta que Leo consiguió recuperar los archivos completamente sanos y salvos.

¡Solo Dios sabía cómo lo había conseguido aquella vez!

Sí, en esas memorias debía concentrarse para poder mantener su ceño fruncido y su estómago tenso. El enfado era muy importante para hacerle escarmentar a su novio. A Calipso no le gustaba que le ocultaran las cosas, y si bien es cierto, esta vez había una buena justificación... Incluso si Leo se lo hubiera contado ella no habría ido corriendo a decírselo a Hazel. ¡Vamos! Que también sabía guardar secretos importantes y lindos como este. Así que sabía que hacerle notar su molestia por ello, era lo correcto.

Y es que Calipso era conocida por ser una verdadera reina de corazón sólido, podía ser cruel cuando quisiera y ganarle en fiereza a cualquier otra chica que se considerara a sí misma como una reina del hielo (guiño, guiño), pero cuando se trataba de Leo, la chica se derretía como queso sobre pan caliente. Verlo con el ceño fruncido, intentando ayudar con cualquier cosa que se le pasara por el frente, hacía que no pudiera fingir estar enojada, tal y como se había prometido que haría.

Aunque, afortunadamente, Leo aún no lo había notado.

Ahora bien, a pesar de que a Calipso le estaba resultando muy tierno su novio, tampoco iba a desperdiciar la oportunidad. Tenía gran suerte, en realidad, de que Leo estuviera actuando tan diligentemente, y de que ella no estuviera enojada en serio. Porque de este modo, podía pedir lo que necesitaba, sin sentirse mal por tener que bajar el orgullo.

—Leo— dijo ella, recargada en la puerta de la cocina del hotel. De inmediato todos los empleados se pusieron en guardia, sus rostros estaban llenos de culpabilidad como si ella fuera a reprenderlos por abusar de su novio. Leo, por otro lado, estuvo a punto de quebrar la vajilla de porcelana al escucharla.

Returning HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora