Capítulo 41|Ayuda.

13K 1.1K 71
                                    

POV Ethan Carter.

—El paquete está asegurado y los enemigos eliminados —avisó Alex por medio de la radio.

—Regresa Alex —le ordené.

Había tomado el liderazgo de las misiones para volver a recolectar todos los artefactos robados por el enemigo. El equipo no se había negado y hasta ahora habíamos atacado dos instalaciones en una tarde, ya teníamos equipos y armas. Tripp hackeo muchas cámaras y protocolos de seguridad de nuestros adversarios, fue gracias a él que sacamos varios de nuestros equipos en armas, ahora poseíamos más ventaja.

Gracias a que la PATFS había caído, los recursos en cuestión de sigilo eran bajos, ahora mismo estaba en una furgoneta dirigiendo las operaciones del traslado de armas que estaban a cargo de Alex y Jordan. Tripp había dicho que sabía dónde podía conseguir más tecnología para mejorar el modo de hackeo que tenía instalado en su computadora.

Está bien, no me lo dijo así, pero él usa un lenguaje muy diferente al mío, como: «tecnología avanzada triplicada de una memoria RAM». Mientras tanto yo entendía: «atacar». Somos tan diferentes, un equipo muy diferente conformado por dos especialistas de campo y ataque, un experto en química y rastros sobrenaturales, y un hacker experto en la informática y tecnología.

No podía negar que el muchacho sabía lo que hacía, si F confío en él yo también debía hacerlo.

Escuché el ruido de algunos pasos en el callejón donde daba órdenes; eran lentos, muy forzosos de hecho. Saqué un arma de mi cintura, lentamente abrí la puerta de atrás de la furgoneta y apunté a quien sea que estuviera ahí.

Sujeté el arma más fuerte al ver quien tenía frente a mi.

—Scott... —susurré enojado—. Que valor tienes para presentarte, ¿cómo has estado?

—Cállate Ethan, necesito de tu ayuda.

¿Me está jodiendo?

—¿Me estás jodiendo? —pregunté incrédulo—. Puedo matarte justo aquí y ahora.

—Pero no lo harás. —Tenía una mano en el estómago. Por un segundo creí que sacaría su arma, pero al quitar su mano vi un montón de sangre tratando de ser retenida.

—Veo que te ha ido muy mal —bromeé viendo su gran herida abierta.

—No tanto como a ti —contraatacó y fruncí el ceño—. Ahora que la PATFS ha caído dudo mucho que sigan con esas ridiculeces de ser agentes secretos —sonrió—. Toda tu vida ahí y ahora solo tienes una patética furgoneta.

—¿Qué quieres? —cuestioné.

—Ya te lo dije, necesito tu ayuda.

—Déjame reírme un rato de la situación. ¿Crees que te ayudaré con eso? —apunté a su herida con mi pistola—. No me da miedo matar, por si lo piensas. Lo he hecho antes y lo puedo volver a hacer. Si quieres te puedo volver a disparar.

—No fue herida de bala, idiota —gruñó—. El demonio que tengo dentro está intentando salir.

—No le gustó mucho su hospedaje.

—Deja de tomar todo esto a la ligera y ayúdame.

—Has hecho sufrir a mucha gente, incluida a tu hermana de sangre —le apunté en la cabeza—. Es mejor acabar contigo ahora que estás débil.

Somos 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora