—¿Logras verlo? —preguntó Blake.
Y sí que lo veía. Justo delante de nosotros se encontraba ese monstruo, expulsaba fuego de su boca, de tanto que lo veía escupir sentía que el rancho estaría totalmente irreconocible en cuestión de tiempo.
—Dale en el ojo —me gritó Henry desde su moto.
—Lo distraeremos con eso —aclaró Blake.
Aquella cosa solo tenía un ojo, pero era absurdo. Aún nos estábamos acercando en moto, un tiro a esta velocidad podría fallar y alertar al monstruo de nuestra presencia.
—Yo... —tragué saliva—, fallaré.
—¿Ves eso? —apuntó hacia la gente que corría de un lado a otro—. Morirán si no lo haces —aclaró.
Y eso amigos, es el apoyo moral de Henry.
Lo miré feo para después descolgarme el arco y apuntar hacia el monstruo. Una de dos, o lo arruinaba o podía lograrlo, no había tiempo que perder.
Al disparar la flecha siguió el curso elegido, pero lamentablemente se desvió un poco del lugar apuntado.
—No —negué con la cabeza—, fallaré.
—No lo harás —dijo Henry decidido—. Te ayudaré.
Alzó su mano derecha para hacer un movimiento a la izquierda, provocando que el aire moviera la flecha al lugar donde había apuntado directamente, justo en el ojo.
Aquella criatura se tocó el ojo adolorido, cayó al instante. Aprovechando su dolor nos aproximamos hacia la gente que aún seguía corriendo, nos bajamos de la moto y Blake ayudó a la gente que seguía en el suelo a levantarse.
—Necesito que todos salgan de aquí —alzó su dedo índice para apuntar un camino—, esto se pondrá feo —dijo con autoridad.
—¿Y quién te crees para darnos órdenes? —cuestionó un anciano.
El monstruo se paró al escuchar ruido, giré al instante, su ojo sangraba. De un momento a otro llevó sus manos hacia donde la gente y nosotros nos encontrábamos.
Blake chasqueó la lengua algo aburrido y con su pie derecho golpeó el suelo. Un pico de tierra se levantó para enterrarse justo en el pie del monstruo, el cual volvió a caer.
—¿Alguna otra pregunta? —preguntó Blake.
Todos negaron y comenzaron a desaparecer por donde había indicado anteriormente Blake.
—¿Cuándo aprendiste eso? —pregunté curiosa.
—Sabes, no eres la única que estudia toda la noche —me guiñó un ojo—, bueno —junto sus manos—, hora de deshacernos de esa cosa.
—¿Desde cuándo acordamos que serías el líder? —alcé una ceja.
—Si, esto del líder me pone nervioso. Voten por mi, Henry para líder, soy nuevo —intervino Henry algo entusiasmado.
Y antes de que respondiera, el monstruo se levantó velozmente, lanzando una bola de fuego hacia dónde estábamos Blake y yo.
Esperaba que los estudios de me sirvieran de algo con lo que estaba apunto de hacer.
Alcé mi mano absorbiendo sin poder creerlo el fuego que había lanzado aquel monstruo.
—Algo me dice que te estabas preparando para ganarme —me dijo Blake impresionado.
—No te equivocas —entrecerré los ojos con una sonrisa.
—Y a mi algo me dice que realmente son tan despistados como para no mirar a su alrededor —gritó Henry corriendo hacia nosotros—. ¡Es enserio, cuidado!
Blake y yo giramos y en un instante sentí como mis pies dejaron de tocar el suelo para elevarse en el aire por la mano del monstruo. Empezó a apretar fuerte dejándome sin aire.
—Mierda —susurré al empezar a ver borroso.
—¡Keitlyn! —escuché a Blake gritar.
—¡No se te ocurra cerrar los ojos! —ahora gritaba Henry.
Abrí los ojos con las pocas fuerzas que tenía. Vi como Blake sacó su espada y Henry sus cuchillas, quienes coordinadamente las enterraron en ambos pies del monstruo.
Sentí como empezó a perder el equilibrio, en cuestión de tiempo caería. Sonreí cuando la mano del monstruo empezó a aflojar su agarre. Me sostuve fuerte cuando me alzó más hacia arriba de un impulso.
¿Cómo recuperó fuerza y equilibrio?
—Lánzala.
Había escuchado un susurro. Giré hacia el hombro del monstruo, Leo se encontraba parado en el con lo que parecía ser una aguja que había enterrado en el cuello. Los ojos del monstruo se volvieron rojos. Había hecho algo con esta criatura para cargarle más fuerzas después de lo que Blake y Henry habían hecho.
—Tu... —lo miré fijamente—. ¿Por qué? —cuestioné claramente dolida.
—Eres un elemento. Mi señor aclaró que tenía que tenerte, sabes solo por eso no hubiera permitido que Ethan me apartara de ti —me vió amenazante—. Si te hubiera tenido desde un principio —sonrío maliciosamente—, definitivamente ya serías parte del IDMEO.
—¿Qué están haciendo con aquel artefacto? Se supone que es para arrebatar el poder, no para formar parte de él.
—¿Cómo es que sabes eso, hermanita? —alzó las cejas.
—No pienso contestarte —dije segura de mi misma.
—Te lo buscaste. Tendré que sacarte respuestas yo mismo. ¡Ahora!
Y de repente, salí expulsada de la mano de ese monstruo, antes de cerrar los ojos vi como Blake y Henry me miraban asustados desde abajo.
Sabía que caería, podría morir. Solo escuchaba voces en mi cabeza que no lograba entender, sabía que ese era Blake. Pero entre tantas, una oración me había quedado clara.
<<No cierres los ojos.>>
Era tarde, mis ojos se habían cerrado involuntariamente.
***
Abrí los ojos lentamente, sentí mi frente húmeda, mi cabeza dolía, y por alguna extraña razón me sentía cómoda.
Terminé de abrir los ojos claramente asustada, me senté al instante percatándome de que estaba en una cama. Un pañuelo húmedo cayó a mis piernas desde mi frente. Alguien estaba cuidado de mi.
Escuché pasos aproximarse y vi entrar a una chica de mi edad.
—Ya despertaste —dijo lo obvio dejando una cubeta pequeña de agua.
—¿Dónde estoy? —pregunté y al instante recordé a Leo, Blake y Henry. Los tres solos.
—En mi casa, pero... ¿qué te pasó? —preguntó preocupada.
La miré y antes que nada me levanté de la cama alcanzando mis zapatos para ponérmelos.
—Mira aprecio mucho tu ayuda, pero debo de irme ahora —al doblarme para alcanzar mi otro zapato sentí un dolor a un costado del estómago—. Demonios —me quejé.
—Cuando te encontré tirada en... —pareció dudar—, en el suelo estabas sangrando un poco de ahí —apuntó a mi costado—. Al parecer te dejó una marca.
—¿Eres enfermera o algo así? —pregunté.
—Bueno, aprendí de mi padre al verlo tanto —dijo algo apenada.
La observé detalladamente. No era una chica mala, al contrario, era muy dulce y me había ayudado a pesar de ser una completa extraña para ella, no era amable de mi parte irme solo así porque si. Además, Henry y Blake eran lo suficientemente fuertes para pelear contra aquellos dos.
—Mi nombre es Keitlyn Carter —extendí mi mano sorprendiéndola de repente.
—Yo Emma Miller —tomó mi mano—. Un gusto.
—De acuerdo Emma. No recuerdo mucho, ¿cómo me encontraste?
—Te vi —hizo una pausa suspirando—... caer del cielo a unos arbustos.
—¿Por qué me ayudaste? —cuestioné. Quería saberlo.
—Aquí es en donde vivo, muchos vienen en busca de mi ayuda, no has sido la única aquí —dijo agachando la mirada—. Los ranchos cercanos han sido quemados en su totalidad y buscan ayuda más cercana.
—¡Ayuda!
Emma y yo salimos apresuradas de la casa ante el grito de una persona. En cuanto estábamos afuera vi a Leo con aquel monstruo, apreté mis puños al ver a mis compañeros siendo aplastados por aquella criatura.
—¡¿Qué crees que haces?! —grité.
—Para ser principiantes tienen resistencia de soldado —dijo observando a mis compañeros—. No obtuve nada de información —dijo mirando a Emma—. ¿Has... hecho una amiga humana? Asqueroso.
—¿Humana? —me preguntó Emma.
—Basta de tonterías, acabaré con esto, vamos grandulón —ordenó Leo palmeado su cuello.
Al instante un tornado de fuego salió de la boca de aquel monstruo yendo directamente hacia nosotras. Iba a contener el fuego, pero el dolor de mi costado me lo prohibió.
Suspiré, si no hacía algo acabaría con nuestras vidas. Iba a ponerme enfrente de Emma pero de pronto una pared de agua se levantó enfrente de mí. Giré hacia la chica y la vi, ella... ella lo hacía.
—¿Emma? —la llamé.
—Sé que sonara extraño, pero desde hace una semana y más he podido controlar el agua, no es la primera vez que puedo hacerlo. No sé qué quiere contigo, pero ten por seguro que no lo conseguirá...
Por primera vez en todo su discurso volteó a verme. Sus ojos brillaron en un azul tan claro, me miraba confundida. Seguramente tenía los ojos rojos por mi elemento.
Me emocionaba que fuese una mujer, así no tendría que aguantar tanto a los otros dos.
Otros dos...
¡Blake y Henry!
Giré hacia ambas manos del monstruo, Blake y Henry estaban con los ojos cerrados, apretando con sus uñas las manos de esa cosa. Intentaban permanecer aún despiertos.
—Escucha sé que estás confundida, probablemente ya hayas visto mis ojos —ella asintió con los ojos muy abiertos—. Soy el elemento fuego y esos de allá —apunté a los dos cabezotas —, son los demás elementos. Tierra y aire, y él... —tragué saliva apuntándole—, es mi hermano, nuestro enemigo.
Emma miró detalladamente al monstruo, luego me miró a mi, después nuevamente al monstruo. Parecía estar procesando todo.
—Lo dudas, lo sé —apreté sus manos—, pero ahorita no puedo moverme. Eres la única que puede ayudarlos, sino morirán —le supliqué.
—No soy desconfiada con ustedes, desde que te vi caer del cielo tuve confianza en ti —me sonrió—, también parece ser que somos como familia, ¿no? —asentí—. Nunca se abandona a una familia.
Sonrió y al terminar de hablar impulsó la pared de agua hacia Leo, quien por estar viendo anonadado a Emma recibió el impacto directamente.
Los ojos de aquel monstruo volvieron a su color original e instintivamente cayó al suelo.
Corrí difícilmente hacia los chicos.
—¡Emma! —le grité mientras corría—, ¿podrías verlo a él? —apunté a Henry.
Ella asintió y al instante estuve frente a Blake, ayudándolo a pararse.
—Gracias a Dios Blake, que alivió...
—Estás bien —susurró abrazándome.
Claro que su abrazo me dejó completamente muda y estática ¿Por qué me abrazaba? Oh si, salí volando por el cielo.
—Él está bien —escuché decir a Emma, quien tenía el brazo de Henry en sus hombros para que pudiese caminar.
—Elemento agua, ¿ah? —alzó una ceja Blake.
Todos reímos por todo lo que había pasado, las risas de los demás se apagaron de repente y al fijarme bien en ellos me di cuenta que los ojos de todos brillaban del color del elemento.
¿Esto era la conexión?
Giré rápidamente hacia donde supuestamente había caído Leo, pero ya no había nadie.
—¿Cansada? —me preguntó Blake.
—Y sin energía —respondí ayudándolo a pararse del todo.
—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó Henry a nuestra nueva compañera captando nuestra atención.
—Emma Miller —sonrió nerviosa.
—Bien Emma, él es Blake Smith, elemento tierra —apunté hacia el nombrado—, y él Henry Cooper, elemento aire.
—Claramente el más guapo —mencionó Henry.
Reí y pronto me arrepentí al recordar que mi estómago había sido dañado.
—¿Estás bien? —preguntó claramente alarmado Blake.
—Si, es solo un dolor —contesté.
—¡Estás loca! —volteé al ver a Emma furiosa —. Te está volviendo a salir sangre —me apuntó.
Mi vista se dirigió hacia el costado de mi estómago que, efectivamente, estaba sangrando.
—Fue mentira —dijo Emma de repente y giré a verla—. Realmente te vi volar por el aire hacia la calle, hubiese sido fatal tu caída si no hubiese intervenido con mis poderes— me miró—. Es raro, ni siquiera lo pensé dos veces. Se activó por si solo porque de la nada una burbuja de agua te sostuvo evitando tu caída.
—No importa que me hayas mentido —le sonreí—. Me salvaste y te estoy agradecida por ello.
—Te volveré a curar, pero por favor ya no hagas tanto esfuerzo —dijo ella guiñándome un ojo.
—Que mal —susurró Henry—. Ahora no sólo tendremos que lidiar con las quejas de Keitlyn, si no ahora también con las de Emma.
—¡Oye! —respondimos ambas al unísono.
Blake y Henry empezaron a reír.
Había mucho que explicarle, sobre el IDMEO y los extraños segundos poderes de Henry y Blake. También tenía que hablarle sobre F y los demás
Y sobre todo de DarkBan.
Un segundo...
Angélica tenía que aparecer cuando los elementos estuvieran unidos. Lo había dicho.
<<¿Vendrá?>>
Me asusté y rápidamente giré a ver a Blake, quien me miraba esperando una respuesta.
<<¿Por qué estás escuchando lo que discuto en mi mente?>>
Lo miré enojada y él rió.
<<Solo respóndeme.>>
—Pero si ya estoy aquí.
Todos gritamos y giramos hacia el centro, donde podíamos ver a Angélica sentada flotando en el aire.
Emma estaba totalmente confundida y asustada.
—¿Es un fantasma? ¿Puedo tocarlo? —preguntó ella con los ojos muy abiertos.
—Ella es Angélica, algo así como una Diosa —giré mi dedo en círculo—. Es un espíritu que supongo necesita ser resucitada por nosotros —miré a Emma directamente a los ojos—, y es la posible única persona que sabe quiénes somos realmente.
Emma volteó a ver a Angélica, quién únicamente nos sonreía.
—Que lindo —habló por fin Angélica, admirándonos como si fuésemos alguna obra maestra.
—¿... nos dirás ya? —le pregunté temerosa.
—¿Qué nos dirá? —preguntó alarmada Emma.
—Lo que hemos estado esperando mucho tiempo —confesó Henry juntando sus manos.
—Les contaré su pasado, todo lo que son y fueron —Angélica hizo una pausa —. Les contaré quiénes son —sonrió—, mis queridos elementos.