Capítulo 102.

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Sr J: ¿Le gustaría algo de desayuno, Sra. Vélez? —pregunta la Sra. Jones. Sacudo la cabeza.

Tn: No tengo hambre, gracias. —Ella presiona los labios pero no dice nada.

Christopher: ¿Dónde estabas? —pregunta, su voz baja y ronca. De repente Sawyer, Mauricio, Ryan y la Sra. Jones se dispersan, escurriéndose hacia la oficina de Mauricio, el vestíbulo y la cocina como ratas aterrorizadas huyendo de un barco que se hunde. Ignoro a Christopher y marcho hacia nuestra habitación.

Christopher: Tn —me llama—, respóndeme —oigo sus pasos detrás de mí mientras camino hacia la habitación y continúo hacia nuestro baño. Rápidamente, cierro la puerta con llave. —¡TN! —Christopher golpea la puerta con fuerza. Abro la ducha. La puerta suena bruscamente—. Tn, abre la maldita puerta.

Tn: ¡Vete!

Christopher: No me voy a ir a ningún lado.

Tn: Como quieras.

Christopher: Tn, por favor.

Me meto en la ducha, bloqueándolo con éxito. Oh, está tibio. El agua curativa cae como una cascada sobre mí, limpiando el agotamiento de la noche de mi piel. Oh Dios. Se siente tan bien. Por un momento, un momento corto, puedo pretender que todo está bien. Lavo mi cabello y para cuando he terminado, me siento mejor, más fuerte, lista para enfrentarme al tren sin control que es Christopher Vélez. Envuelvo mi cabello en una toalla, enérgicamente me seco con otra, y la envuelvo alrededor de mí. Abro la cerradura y la puerta para encontrar a Christopher apoyado contra la pared opuesta, las manos detrás de la espalda. Su expresión es cautelosa, la de un predador de caza. Paso a grandes zancadas frente a él y hacia nuestro guardarropa.

Christopher: ¿Me estás ignorando? —pregunta sin poder creerlo a la vez que se para en la puerta del guardarropa.

Tn: ¿Perceptivo, verdad? —murmuro distraídamente mientras busco algo que ponerme. Ah, sí; mi vestido color ciruela. Lo saco de la percha, elijo mis botas negras de taco aguja, y me dirijo hacia la habitación. Hago una pausa para que Christopher salga de mi camino, lo cual hace, eventualmente; sus buenos modales intrínsecos apoderándose de él. Siento sus ojos penetrándome mientras camino hacia mi cómoda, y lo espío por el espejo, de pie inmóvil en la puerta, observándome. En un acto digno de una ganadora del Oscar, dejo caer la toalla al suelo y pretendo que soy inconsciente de mi cuerpo desnudo. Oigo su jadeo ahogado y lo ignoro.

Christopher: ¿Por qué estás haciendo esto? —pregunta. Su voz es baja.

Tn: ¿Por qué crees? —Mi voz es suave como el terciopelo mientras saco un bonito par de bragas negras de encaje de La Perla.

Christopher: Tn... —se detiene mientras me las pongo.

Tn: Ve y pregúntale a tu Sra. Robinson. Estoy segura de que ella tendrá una explicación para ti —murmuro mientras busco el corpiño que hace juego.

Christopher: Tn, te lo he dicho antes, ella no es mi...

Tn: No quiero oírlo, Christopher—hago un gesto desdeñoso con la mano—. El momento para hablar fue ayer, pero en su lugar decidiste despotricar y emborracharte con la mujer que abusó de ti durante años. Llámala. Estoy segura de que estará más que deseosa de escucharte ahora. —Encuentro el corpiño que hace juego y lentamente me lo pongo y lo prendo.Christopher entra más en la habitación y pone las manos en sus caderas.

Christopher: ¿Por qué estuviste fisgoneando? —dice. A pesar de mi decisión me ruborizo.

Tn: Ese no es el punto, Christopher—estallo—. El hecho es que las cosas se ponen difíciles, y tú corres a ella. —Su boca forma una línea sombría.

Christopher: No fue así.

Tn: No estoy interesada. —Tomando un par de medias negras hasta el muslo con encaje en la parte superior, retrocedo hacia la cama. Me siento, enderezo el pie, y suavemente deslizo la tela de gasa por mi muslo.

Christopher: ¿Dónde estabas? —pregunta, sus ojos siguiendo mis manos por mis piernas, pero continúo ignorándolo mientras hago rodar la otra media. Poniéndome de pie, me inclino para secar mi cabello con la toalla. Por entre mis muslos separados, puedo ver sus pies desnudos, y siento su intensa mirada. Cuando he terminado, me pongo de pie y retrocedo hacia la cómoda de donde tomo mi secador de cabello. — Respóndeme. —La voz de Christopher es baja y ronca. Enciendo el secador de cabello para no poder oírlo más y lo observo por entre mis pestañas en el espejo mientras seco mi cabello con los dedos. Él me da una mirada feroz, los ojos entrecerrados y fríos, helados incluso. Alejo la mirada, concentrándome en la tarea que estoy haciendo e intentando reprimir el escalofrío que corre a través de mí. Trago con fuerza y me concentro en secar mi cabello. Todavía está enfadado. Sale con esa maldita mujer, ¿y está enfadado conmigo? ¡Cómo se atreve! Cuando mi cabello luce salvaje e indomable, me detengo. Sí... me gusta. Apago el secador.

Christopher: ¿Dónde estabas? —susurra, su tono ártico.

Tn: ¿Qué te importa?

Christopher: Tn, detente. Ahora. — Me encojo de hombros, y Christopher se mueve rápidamente a través de la habitación hacia mí. Me vuelvo enseguida, alejándome cuando él extiende sus manos.

Tn: No me toques —siseo y él se congela.

Christopher: ¿Dónde estabas? —demanda. Sus manos forman puños a los lados.

Tn: No estaba afuera emborrachándome con mi ex —digo furiosa—. ¿Te acostaste con ella? — Él jadea.

Christopher: ¿Qué? ¡No! —me mira con la boca abierta y tiene el coraje de lucir herido y enfadado a la vez. Mi subconsciente exhala un pequeño, bienvenido suspiro de alivio. —¿Crees que te engañaría? —su tono es uno de ultraje moral.

Tn: Lo hiciste —gruño—. Al tomar nuestra vida privada y contarle tu debilidad a esa mujer. —Su boca se abre.

Christopher: Debilidad. ¿Eso es lo que crees? —Sus ojos arden.

Tn: Christopher, vi el mensaje. Eso es lo que sé.

Christopher: Ese mensaje no era para ti —gruñe.

Tn: Bueno, el hecho es que lo vi cuando tu celular cayó de tu chaqueta mientras te desvestía porque estabas demasiado borracho para desvestirte solo. ¿Tienes una idea de cuánto me has lastimado al ir a ver a esa mujer? — Él palidece momentáneamente, pero estoy en una racha, mi perra interna se desata. — ¿Recuerdas anoche cuando volviste a casa?¿Recuerdas lo que dijiste? —Me mira en blanco, su rostro congelado.

Tn: Bueno, pues tenías razón. Elijo a este bebé indefenso en lugar de ti. Eso es lo que cualquier padre cariñoso haría. Eso es lo que tu madre debería haber hecho por ti. Y lamento que no lo haya hecho... porque no estaríamos teniendo esta conversación ahora mismo si lo hubiera hecho. Pero ahora eres un adulto... necesitas crecer y abrir los ojos y dejar de comportarte como un adolescente malhumorado. Puede que no estés feliz con este bebé. Yo no estoy eufórica al respecto, dado el momento y tu respuesta menos que tibia a esta nueva vida, esta carne de tu carne. Pero bien puedes hacer esto conmigo, o lo haré sola. La decisión es tuya. Mientras te revuelcas en tu hoyo de autocompasión y odio por ti mismo, yo voy a ir a trabajar. Y cuando vuelva llevaré mis pertenencias a la habitación de arriba.

Parpadea hacia mí, impactado.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant