Capítulo 42|Pendientes.

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Pateé una piedra que se encontraba en el camino mientras mantenía mis manos en los bolsillos. Emma y Henry se encontraban debajo de un árbol, por otro lado; Blake estaba hablando con varios bomberos que se encontraban aún por la zona.

Sentí como Henry se paró y caminó hasta la cinta que había por todos lados indicando "peligro". Quedé impresionada cuando la pasó y tomó un pedazo de escombro que se encontraba tirado.

Un bombero lo vio, le pidió que saliera de esa zona y Henry obedeció.

No tardaron mucho en llegar patrullas de policía, al bajarse empezaron a hablar con los bomberos, después nos miraron a nosotros.

Vi a dos de ellos debatir, al final solo uno de ellos suspiró y comenzó acercarse a nosotros lentamente, mirándonos con confusión e intriga.

—Disculpen pero... ¿qué hacen aquí? —preguntó amablemente, como si cuidara su tono y palabras.

—Lo que todos ustedes —respondió Henry enojado—. Tratando de averiguar quién fue capaz de explotar este edificio.

—¿Tenían alguna relación con este lugar? —preguntó nuevamente.

—Teníamos familia —respondió Emma con la vista clavada en el suelo.

El oficial miró tristemente a Emma, volteó un poco su cabeza y vio detenidamente a Blake.

—Lo lamento mucho —dijo llamando la atención de todos, incluso la de Blake, que se encontraba un poco más alejado de nosotros—. Lamento decirles esto pero todo se quemó. Los bomberos han encontrado más de trescientos cuerpos sin vida, no han encontrado a tan solo una persona que haya sobrevivido al atentado.

Emma parpadeó repetitivamente aún con la vista clavada en el suelo. Henry había golpeado el suelo con el pedazo de escombro que había ido a conseguir, mientras que Blake mantenía su vista en ahora el edificio inservible, con los puños cerrados.

El oficial nos miró a todos deteniéndose en mi, era la única que lo veía en este momento, la única que tenía fuerza para algo. Él se quitó su gorra y agachó levemente su cabeza dándome a entender que nos ofrecía sus condolencias, asentí y después el señor se marchó.

Saqué el círculo plateado de mi bolsillo y suspiré pesadamente, tratando de aguantar las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos.

El círculo plateado no había dejado de emitir una luz oscura y molesta; por ello habíamos decidido regresar a la PATFS para saber qué pudo haberle pasado, pero al llegar todo estaba... destruido.

Ya no existía más.

—Apágate... —mascullé, dirigiéndome al aparato que tenía en mis manos—. Deja de brillar... para ya.

—Keitlyn, no creo que consigas algo hablándole a ese objeto —comentó Henry tratando de mantener el buen humor de todos—. Te ves loquita.

Blake se acercó hasta nosotros y posicionó una mano suya en el suelo.

—No queda ninguna pared de pie, es decir que no existe alguna estructura —avisó—. Keit, ¿puedes identificar cuánto fue el tiempo del fuego y la explosión de la PATFS?

Cerré mis ojos tratando de concentrarme, pero había algo que se interponía.

—No, lo siento. Los bomberos interfieren, apagaron el fuego pronto, no sé cuanto tiempo pasó.

—¿Y tú, Emma? —le preguntó Blake.

—No —tragó saliva—. Aún así de nada serviría, ya explotaron todo, no queda nadie.

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