Capítulo 59|Especial 3/3

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Hace 17 años.
Reino de agua.

Los reyes cansados y agotados se vieron envueltos por muchos espectros. El rey estaba harto de ellos, alzó una mano envolviéndolos en celdas hechas por agua que, cuando uno intentaba escapar, el agua absorbía su energía desintegrándolo.

La reina también peleaba contra ellos con su pequeña hija en brazos, quería protegerla y sería peleando.

Ambos se detuvieron cuando la pequeña bebé empezó a llorar.

Esto no era lo que querían para ella, no el sufrimiento, no el dolor.

—Se hará tarde —murmuró la reina calmando los llantos de su pequeña Emma.

—Amor... ¿por qué no te vas a la Tierra con Emma?

—¿De qué hablas?

—Yo podré con los demás reyes, pero tú... vete cariño, Emma... —tragó saliva negándose a llorar—. Necesitará todo tu apoyo, la única persona que puede criar y ver crecer a nuestra pequeña bebé, eres tú.

—Morirás solo —lloró la reina—. Necesitamos el poder de todos los reinos, tú solo no podrás invocar la energía del agua.

Un estallido se escuchó a lo lejos haciendo tambalear el suelo.

Los reyes vieron una gran cantidad de polvo acercarse, y justo al instante se protegieron por un escudo hecho de agua.

La bebé empezó a reír, para ser pequeña le estaba empezando a gustar mucho los hermosos poderes que sus papás empleaban. Se decía que el agua era el elemento más claro y calmado que uno podría tener.

La reina dejó de crear el escudo de agua para contemplar a su Emma... era tan bonita, sus ojos, su sonrisa...

Se detuvo a pensar, ¿por qué ella? ¿Por qué tenía que ser ella la que tenía que sufrir?

Su pasado y orígenes era algo que discutiría su hija cuando tuviese la edad suficiente, para pensar las cosas con claridad.

—Sé que te duele —musitó el rey incrementando el escudo—. A mí también, pero sé que en ese lugar estará a salvo.

—¿Por qué lo dices tan seguro? —sollozó su amada.

—Estamos hablando de Emma. —El rey empezó a sonreír tras sus cortos recuerdos con su hija—. La bebé que cada que tocaba el agua sonreía, estás hablando de tu hija, de algo tenemos que estar seguros, y es que ella no se rendirá tan fácilmente. Tiene nuestras fortalezas.

Una vez más otra gran explosión se escuchó, tomando desprevenidos a los reyes. El gran movimiento del suelo provocó que la reina soltara accidentalmente a Emma. Ambos reyes cayeron viendo como su bebé volaba por los aires apunto de caer de golpe al suelo.

El rey creaba algo para atraparla antes de caer al suelo, pero hasta él sabía que no llegaría a tiempo.

Una sombra salió de la nada agarrando a Emma en el aire, rápidamente se acercó hasta los reyes extendiendo a la bebé.

La reina se paró de repente agarrando a su hija en brazos, apretándola contra ella preocupada.

—Gracias —dijo el rey aliviado—. Emma hubiera... no quiero ni imaginármelo.

Aquel muchacho no parecía querer hablar.

Los reyes ignoraron su falta de comunicación. Empezaron a caminar hasta un lugar despejado, mientras caminaban no podían evitar sentirse nerviosos, aquel muchacho caminaba detrás de ellos como escolta, se sentían protegidos y a la vez expuestos.

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