Abrí los ojos lentamente.
Esta noche había estado muy pesada. No pude dormir, la preocupación e inquietud no me dejaron. El miedo de ser encontrados por los espectros de DarkBan era muy fuerte. Bueno realmente había dormido solo un rato, ¡pero internamente fue cansado!
Me senté en el colchón en el que me había acostado el día anterior. Estaba roto, ni siquiera parecía que estaba acostada en el, casi parecía que estaba en el suelo.
Un segundo...
Yo no me había cobijado. No me había tapado con cobijas, o no que yo recordase.
—Para ser un reino de fuego las noches son heladas —Blake apareció en mi campo de visión con dos latas—. Fue buena idea no dormir toda la noche para hacer guardia, sino, no hubiera visto que temblabas.
—No... ¿dormiste? —ladeé la cabeza—. ¿Por qué hiciste eso?
—Porque sé que estabas preocupada por todo esto, no quería que te sintieras así —bostezó—. Encontré latas de verduras, con esto nos mantendremos al día.
Fruncí el ceño.
—Nada de "ponerse al día". Te dormirás toda la tarde y luego...
—Perderemos tiempo Keit —iba a reprochar por su interrupción pero él prosiguió hablando—. Dormiré cuando lleguemos a nuestro mundo. Mientras tanto comeré para mantenerme despierto. Si empiezo a dormirme dame una cachetada.
Rodé los ojos.
Tenía razón, si seguíamos más tiempo aquí enloqueceríamos. Yo principalmente, porque aunque no lo demostrase ver todo el reino así me devastaba.
También ya extrañaba a mi hermano y a todos allá.
Quitamos los muebles que obstruían la puerta. Blake sacó su cabeza asegurándose de que no había nadie. Con sus dedos me hizo una señal para que saliera, lo cual hice.
Ya estábamos equipados. Por suerte tenía demasiadas flechas y él portaba la espada de un guardia real, teníamos lo suficiente para pelear en caso de que fuese necesario.
Guardé el diario de Thea en mi mochila.
—¿Lo llevarás?
—Es un recordatorio —apreté los ojos—. Así recordaré que DarkBan tendrá su merecido.
Blake asintió y después salimos de aquella casa.
Todo seguía como llegamos: en mal estado. La mayor parte del reino estaba destruido y había más espectros rondando.
Espera un momento...
—Blake... ¿ellos estaban ahí cuando llegamos?
—¿Rondando como si estuviéramos aquí? Pues no.
—¿Los alertamos? —giré mi cabeza hacia esos espectros y me crucé de brazos. Estábamos siendo cautelosos.
—No creo, a menos que detecten magia.
Mi mirada estaba fija en ellos. Ahora que los miraba bien, podía notar esas grietas anaranjadas muy marcadas.
¿Por qué eran así? Los de nuestro mundo eran totalmente negros, pero estos tenían diferencias significativas.
Los espectros se dividieron. Una parte tomó el rumbo opuesto al de nosotros y otros...
—Maldición. Hay que escondernos —Blake me jaló a una parte de pared destruida.
Al escondernos podía escuchar la respiración repetitiva de Blake. Lo entendía, pelear con uno era una cosa, pero con todos ellos...
Y como si el destino nos odiara, uno de ellos nos encontró.
«Gracias universo».
El espectro alzó sus manos agarrándonos a Blake y a mí, una vez en el aire nos lanzó directo a los demás.
En un segundo estábamos rodeados y expuestos.
Blake se paró inmediatamente con la espada y empezó a pelear. Los espectros eran algo astutos y ágiles. Me levanté y con mis flechas empecé a dañarlos.
Ventajosamente no eran demasiado fuertes para resistir nuestros ataques.
Lo malo es que cada que acabábamos con uno, más llegaban.
—¡¿Cuántos más?!
Blake estaba presionado, ahora parte de los golpes de los espectros ya los recibíamos por cansancio. Uno llegó y me golpeó en el estómago, haciendo que cayera al suelo.
—¡Keit! —corrió hacia mi acabando con el espectro a su paso—. ¿Estás bien?
Levanté mi mirada y me alerté. Nuestro enemigo estaba preparado para lanzarse contra nosotros con espadas.
Los espectros bien podían confundirse con guerreros, solo que con más resistencia.
Blake giró su vista hacia un lado y maldijo en voz baja. Yo también giré, y al hacerlo también maldije.
Aparte de que estábamos ahora sí completamente rodeados, la espada de Blake estaba lejos de nosotros.
Y yo no estaba en excelentes condiciones para seguir peleando.
Hora de los poderes.
Todos empezaron a avanzar con sus espadas hacia nosotros. Agrandé los ojos cuando uno de ellos lanzó a otro contra nosotros. Blake solo me cubrió con su cuerpo.
Como el primer día que nos conocimos...
Esperábamos el impacto de todos, pero el sonido de espadas chocar entre ellas nos hizo alertarnos.
Se supone que no había nadie más aquí.
Blake se despegó de mi. Ambos mirábamos a aquel enmascarado. Luchaba con agilidad y destreza, estaba peleando con todos, sacó lo que parecía ser una bomba adhesiva y volteó a vernos.
—Tapad sus oídos.
Obedecimos y vimos como todos los espectros se retorcían en el suelo hasta el grado de desaparecer.
Blake y yo quitamos nuestros dedos lentamente de nuestros oídos. Me paré y apunté con mi arco a aquel hombre.
—Si nos quieres hacer daño estás muy equivocado. Retrocede y hablaremos.
Aquella persona solos nos miraba. O eso intuía porque estaba completamente cubierto.
—¿No son de aquí, o si?
Blake avanzó a mi altura, negó con la cabeza tocándome un hombro. Lo miré de reojo confundida.
—Deja ya de ocultarlo. Quítate el pasamontañas, sé que eres una chica.
Empezó a quitarse lentamente el pasamontañas y, al hacerlo, nos sonrió de lado.
—Entonces eres una chica... —asentí—. Peleas demasiado bien.
—No traten de desviar el tema —nos apuntó con su dedo índice—. Nombres.
<<Estrategia, recuerda.>>
Cierto. No podíamos revelar nuestra identidad, bien podría ser uno más de DarkBan.
—Me llamo Anna.
—Yo Red.
Me pegué en la frente mentalmente.
Era obvio y evidente que la única razón por la cual dijo "Red" era porque estábamos en mi reino. Digo, el de mis padres biológicos.
—Jamás los había visto en el reino. ¿Eran nuevos reclutas de la guardia real cuando todo esto comenzó?
—Eh... si. Habíamos sido reclutados por los reyes —respondió Blake.
—¿Por qué jamás los había visto por aquí? —ladeó la cabeza.
—Hemos estado en otro sector...
—No —me interrumpió—. Es decir, ¿cómo es que se descongelaron? Se supone que yo era la única que podía hacerlo.
Fruncí el ceño. ¿De qué estaba hablando? ¿A qué se refería con descongelar?
—Lo sabía —inquirió desilusionada—. No son de aquí y todavía mienten —sacó una espada—. Son los malos aquí.
Empezó a correr hasta nosotros, Blake y yo comenzamos a luchar contra ella. Era ágil, podía con los dos, inclusive llevaba la ventaja.
Dio un salto hacia atrás aterrizando en una roca. Se veía cansada, pero no tanto como nosotros.
—¡Díganle a DarkBan que jamás logrará apoderarse del reino de fuego! Pudo destruirlo, pero no cederé a su demencia.
La miré detenidamente.
Era una chica de mi edad, cabello negro y corto, estaba muy linda. Pero se veía decaída y destrozada.
Y luego repetí en mi mente sus palabras. No era del bando de DarkBan, era una guerrera solitaria.
Me paré y ella me apuntó con su espada para atacar. Levanté las manos en señal de rendición, solo estaba asustada.
—Te equivocas. Nosotros no estamos del lado de él —frunció el ceño confundida—. No somos el enemigo.
—A mi me parece que si —sacó otra de esas cosas contra el ruido. Nos dejaría aturdidos.
Iba a tratar de convencerla de que nosotros éramos los buenos, pero vi que un espectro se acercó a ella. No se había percatado, y ahora no tenía un arma, sino esa bomba de aturdimiento.
Saqué una flecha y la puse en posición de tiro. La chica giró al ver hacia dónde apuntaba y dio un pequeño brinco. Al parecer apenas lo había visto.
Si a los espectros no les dañaban mucho los ataques normales y físicos que un ser humano podría dar, por lo menos con otra cosa si.
Con poder.
Acumulé en mi flecha una gran cantidad de fuego y disparé.
Ya no me era tan difícil proporcionales a mis flechas una cantidad de fuego prudente. Ya no las desintegraba, me volvía más ágil.
Aquel espectro se desvaneció al contacto con mi flecha.
La chica se giró rápidamente a mí y vio la posición que en la que estaba. Tragó la saliva y retrocedió solo un paso mirándome fijamente.
—¿Cómo...?
—No somos malos ni secuaces de DarkBan. Escúchame, ahora sabemos que no eres del equipo contrario. Tienes razón, no fuimos honestos, te diremos quienes somos —expliqué.
—Solo si tú nos dices quien eres primero —habló Blake cruzándose de brazos—. Te escuchamos.
—Me llamo —tragó saliva—. Mi nombre es Thea.
Sentí que todo se detuvo.
Por un momento sentí que no podía moverme ni hablar. Pensé en todo lo que esta chica tuvo que vivir, su historia; sus padres...
—Tu... —mascullé. Metí mi mano a la mochila y saqué aquel diario que alguna vez le perteneció a esta joven—. ¿Es... tuyo, no? —su mandíbula empezó a temblar.
—S-si —tartamudeó—. ¿Cómo...? ¿Dónde...?
—Bueno... aquí escribes tu trágica historia del 02 de mayo —sus ojos empezaron a cristalizarse—... el día de mi nacimiento.
Al oír eso sus labios se movieron sin pronunciar palabra alguna en un «tú».
Empezó a llorar mientras sus manos tapaban su cara, al parecer no pudo con eso porque cayó repentinamente al suelo de rodillas.
Blake y yo nos acercamos corriendo hacia ella, quien no paraba de temblar.
—Thea... —murmuré tratando de tocarla.
—¡No lo hagas! —con su mano alejó la mía con un manotazo—. No me toques, tú naciste y todo acabó. Estaba feliz, contenta, iba a nacer nuestra princesa —su cara se puso roja—. Iba a usar un hermoso vestido y a bailar con mi papá. Mamá estaba contenta de salir con papá ese día y... —su voz empezó a elevarse, cada vez más rota—. ¡Tus padres te protegieron y jamás regresaste! ¡Todos sufrimos mientras tu gozabas de la vida! —me sostuvo por los hombros—. Eras mi esperanza para dejar de estar sola.
—Jamás lo supe —agaché mi cabeza y ella me soltó—. No lo supe hasta hace un tiempo. Ni siquiera sabía que tenía poderes —me miraba con odio—. También he pasado por cosas porque nunca gocé de esa vida que dices que tuve. Viví en un orfanato casi toda mi vida y no lo sabía. Cuando tuve una familia feliz, mi madre adoptiva murió y todo se desmoronó nuevamente. ¿Crees que he tenido una vida fácil? Todos aquí hemos tenido una vida tan cruel y dura como cualquiera. Los cuatro elementos también conocemos su dolor.
—Al menos tuviste una familia y eras feliz —musitó y gruñó en su rabia por no parar de llorar.
Me froté los brazos con mis manos y suspiré. Estaba realmente mal, si hubiera sabido que ella... yo...
—Créeme que te hubieras visto muy bonita con tu vestido —dije y giró a verme—. Quisiera recuperar lo perdido. Seré sincera, ahora que sé soy una princesa nunca me imaginé al reino, o a sus habitantes. Pero tú me has abierto los ojos —me miró confundida—. El dolor y sentimiento de tus palabras escritas en tu diario han cambiado mi rumbo. Ahora no sólo querré regresar a mi mundo, sino que regresaré lo que perdió el reino tras la pelea.
—No puedes regresar la vida —espetó.
—Es cierto —admití y asintió—. Pero te prometo que no te volverás a sentir sola nunca más.
Me miró dudando, pero era cierto, acabaría con DarkBan de alguna manera. Me sorprendí cuando me abrazó abriendo su corazón, retirando dudas de su interior.
<<Los espectros nos verán.>>
Blake nuevamente tenía razón, era necesario esconderse y no estar a simple vista.
—Thea, te presento a Blake —giré hacia él con una sonrisa juguetona, frunció el ceño—. Príncipe del reino de Tierra.
—¿Príncipe?
—Si Blake —me separé de Thea para ir hacia él y darle unas cuantas palmadas en el hombro—. Eres todo un príncipe —reí y gruñó.
—No me gusta como suena eso.
—Estoy ante dos grandes realezas: una princesa y un príncipe —Thea se levantó del suelo más animada—. Siempre creí que al crecer harían pareja, ¿qué se siente? Es decir; la princesa del reino de Fuego y el príncipe del reino de Tierra.
Mis mejillas se tornaron rojas. Blake me miró de reojo con una sonrisa divertida. Rió solo ligeramente y negó.
—No somos novios Thea. ¿Pero no sería lo mejor vernos como una?
—¡Blake! —le pegué en el hombro avergonzada.
Todos empezamos a reírnos, pero la realidad nos golpeó nuevamente.
—Thea... ¿a qué te referiste con congelados?
Agachó su mirada nostálgicamente.
—DarkBan selló los reinos. El tiempo se detuvo completamente, nadie envejece. Ni siquiera encuentro los cuerpos —me miró—. Ese día después de... todo —tragó saliva—, corrí al castillo tras aprisionar al espectro que casi me mata. Los Reyes no estaban, seguían luchando contra el demonio. El castillo no era seguro ni estaba resguardado, fui hacia el cuarto de armas y encontré muchas cosas para defenderme. Justamente al final estaba una nota de mi padre que dejó ahí antes de ir a combate. Escribió que dejó un artefacto que le proporcionó el rey tiempo atrás cuando era líder del escuadrón de élite en la guardia real.
Eso me recordaba a Peter.
—Por alguna razón él sabía que iría hasta el castillo —metió su mano a su bolsillo—. Cuando DarkBan decidió comenzar con su plan esta piedra brilló —sacó una piedra en forma de espiral—. Lanzó su hechizo y todos quedaron congelados sin moverse, después desaparecieron excepto...
—Tú —concluyó Blake—. Entonces el tiempo se detuvo para todos. La piedra fue lo que te ayudó.
Thea asintió.
—Es por eso que sigues muy joven —musité—. A simple vista te ves de la misma edad que yo.
—¿Qué tiene esa piedra? —preguntó Thea.
—Tierra de los cuatro reinos. Según te protege de algún ataque, pero pierde efecto después de su uso. El frasco fue purificado por Angélica hace tiempo, eso también ayudó.
Era increíble la magia aquí en los reinos.
—Princesa —escuché miedo en su voz—. He estado aquí tanto tiempo luchando contra esos espectros. No había muchos y hace apenas un par de meses empezaron a atacar con energía y poder. Temo por la vida del pueblo, nadie sabe de su paradero.
Me froté la cara con mis manos. Esto se complicaba cada vez más. Ahora no sólo tenía que sacar a Thea de este lugar, ni acabar con DarkBan, sino descubrir que fue de las demás personas.
—Lo bueno es que DarkBan ha muerto —Blake y yo nos miramos instintivamente ante las palabras de Thea.
—De hecho... gracias a él estamos nosotros aquí.
—¿No ha... muerto? —negué con la cabeza lentamente—. ¿Es por eso que los espectros son más fuertes?
—Parece ser que recupera fuerza —vi como Thea se sentía pequeña a nuestro lado. Era entendible, estar frente a nosotros era algo nuevo—. Es por eso que queremos salir de aquí. Debemos estar unidos.
—¿Y a dónde pensaban dirigirse? —preguntó Thea alzando una ceja.
—Antes de que nos consideraras traidores —Thea se ruborizó de pena—, estábamos buscando el castillo.
Thea abrió sus ojos como platos y negó repetidas veces con la cabeza.
—No.
—¿Por qué no? —cuestioné.
—El castillo no puede verse. Por alguna extraña razón desapareció, no hay rastro alguno.
—¿Crees que DarkBan se llevó el castillo consigo cuando congeló a todos? —pregunté.
—Podría ser, o...
—O simplemente lo escondió con magia —ambas volteamos a ver a Blake—. Si ese fuera el caso, Keit y yo lo reapareceríamos.
—¿Y si no funciona? —cuestionó Thea.
—Es mi única idea, de hecho —dijo rascándose la nuca.
—Ese no es el problema —Thea suspiró—. Es el lugar más poblado por espectros, rondan por ahí como locos. ¿Quieren arriesgarse?
—Si están ahí es porque esconden algo —comenté.
—Quédate con nosotros Thea —Blake tronó sus nudillos—. Verás en primera fila el poder de dos elementos.