Capítulo 70

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Los cuarteles estaban desérticos, solo las luces sensibles al movimiento se prendían por donde pisaba y no se oía absolutamente nada en metros a la redonda. La cafetería quedaba bastante lejos y podría haber tomado un transporte si lo deseaba, pero Kayn prefería caminar para poder estirar un rato los músculos y pensar con tranquilidad, además hace mucho que no caminaba al aire libre.

Era cierto que, en contra de su voluntad, había desarrollado una especie de relación indefinida con aquella molesta mujer ¿Pero acaso era relevante? Después de todo solo habían sido encuentros fortuitos e interacciones comunes y corrientes... salvo por un par de ridículos besos. ¡Pero no debía apresurar conclusiones! Tendría que evaluar todo por orden y lo más imparcialmente posible.

Jinx era la corriente piloto de una nave de segunda, compañera de criminales, culpable de muchos accidentes en minas de ora y, aparentemente, una chica a la que le gustaba las explosiones, violencia y hablar con sus armas, además de que carecía de buenos modales y era vulgar. La había conocido cuándo perseguía a la templaria y, por más que él lo intentara, desde un inicio no parecía temerle o tener la más remota idea de sus ideaciones homicidas hacia ella y el resto de sus compañeros. Por otra parte, era la primera persona que se tomaba tantas libertades en su trato hacia él, incluso mucho más que Valdro: no respetaba su espacio personal, tenía el descaro de discutir con él, desafiaba sus órdenes y encontraba maneras de hacerle perder los estribos y vivir para contarlo.

En lo que refería a la parte física, no tenía atributos que resaltasen a sus ojos: pelirroja, ojos verdes, pecas, piel blanca, extremadamente delgada y con tatuajes en su único brazo no biomecánico restante. Todo lo que hacía y decía parecía ser fruto de impulsividad y un incesante deseo de provocar caos sin importarle dónde y cuándo; admitía que parte de esa impulsividad  había salvado su vida, como cuándo se disponía a asesinarla en medio de ese callejón en Ruqa y ella lo... Kayn cambió de rumbo sus pensamientos.

No había mucho más que agregar sobre ella; hiperactiva, impulsiva y completamente vulgar, su amor por la violencia era lo único que resaltaba, y justamente, era ahí donde Kayn entraba en todo ese caos: Jinx aseguraba que tenía sentimientos románticos hacia él, poniendo como única excusa su "inigualable y genial" sed de sangre y violencia. Claro que lo natural era temer a la persona en cuestión, o incluso aborrecerla, pero ella decía lo contrario; aunque debía tener en cuenta que Jinx estaba loca, así de sencillo.

Ahora, el punto a tratar: Jinx se las había arreglado para crear una relación extraña con él, ya no pudiendo decirse que fueran simples conocidos o enemigos. Kayn detuvo su andar por un momento e inhaló profundamente; debía permanecer sereno y afrontar el problema de frente si quería deshacerse de el de una vez. Retomó su camino.

Sí, se habían besado en ese planeta perdido y había sido él quien lo había permitido para que, al fin, pudiera detener sus molestas intenciones y él pudiera dejar de lado esa ridiculez romántica para enfocarse en su verdadera meta; y aún así, ahí estaba él, caminando en medio de la noche, dando más y más vueltas para encontrar una explicación aceptable a lo que le había empezado a inquietar. Todo se había vuelto un mal chiste: el Ordinal Shieda Kayn poniendo excusas e intentando no ceder cual niño, a algo que era obvio.

¿Cuándo había empezado? Quizá desde que Jinx le había mostrado que no podía deshacerse de ella usando los mismos métodos que con otros y que era peculiar en cada sentido de la palabra; como descubrir una nueva especie por completo: cada cosa que acontecía era desconcertante, frustrante pero intrigante al mismo tiempo. Por si fuera poco, había confesado amar el aspecto más obscuro y sanguinario de él, y Kayn apreciaba la grandeza de su propia violencia; es decir, podía decirse que ese era ya un punto en común que compartían los dos.

¿Cómo había empezado? Estaba seguro que al inicio sólo había sido completa y total necesidad, absolutamente nada más; así que no estaba seguro de cuándo había llegado al punto donde cruzó a tolerancia... tal vez se había dado por vencido, inconscientemente, a quitársela de encima y solo así había reemplazado el pensamiento de "molestia" a "compañía inevitable" y eso avanzó.

¿Qué pensaba de todo eso? Pues bien, siempre se guiaba por sus principios y filosofía, y esto no debía ser diferente. Era necesario aceptar las cosas tal y como eran: se sentía... intrigado por ella y, por el momento, no veía necesitad de matarla o deshacerse de ella, pues no había intervenido, ni intervenía sus planes respecto al ora y el Portal.

¿Ahora qué? Pues nada, se enfocaría en sus deberes en Demaxia, continuaría evitando destacar, buscaría más ora y esperaría pacientemente el regreso de Rhaast: todo seguiría igual que antes, no era como si fuera a ir tras ella; además, estaba el detalle de lo que le hizo en aquel planeta... ¡Como sea! No ganaba nada con "llorar sobre la leche derramada" y, admitir su interés, no significaba que fuera a cambiar algo en su trato hacia ella.

Bueno, fin del asunto. Volvió mucho más relajado a su especie de cubículo, pasando por toda la estancia, vio que Valdro no había vuelto y probablemente no lo haría, y desplegó nuevamente la pantalla holográfica, molesto contra su colega Ordinal por haberle hecho perder su avance, pero descubrió que la computadora inteligente había logrado salvarlo.

El ambiente se llenó del sonido de tecleo y algunos clicks oportunos... O eso le hubiera gustado que pasara; en realidad estaba sentado frente a la pantalla, completamente estático, con el informe delante suyo y su cabeza trayendo insistentemente pensamientos sobre "ese" asunto. ¡Klags! Su cabeza no parecía querer dar por cerrado el asunto.

— ¡Ah, por todos los infiernos! — esta vez fue él, quien cerró la pantalla.

Miro hacia el reloj proyectado en medio de la oficina: 3:24 am ¡Como deseaba poder dormir como un ser humano normal en ese mismo instante! Pero no, no podía ni dormir, ni hacer un simple informe al parecer. Movió algunas cosas de su escritorio, modificó de apariencia la pantalla, revisó sus viejos informes, organizó los archivos físicos que tenía a la mano y mando algunos mensajes a algunos de sus hombres. Volvió a ver el reloj: 3:15 am.

— ¡¿Pero qué klags?!

Lo miró mejor: 3:35 am.

"¿Me extrañaste?", lo interrumpió Rhaast cuándo se prestaba a marcharse a dónde sea.

— Así que fuiste tú el que ocasionó todo.

"Sólo me divertía un poco", rio. "¿Te has enojado, Kayni?".

— Rhaast, creo que no te conviene jugarle bromas a la persona que te transporta de un lado a otro — se sentó bruscamente en su silla. — ¿Qué ocurre ahora?

"Pronto volveré a tí, espero que para entonces tengas todo ese inútil papeleo y eso terminado. No hay que perder más tiempo en este planeta".

— Incluso si lo terminara para entonces, no es seguro que se me designe a algún lugar que nos beneficie.

"Descuida, de eso me encargaré yo", su voz era tétrica.

— Bien, ahora volveré a lo mío. No insistas en traerme pensamientos de esa mujer.

"¿La loca de la Morning Star? Si solo jugué con lo del reloj, es todo", Rhaast se calló por un momento, mientras hurgaba en su mente. "No me digas que has estado pensando en..."

— Ahora no Rhaast, ¿no ves que intento terminar todo para que podamos salir a matar a lo primero que se nos cruce? — parecía deseoso de hacerlo.

"Me agrada esa idea, pero no creas que olvidaré esta conversación", y se calló.

Blanco y negro (Kayn x Jinx) (Yasuo x Sona)Where stories live. Discover now