Capítulo 38|Entrada al infierno.

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Me encontraba en un patio, no sabía porque pero me era vagamente familiar; los árboles y el ambiente me eran conocidos. Caminé por los alrededores dando vueltas y giros, de pronto se escucharon gritos y bombas, el lugar se había vuelto sombrío y aterrador. Ya no era un paraíso, ahora parecía un... infierno.

Escuché gritos de niños, así que corrí en dirección a esos gritos, pero antes de llegar todo quedó en silencio.

Me quedé quieta en mi lugar tratando de recordar de dónde habían provenido esos gritos de lamento y suplica, pero jamás se volvieron a escuchar.

Giré y vi a dos personas paradas en el patio, de espaldas a mi, volví a girar para irme de allí, era más importante salvar a esos niños, pero el sonido del llanto de un bebé me detuvo.

Solo un llanto.

Volví a girar para ver a aquellas dos personas, lentamente me fui acercando hasta quedar a su costado. Alcé mi vista a sus caras pero me era imposible verlos, en su lugar era borroso y confuso. Negué con la cabeza y dirigí mi mirada a una canasta en el suelo, dentro había una bebé.

Me agaché hasta quedar a su altura, quería verla mejor. Sabía que era niña por su llanto y apariencia. Traté de preguntarles a esas dos personas quién era esa bebé, pero al pasar mis manos por donde se supone que estaban sus ojos, no parecieron captarme.

¿Acaso tenía un nuevo poder? ¿Invisibilidad?

—Keitlyn.

Dejé de mirar a la bebé para ver a la mujer.

¿Ella me veía?

—Mi pequeña y adorada Keitlyn... no quiero dejarte así. —Gotas de lágrimas cayeron a su... ¿armadura? ¿Era una guerrera?—. Quería que tuvieses amigos y fueras feliz, pero las circunstancias son las que nos llevan a esto. Perdóname amor... en verdad perdóname —empezó a sollozar fuerte.

—A partir de ahora la vida será muy injusta mi hija. —La voz del señor hizo que girara a verlo, bueno, ver solo su cuerpo—. Confío en ti y que aprenderás a vivir por tu cuenta.

—No quiero dejarla. —La mujer abrazó al hombre—. Es... difícil.

—Ya todos los demás los han dejado, cariño. —El hombre le acarició el cabello. Sonreí internamente, era un acto muy cariñoso y gentil de su parte.

—Pero ellos los tuvieron por un tiempo. Nosotros... nosotros ni un día.

Se escuchó gritos desgarradores y explosiones a lo lejos del patio en donde me encontraba. Intenté agarrar las manos de la pareja que tenía delante mío para correr, pero cuando intenté tocarlos mi mano traspasó las de ellos.

La mujer se secó las lágrimas para tomar a la niña en brazos.

Otra explosión sonó, ya me estaba desesperando y no entendía nada, los iban a matar.

—Keitlyn. —Mi atención fue dirigida a la bebé, había algo realmente conocido en ella—. Espero que los encuentres, no importa cuánto tiempo pase, siempre te amaré; mi niña hermosa. Quería verte dar tus primeros pasos, escucharte decir "mamá"... quería protegerte. —La mujer empezó a llorar sin parar—. No haré esto yo amor... No puedo.

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