Capítulo 25|Solo la verdad.

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Miré el libro que tenía en mis manos. No era más que cuero y hojas, pero la información que tenía era... aterradora. Aquellas palabras dichas por Ethan fueron como un balde de agua fría, me hicieron estremecer, no podía creer lo que veía y escuchaba. Miré de nuevo la ilustración sin poder creerlo.

Mis manos apretaron nuevamente el libro con fuerza. Tenía ganas de golpear todo. Blake tenía razón, esto no me iba a gustar. Solo que ellos no asimilaron lo que yo si.

Cerré el libro de golpe. El eco resonó por toda la habitación, ni siquiera podía articular alguna palabra que le indicara a Ethan lo que sentía en estos momentos.

—¿Keit? —no contesté a su llamado.

Necesitaba respuestas, él las tenía, así que no podía simplemente ignorarlo. Tenía que enfrentarlo.

—¿Por qué no me dijiste lo que era Leo? —volteé ignorando la cara de preocupación que expresaba su rostro—. O una mejor, ¿desde cuando lo sabías?

—Hace mucho.

—¿Hace mucho? —inquirí—. ¿Desde que apareció en tu vida? ¿Eh?

—Keitlyn, esto no tiene importancia.

—¿Que no tiene importancia? —expresé—. Tú lo sabías.

—Claramente si.

—Y escondiste el libro.

—También —exhaló con fuerza—. Escucha, solo quería que no sufrieras tanto.

—Pero claro que no sufro —le sonreí falsamente—. Es decir, mi vida no es la que viví. ¡Oh! Y mi hermano es igual a DarkBan, podría estar sufriendo a costa de eso, ¿pero qué más da, no?

—No uses el sarcasmo conmigo —arrugó la nariz—. No me gusta.

—¡Por eso mismo lo hago! —me toqué la nariz con mis dedos índice y pulgar—. Sabes que a pesar de todo lo que él ha hecho es mi hermano. Sigues ocultándome cosas que debo saber de él.

—Genial —bufó—. Ahora yo soy el malo.

Me levanté de la cama rápidamente mirando a Ethan enojada. ¡Tenía derecho a saber! ¡Era mi vida!

—Ya estuvo bien Ethan. A partir de ahora tomaré mis propias decisiones sin considerarte en lo más mínimo. Aprecio en verdad todo lo que has hecho por mi, pero no seré siempre a la pequeña que debas proteger. Eres un agente mayor, actúa como tal.

—Antes que agente soy hermano, lo hice para protegerte.

—¿De qué? ¿De la verdad a la que tenía derecho saber? —acoté furiosa.

—¡¿Cómo le iba a decir a una niña que su hermano no solo desapareció porque no quería saber nada de su familia, sino que también lo hizo porque trabajaba para un demonio?! ¿Pensaste en cómo te iba a explicar que existían? ¿O los monstruos? ¡Diablos, apenas sé qué hay dimensiones!

—¡Es mi vida!

—¡Solo tienes 17 años! —elevó su tono de voz.

Gruñí y él se restregó la cara.

—Sé que piensas que puede cambiar —explicó, sentándose en la cama—. Yo... yo solo quería hacerte la vida feliz sin preocupaciones. Sin que supieras que eras adoptada, o que Leo era de los malos. Lo oculté porque no te merecías nada de eso.

—Eso no lo decidías tú —agregué.

—Tal vez no. Mira, todo esto también me agarró por sorpresa a mi. De un momento a otro ya tenías poderes, y retorcidamente el mundo de los tres se conectó. Ya me había enfrentado con Leo antes, y cuando te uniste no pude ocultarlo más.

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