—Vamos, dame algo más para ver —le pidió Emma a Blake.
—Emma, ya te dijeron que tu poder tiene límites, una cosa es saber cosas del pasado recientes y otra es lo que quieres hacer, no puedes utilizarlo para ver dieciséis años atrás. Tu poder se sobrecargaría —me crucé de brazos.
—Quiero saber qué pasó —se sentó en el suelo.
—Me gustaría verlo y no solo saberlo de Angélica —acoté.
—¿Los chicos ya encontraron algo del descontrol que sufrió Henry? —preguntó y negué con la cabeza—. ¿Entonces qué hacemos? No puedo seguir distrayendo a Ethan, Alex y Jordan de sus desapariciones misteriosas.
Suspiré. Desde aquel día hemos estado buscado el problema que hizo que Henry casi matará a golpes a Blake. Hasta ahora no hemos encontrado nada, esta vez estamos siendo cuidadosos con la búsqueda, y hemos estado al pendiente del comportamiento de Henry por el momento.
—Sé que es pesado para ti tener que lidiar con esos tres, pero créeme que valdrá la pena cuando encontremos el problema —le sonreí.
—¡Keitlyn! ¡Emma! —gritaron detrás de nosotras.
Al voltear vimos cómo Blake y Henry corrían en nuestra dirección. Henry traía en sus manos un libro, se veía viejo, estaba cubierto de polvo y las pastas estaban rotas.
—¿Qué es eso? —preguntó Emma.
—Un libro —contestó Henry con tono de burla.
—Obvio es un libro, te pregunto el contenido.
—Pues especifícate, tontita —rió Henry.
—De acuerdo ya, ¿qué contiene? —pregunté cansada.
—Por lo que leímos, éste libro habla de objetos de Dioses. Fueron utilizados para la purificación de cuerpos u objetos endemoniados, también servían para deshacerse de las malas energías, en sí eliminaba todo el mal que una persona pudiera tener —contestó Blake—. El libro estaba escondido bajo tierra, lo sentí y lo desenterramos. Tuvimos que quitar concreto para sacarlo, ni siquiera sé porque un libro como este estaba escondido.
—¿Quizá porque es peligroso? —inquirió Emma—. Vamos, ¿soy la única que piensa que un objeto para eliminar malas energías es una mala idea? Además, ¿de quién era ese libro?
—Eso no importa. Podremos utilizarlo para eliminar el descontrol que tooodos tenemos —enfatizó Blake.
—En caso de que aceptemos ir, ¿dónde es? —pregunté.
—El lugar es desconocido, pero es más o menos a tres días de aquí, si salimos ahora, claro —argumentó Henry.
—Entonces vayámonos ya —propuso Blake.
—¿Enserio soy la única que tiene dudas sobre esto? ¿No es algo sospechoso? —inquirió Emma alzando los brazos.
—No, yo te apoyo —le respondí y ella hizo un gesto de que por fin alguien la había entendido—. Ir así no está bien. Chicos, ¿ya olvidaron cuando salimos sin permiso a buscar a Ethan? —me crucé de brazos—. Además... jugar con artefactos mágicos no es cosa de juego, es algo serio.
—Lo sabemos Keitlyn, pero... ¿qué te garantiza que el día de mañana no nos ataquemos los cuatro entre nosotros mismos? —preguntó Blake.
—Bueno yo...
—Si no tomas el riesgo, no ganas —habló Henry, para luego mirar a Blake—. Y si no lo haces te arrepientes. De eso no hay regreso —me miró a mi—. Si nos quedamos aquí pensando en lo que pudo o no ser, nunca lograremos saberlo.
—¿Bien, y qué es lo que estamos buscando? —cuestionó Emma.
—Esto. —respondió Henry abriendo el libro.
Un... ¿Espejo?
—¿Vamos a... viajar tres días para llegar y ver cómo nos vemos? —dije irónicamente—. Por favor, ¿qué tan mágico puede ser un espejo?
—No sé si lo veas pero —nos apuntó Henry a todos—, somos personas con magia.
Emma y yo nos giramos a ver. Podía ser cierto, pero todo esto iba a tener consecuencias y no quería más problemas. Mi amiga comenzó a asentir lentamente, bufé y me giré a los chicos.
—Está bien —respondí casi obligada. Caminé a la puerta para abrirla—. Andando.
—¿No empacaremos? —preguntó Emma detrás de mi.
—Estamos hablando de Blake y Henry, créeme, ya empacaron —se rieron detrás de mi—. Lo sabía.
Buscamos un vehículo en el cual ir. Debatimos como dejarle un mensaje a F, teníamos miedo de ir a decirle y salir corriendo, pero a Henry se le ocurrió una idea no tan ingeniosa, que era escribirle una nota. ¿Apoyamos su idea? Pues...
Si.
Nadie quería lidiar con F cuando hacíamos algo así.
Nos acercamos al vehículo sigilosamente.
—¿Quién maneja? —pregunté en un susurro.
—¿Quién vota por Blake? —preguntó Emma y los tres a excepción de Blake levantamos la mano.
—Eso fue un complot —acotó Blake indignado.
Rodé los ojos y aproveché para subirme a un lado del conductor. Emma y Henry se subieron en la parte trasera.
Blake prendió el vehículo y emprendimos nuestro viaje en busca de aquel espejo. Si, sonaba extraño decirlo.
Después de un rato de viaje, Henry y Emma empezaron a discutir acerca de temas que solo ellos conocían. Yo estaba sacándole filo a mis flechas, me asusté cuando casi me pinchó un dedo.
—Deja eso, te lastimarás —musitó Blake.
—¿Qué te puede asegurar que no habrá peligro? Es mejor prevenir, y que mejor manera que estar preparados para lo que sea —acabé de pulir mis flechas con orgullo—. Además, ya acabé.
Él sonrió y yo igual, suspiré y fruncí el ceño con una duda en mi cabeza.
—¿Blake? —le llamé.
—¿Si? —respondió.
—¿Qué nos hará exactamente ese espejo?
—Nos mostrará quienes somos, nuestra alma.
—¿Qué pasa si no me gusta descubrir lo que soy? Sigo teniendo dudas... —susurré y él negó.
—Relájate, solo mirarás el espejo y él se encargará de lo demás —expuso decidido.
—¿Solo será eso? —se acercó Emma hacia nosotros. También estaba interesada, también tenía miedo.
—Por lo que sé, si —le respondió Blake.
Durante el resto del camino estuvimos cantando y contando chistes para relajarnos. Ya solo faltaban veinte minutos para llegar. Habíamos comido, fuimos al baño... todas nuestras necesidades a lo largo del camino. No nos alcanzó para hoteles en el transcurso, así que dormíamos como podíamos en el coche.
Respiré con nerviosismo. Si algo o alguien estaba ahí, debíamos prepáranos.
Regla básica de todo agente.
—Cuando lleguemos Blake y tú entraran cubriendo la parte delantera de... —giré hacia Henry pero lo vi plácidamente dormido—. ¡Hey!
Posé mi mirada en Emma, también estaba cómodamente en sus sueños.
Regresé a mi lugar frustrada.
—Les ganó el sueño —comentó Blake riendo por ello.
—Solo quiero llegar a ese espejo y acabar con esto lo antes posible. ¿Qué tal si F manda un mensaje? —me exalté—. ¡Peor aún, ¿y si envía a Ethan, Alex y Jordan?!
—Tierra llamando a Keitlyn —me llamó Blake tratando de tranquilizarme—. Todo estará bien, ya lo verás —dijo dulcemente.
—Lo siento —expresé—. Entre poderes y un loco que los quiere no he podido estar tranquila.
—No te preocupes, a todos nos pasa —me sonrió—. Estamos a nada de llegar.
—Eso es bueno —susurré.
—Por cierto... ¿Keit?
—¿Si? —volteé hacia adelante buscando el bosque donde estaba escondido el espejo.
—Yo... lo he pensando mucho y... —gruñó—. Tú... tú... me gus...
—¡Por fin llegamos! —exclamé aliviada, sobresaltando a Henry y Emma—. Lo lamento chicos pero hemos llegado.
Blake paró el vehículo y me bajé para respirar aire fresco. El bosque daba olores naturales y frescos, el aire era tan puro, esto si que me relajaba.
Todos se bajaron para comenzar a caminar por el bosque tratando de encontrar otra cueva, en donde, según el libro, iba a estar localizado el espejo.
Después de varios minutos comenzamos a ver una a lo lejos.
—¿Esa es la cueva no? —apuntó Henry.
Observé el mapa que tenía, asentí dándole la razón a Henry, había acertado. Estaba algo escondida, además estaba muy pequeña como para que alguien sintiera curiosidad para entrar.
Cuando entramos lo primero que vimos fue el espejo, de hecho era lo único que había, como si fuera la mayor obra de arte en un museo colocada en el centro. Brillaba tanto como una joya, su energía mágica me causaba mareos.
—Esto es sofocante —di un paso atrás.
—No hay vuelta atrás —comenzó a avanzar Emma.
Los cuatro nos posesionamos delante del espejo pero... nada ocurrió.
—Ya lo veía venir —musité.
—Creí que si funcionaria —prosiguió Blake cruzándose de brazos.
El espejo empezó a brillar. Los cuatro nos acercamos más e intentamos alejarnos cuando vimos salir hilos de él. Nos enredaron por completo por más que luchábamos contra ellos.
Solo teníamos la cabeza descubierta, todos nos miramos con pánico y, de un momento a otro, sentimos como si nos jalaran al interior del espejo.
Sabía que era mala idea, porque a donde van los elementos, van los problemas.