DOS AMORES 4 (SPANISH)

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Arthit aguardaba, impacientemente, a que la dependienta le entregara su pedido. Una leve sonrisa asomó a sus labios y sus dedos,como si tuvieran mente propia, comenzaron a tamborilear sobre la barra del puesto. 

Hacía ya meses que no había podido comprar su bebida favorita y, la verdad, apenas si podía esperar... En el hospital en el que había estado ingresado todas esas semanas no la vendían y encima sus padres, a instancia del médico, se habían propuesto hacer que redujera la cantidad de azúcar que tomaba al día así que tampoco había podido pedirles a ellos o a sus amigos que se la compraran. 

Una estupidez, desde su punto de vista. 

Pero finalmente, ahora que había vuelto a la universidad podía comprarla él mismo así que, cada mañana, bajaba a la pequeña tienda donde, junto con su desayuno, podía comprar un par de botellas.

"Si tan sólo las vendieran en recipientes más grandes..."

No le importaba que la dependienta lo mirara raro todos los días, ni siquiera que tardaran tanto en preparar los pedidos. Y es que sólo era importante el hecho de que, sin duda, era la mejor leche rosada que había probado en su vida y, desde luego, no pensaba dejar de tomarla porque su madre pensara que estaba algo más gordo.

Gordo...ya....

¿Cómo no iba a estarlo después de tanto meses en coma?.. 

Pero ya lo solucionaría. No había nada mejor que un par de horas de caminata  para bajar esos kilitos y ya... pero dejar de beber su leche.. eso sí que no.

- "Aquí tiene.." - le dijo la muchacha mientras le pasaba un par de bolsas con la comida y una tercera donde, junto a sus tres botellas de leche rosada, un te helado comenzaba a calentarse con rapidez.

"Nam y su manía de pedir estas cosas...si sabe que no puedo correr...", se dijo mientras pagaba a la dependienta y luego comenzaba a caminar, lo más rápido que podía, hacia el edificio de apartamentos. 

Sin embargo, nada más girar en una esquina, chocó contra un joven que venía en sentido contrario. Las bolsas cayeron al suelo, lo que hizo que dejara escapar un leve grito para, inmediatamente después, lanzarse sobre ellas para comprobar que todo estaba bien...

Fue entonces cuando, al ir a recoger la última bolsa, observó como una mano se le adelantaba. El joven con el que había chocado acababa de recogerla y, tras mirar en su interior, se volvió hacia él sonriendo alegremente.

- "No te preocupes, no se ha salido nada..."

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Kongpob sonrió y, sin decir nada más, le entregó la bolsa al joven que, con las mejillas sonrosadas y una expresión tímida en su rostro, le agradeció su ayuda con un leve gesto para después marcharse hacia el portal del edificio que tenían delante.

- "Lo sabía..." - susurró mientras lo observaba desaparecer tras cruzar la puerta del bloque.

Y es que era tan lindo como se lo había imaginado. Y esos labios... 

Ese puchero con el que lo había mirado cuando se dio cuenta de que Kong tenía la bolsa con las bebidas... lo único que no había podido comprobar era si su voz era tan linda como todo lo demás. Aunque, sin duda, esperaba hacerlo algún día..

Finalmente sonrió y tras unos minutos que pasó mirando hacia la puerta, ahora cerrada, del edificio, continuó caminando hacia el supermercado. Eso sí, no sin antes prometerse pasar por la tienda donde el chico había comprado esas bebidas. Y es que, tras su pequeño encuentro, sin duda se le había antojado comprar una.

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