«Cuatro luces se alzarán al cielo desvaneciéndose en el viento, su objetivo será el demonio de caos y tormento. Una nueva era llegará, en cuatro nuevos cuerpos el poder reencarnará, pero no se ha de olvidar, que el poder que tanto codicia aquel demo...
Los reyes corrían desesperados por el bosque con su hijo en brazos; según los habitantes del reino, ya habían empezado a atacar su hogar. Debían ir rápido hacia el reino de fuego, en donde se supone que justamente ahora estaba todo el caos, siendo el centro de la gran guerra que se estaba desatando.
El pequeño bebe miraba curioso cómo sus padres corrían sin tomar ni un solo aliento para descansar, era la ventaja de tener el elemento aire, ellos mismos creaban su oxígeno en su interior, permitiéndose realizar múltiples ejercicios sin cansarse mucho.
—¿Estamos por llegar? —preguntó la reina en un intento por no sonar triste, lo cual no logró.
—Escucha, mi amor—. El rey se detuvo a mirar a su esposa, misma que lloraba con su hijo en brazos—. Sé que esto es difícil, pero los reyes del reino de fuego tienen razón, es la mejor solución.
—Tan solo pudimos convivir con el poco tiempo—. La reina empezó a sollozar dejando caer un par de lágrimas en su pequeño Henry.
—Es exactamente ese tiempo el que debemos atesorar y recordar por siempre—. El rey besó la frente de su esposa. Estaba triste, se sentía impotente al ver como su esposa lloraba, y aquí solo había un solo culpable.
DarkBan...
«Si esto resulta bien, mataré yo mismo a DarkBan», pensó furioso.
No podía engañar a nadie, él sabía perfectamente que pasaría un tiempo para volver a ver a su pequeño, internamente rogó que fuera poco.
La reina dejó flotando a su hijo con su poder de aire. El niño parecía gozar de poder elevarse en el aire, totalmente libre y feliz.
Se detuvieron a pensar cómo sería la vida de su pequeño después de esto. ¿Tendría alguna novia? ¿Quiénes podrían ser sus futuros padres? ¿Tendrá muchos amigos? ¿Podrá conocer a los demás elementos?
Por sus mentes pasaban muchas preguntas acerca de su próxima vida, no dejaban de pensar que junto a ellos, podría ser aún más feliz.
—Empezarás un largo viaje, mi pequeño—. Su madre lo hizo dar una pequeña vuelta en el aire.
Ambos se acercaron a su pequeño Henry. Siempre lo recordarían, porque lo llevarían en su corazón a todos lados.
—¿Te digo un secreto, Henry? —susurró su mamá—. Cada vez que sientas el viento soplar cada mañana, tarde y noche, sabrás que somos nosotros.
—El aire guarda muchos secretos, Henry —siguió su padre—. El aire es capaz de transmitir palabras a través del tiempo porque nunca se agota.
El bebe rió mientras miraba a sus papás con ternura y amor.
—Te amamos Henry —dijo la reina—. Éstas palabras viajarán en el aire acompañándote toda tu vida. Sé fuerte, ten amigos y un amor —completó con los ojos completamente rojos de tanto llorar.
—Estaremos en el aire, Henry—. El rey abrazó a su esposa dulcemente—. Siempre apoyándote, siempre...
—Siempre contigo—. La reina cargó a su bebé en brazos una última vez.
Ambos padres centraron su magia en su pequeño bebé, él sentía cosquillas por la repentina luz que salió de las manos de sus padres, era cálida, brillante y placentera.
En un instante su hijo ya no estaba. Se había dirigido a la tierra, en donde estaría a salvo... de aquel demonio.
—Ya está —musitó la reina con tristeza.
—Si... ya está —masculló el rey agotado.
Sin importar lo débiles que se encontraban por el potente hechizo que hicieron juntos para teletransportar a su hijo a un lugar seguro, salieron emprendiendo su camino al reino de fuego, en donde el futuro y destino de todos se marcaría.
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Aquí un capítulo narrando como se despedían de Henry, ya que como saben, nuestros elementos emprenderán un viaje al reino de Henry, esto sería como una pequeña intro para el siguiente cap.
[Aquí llegué a los 2K de vistas, en Julio del 2016] Editado: 21 de Septiembre del 2019.
