Capítulo 32|Concentración Emma.

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POV Emma Miller.

No era posible.

No era posible que haya pasado un día y ni siquiera hemos encontrado la más mínima idea de qué hacer.

F ha puesto a todos a trabajar en el caso. Ethan y Jordan regresaron sin resultados. No hay suerte.

En mi cabeza solo circulaban muchas alternativas para (por lo menos) tratar de comunicarnos con ellos.

Una de ella era el poder de Blake. Pero era casi imposible. Blake no tendría tanta energía para comunicarnos entre dimensiones.

La otra era... bueno, de hecho solo tenía esa alternativa.

Toda esta situación me estaba nublando por completo.

Henry no pasó la noche en la PATFS, y lo sé porque fui hasta su habitación para llamarlo, pero no estaba. Pensé que lo de ir a conseguir respuestas a otro lugar era solo un juego.

Pero ya veía que no todo era juego para Henry.

Ahora estoy sola, y nuevamente me siento como la incompetente del grupo.

Keit se soltó de Blake para salvarlo, pero él no lo aceptó y saltó también. Siento que debí de haber hecho lo mismo.

Pero fui una cobarde.

Ahora ellos estaban enfrentando cosas allá: monstruos, demonios... no lo sabía con certeza. Lo único que sabía es que no estaban seguros allá.

Cerré con fuerza el libro que tenía en mis manos.

Demonios... ¡no hay nada! Ya he buscado en internet, libros, archivos confidenciales... ¡pero nada!

«Por favor, resistan, encontraré la forma de regresarlos».

—¡Maldición! —gritó alguien en el pasillo.

Salí de la biblioteca para ver quién fue el responsable de aquel grito y encontré a Ethan golpeando con su puño la pared. Se veía cansado y decaído. Se veía incompleto.

—Mmm —me aclaré la garganta—... creo que te equivocaste de habitación. Tengo entendido que la sala de entrenamientos está en la planta tres —dije para tratar de alegrarlo. Me observó y se dejó caer al suelo derrotado.

—No intentes animar agente...

—Solo dime Emma —toqué su hombro—. Te recuerdo somos humanos, y amigos... si te parece —me senté a su lado.

—Claro, Emma —sonrió débilmente.

—Yo también la extraño —apretó la mandíbula impotente—. Keitlyn me hace siempre el día.

—Siempre fallo —sacó una hoja de su pantalón—. Siempre intento protegerla y sale perjudicada. Desde que llegó a mi casa ella ha sido dañada, incluso traumada. No quería creer que ella tuviese poderes, porque no quería que entrara en todo esto de ser agente, y mucho menos que se encontrara con el que creyó su hermano toda su vida.

Agaché la mirada no sabiendo que responder, después vi el dibujo.

—Es el dibujo que ella hizo, ¿no? —sonreí ante los dos grandes dibujos de dos chicos sosteniendo de la mano uno a cada lado de una niña—. Se ven adorables.

—Ese día Keitlyn llegó emocionada por su "gran obra de arte" —hizo comillas con sus dedos—. Leo y yo discutíamos ese día. Keit vino a alegrarnos, nos hizo olvidar del porque peleábamos con su dibujo —apretó el papel con sus manos—. Luego Leo y yo discutimos con Keit por cómo nos dibujó —por fin rió—. Fue una de las pocas veces en las que convivimos los tres juntos.

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