POV Emma Miller.
Después de salir del reino de Henry, emprendimos nuestro viaje para buscar alguna casa abandonada que pudiéramos ocupar y refugiarnos.
Pasaron alrededor de cuatro horas hasta que encontramos una calle en la que casi no había personas. La mayoría de las casas estaban desocupadas; de hecho, estábamos confiando con que el congreso no buscara aquí.
Examinamos la casa, en total había tres habitaciones, dos baños, la cocina y un pequeño comedor de madera empolvado.
—Bueno... ¿piedra, papel o tijera para ver quién se queda con la habitación? —preguntó Henry mientras tenía el puño apretado—. Porque realmente no pienso quedarme en ese sofá.
—Está bien —interrumpí—. Hay una habitación con una cama matrimonial. Keit y yo podemos dormir ahí.
Blake y Henry intercambiaron una mirada entre ellos, asintieron y subieron escaleras.
Keit y yo nos instalamos en nuestra habitación mientras veía como los muebles eran de madera y estaban un poco sucios.
Me senté en la cama agachando mi mirada al suelo.
—De acuerdo, ¿qué tienes?
Alcé mi vista hacia Keit, se encontraba de brazos cruzados delante de mí.
—¿Cómo?
—Tu no eres así, ¿te pasa algo?
Bueno, la verdad es que ahora con todo esto solo había una cosa de la que me preocupada demasiado.
—Ahora que terminamos con lo de Scott... seguirá ir a por DarkBan.
Scott se había ido antes que nosotros del reino de Henry, él estaba cambiando, a su manera, pero al menos lo estaba intentando. Eso podía verlo con claridad.
—Oh, eso —se acercó para sentarse a mi lado—. Si...
—Estás tan preocupada como yo, ¿no?
—Algo.
Me acosté totalmente en la cama, acción que imitó Keit.
—Descansa, mañana tenemos que avanzar para encontrar otra nueva casa en donde podamos quedarnos —le dije mientras observaba el techo.
—Tenemos que movernos, el congreso es...
Achiqué los ojos por el repentino silencio y giré mi cabeza a un lado viendo cómo Keit había caído dormida. Entre tantas cosas y energía, ella había acabado completamente agotada.
Saqué mi celular para leer nuevamente lo que tanto me preocupada en realidad.
«Hija cambio de planes. Regresaremos antes de lo planeado, espero y la casa no esté patas arriba, te vemos en el rancho, te amamos».
Apreté el celular con mis manos.
¿Qué le iba a decir a los chicos?
«¡Oigan! Tengo que ir ahora con mis padres, así que los dejaré solos porque realmente no sé si me permitan permanecer a su lado sabiendo que soy un fenómeno, así que adiós».
¡No!
Cerré los ojos aún con el celular a la mano, ni siquiera había contestado algo. Seguro estaban preocupados ahora.
Negué con la cabeza sabiendo que no podría dormir. Me bajé sigilosamente de la cama para salir del cuarto, no me preocupé en ponerme mis zapatos, lo único que quería era salir y respirar aire fresco.
Me aseguré de que todos estuviesen en sus habitaciones para salir. Una vez fuera me senté debajo de un árbol que se encontraba casi a un lado de la puerta, de hecho, era lo único bonito y bueno que decoraba la deteriorada casa.
Me recosté en el árbol viendo las estrellas. Expulsé todo el aire retenido y cerré los ojos escuchando el viento soplar y retumbar en mis oídos.
—¿Disfrutando de la noche?
Brinqué en mi lugar al escuchar su voz, era demasiado fácil de reconocer.
—Me has asustado.
—Perdón —se sentó a mi lado observando la bonita noche que teníamos hoy.
Nos quedamos contemplando las estrellas un rato, hasta que nuevamente habló:
—Pensé que podía hacer esto, pero no —rió—. Dime Emma, ¿por qué estás aquí afuera?
Despegué mi vista del cielo para ver a Henry. Me había pillado, ¿ahora qué le iba a decir? Probablemente podía decirle que me dolía la cabeza o algo.
—Quise tomar aire fresco, ya sabes, dolor de cabeza —mordí mi labio inferior.
—Mientes —dijo y me sorprendí. ¿Cómo lo sabía?—. Siempre que mientes tienes esa extraña costumbre de morderte el labio inferior. ¿Qué es lo que pasa realmente?
—Nada, de verdad, está todo bien.
Mi celular se salió de mi bolsillo, iba a agarrarlo pero Henry fue mucho más rápido que yo y lo alcanzó primero.
—Oye...
—"Hija, ¿por qué no contestas?"
Agaché mi mirada resignándome.
—¿Qué es lo que no les has contestado?
—Un mensaje —dije cortante viéndolo. Suspiré cuando me indicó que siguiera—. Ellos vienen ya y tengo miedo ¿si? Suena estúpido pero es así. Tengo que decirles la verdad sobre quién soy, tengo miedo de que no me dejen permanecer a su lado o les disguste quien soy ahora, antes solo era la hija de un padre médico y una madre veterinaria, ahora seré la hija rara de humanos. No lo digo en mal sentido, pero no quiero que por mi culpa la demás gente los ataque ni los haga menos —me desahogué.
—¿Tienes miedo de hablar con ellos? —preguntó y yo asentí—. Emma, eres una chica realmente extraordinaria, muy lista, dedicada, concentrada... ¿Por qué tus padres te harían menos? Eres diferente, ¿y qué? Todos lo somos, a nuestro modo, pero lo somos. No pienses que tus padres no te querrán por quien eres ahora, por algo te adoptaron, para quererte y protegerte, te criaron muy bien y a pesar de que son tus padres adoptivos, te aseguro que sienten el mismo afecto hacia ti como tus padres biológicos. Emma... yo sé que a veces puedo ser infantil, incluso no me tomo a veces las cosas enserio, pero estoy cien porciento seguro cuando te digo que ellos te aceptarán tal y como eres ahora.
Sonreí ante las palabras de Henry, era algo bonito de su parte decirme todo aquello.
—Gracias Henry —le susurré amablemente.
Mi corazón empezó a latir fuertemente, me sentía nerviosa cuando Henry estaba tan cerca de mi en realidad.
—Emma... yo —se rascó la nuca, se le veía nervioso—. Bueno, ¿qué piensas de mí?
—¿De ti? —Él asintió—. Que eres un gran chico, no tan infantil, pero no creas que es un defecto, de hecho es algo bueno. Eres quien le da humor al grupo en circunstancias inesperadas y difíciles. Eres una buena persona —asentí frenéticamente mientras veía como su sonrisa se ampliaba más—. ¿Por qué la pregunta?
—¿Sabes qué pienso de ti?
—Pues no... —murmuré.
—Que eres una gran chica, la mejor que he conocido en todo este tiempo y... —Nuestras miradas se encontraron—. Eres muy bonita, me encanta cuando tus ojos brillan mirando las estrellas, también me gusta cuando estás junto a mí. Siento que no estoy completamente solo si estás tú; todo mi día se ilumina por completo dándome un rayo de esperanza, es por eso que soy tan positivo —sentí como mis mejillas se tornaban rojas.
—Uh... no sé que...
—Me gustas —soltó de golpe dejándome sorprendida—. Te quiero. Sé que puede que no lo demuestre mucho pero siempre me has importado, y si me lo permites quiero tener el honor de que tú; Emma Miller, seas mi novia —agarró una de mis manos dándome un apretón.
Sentí como en mi estómago se desataban dragones, porque si, no eran mariposas, eran dragones. Mis mejillas estaban sonrojadas, las sentía, Henry aún mantenía contacto visual conmigo, en ningún momento había despegado su mirada de mi.
—Me encanta cuando te sonrojas —rió levemente—. Tu cara es preciosa.
Dejó mi mano para pasarla a mi mejilla acunándola tiernamente mientras se empezaba a acercar.
¿Me iba a besar? Es decir... ¿qué?
Sin pensarlo dos veces me acerqué lentamente hacia él. Todo se aclaró en mi mente cuando sus labios tocaron tiernamente los míos. Al principio empecé a corresponderle con timidez, pero él fue guiándome pacientemente mientras ahora acunaba mi rostro con ambas manos. Su lengua pidió permiso para ingresar a mi boca, la abrí y sentí como deseaba tanto este beso.
Llevé temerosamente mis brazos hasta su cuello para abrazarlo y atraerlo más a mi. De un momento a otro sentí como el beso se iba intensificando dejándome sin aire, me alejé un poco para respirar, pero apenas lo hice él me volvió a acercar para reunir nuestros labios.
Lentamente se fue separando de mí para unir nuestras frentes tiernamente, sus ojos estaban cerrados.
—Tomaré eso como un si —susurró mientras abría sus ojos.
—Te quiero. —Las palabras salieron por si solas de mi boca—. También te he estado observando.
Sonrió, era bonita su sonrisa. Pasó su brazo por mis hombros para atraerme a él, así que me dejé llevar. Besó mi cabello mientras miraba hacia el cielo contemplando las estrellas como hace rato.
—Henry... ¿me acompañarás para hablar con mis padres, no?
—Claro que si, nunca te dejaré sola.
—¿Lo prometes?
El guardó silencio meditando algo. Sentí como tragó saliva fuertemente pero al final habló:
—Te lo prometo.
Este capítulo está dedicado a:
@Luchi_0431
Y a jaky_fg con todo mi amor y aprecio.