Capítulo 8

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— Señor, esta la tercera vez que revisamos la nave: no hay nadie a bordo.

— ¿Abandono alguna nave de escape la nave?

— No, señor.

— ¿Bajó algún tripulante de esa nave a nuestra nave?

— No, señor.

— ¿Desmantelaron ya esa nave?

— N-no, señor.

Kayn sujetó con fuerza la hoz que ahora llevaba a todas partes, miro impasible al incauto soldado que empezaba a sudar en frío y finalmente volvió a hablar con un tono que expresaba su dificultad de mantener la calma.

— Vuelvan a revisar todo, de pies a cabeza, y esta vez empiecen a desmantelar la nave.

— ¡Sí, señor! — Se alejó

"No te impacientes, puedo sentir que la templaria está en la nave"

El Ordinal apretó los dientes. Estaba sumamente molesto por la tardanza, quería subir el mismo a la Morning Star, pero  consideraba aquello como demasiado precipitado y además sería darles mucha mas importancia de la que merecían aquellas ratas espaciales.

— ¿Cómo es posible que no los encuentren Rhaast?

"El ora posee muchas propiedades hasta ahora desconocidas para ustedes, quizá la templaria lo esté empleando..."

— Pero a nosotros no podría burlarnos ¿me equivoco?

"Correcto".

— Bien, es suficiente, iremos ambos.

Una risa macabra le respondió. Al parecer Kayn no era el único que deseaba tener a la templaria en su poder lo antes posible.

Mientras tanto, dentro de la Morning Star, se desarrollaba un dialogo completamente diferente.

— No puedo creer que apagaras toda la nave, Jinx. — Susurró Malphite con la cara apretujada contra el vidrio de la ventana frontal del puente de mando.

— Pues será mejor que lo creas, grandullón. — Le respondió ella igualmente en susurros pero con un tono de voz excitado y alegre.

— Todo por una estúpida cara bonita.

— ¡Oye! No le digas así, él no es... — Yasuo le tapó la boca y señaló con el dedo la proximidad de algunos soldados en el puente de mando; ella rodó los ojos.

Toda la tripulación se encontraba apretujada en una de las esquinas de la estancia, Malphite contra el vidrio, Jinx a su derecha, Sona en medio y Yasuo a su izquierda, todos rodeados por los enormes brazos de Malphite. Cuándo los soldados salieron, respiraron aliviados pero continuaron apretujados.

— Jinx, si vuelves a tocar el motor mi nave sin permiso te pondré a limpiar todo lo que hagas explotar por un año entero. — Yasuo giro hacia ella molesto.

— Ay, por favor. — Jinx blanqueo los ojos e hizo un puchero.

— Sona, el que no nos vean, ¿es obra tuya? — Yauo volvió su atención hacia ella.

Sona asintió y dio a entender que aún así podrían escucharlos o tocarlos.

— Esto es genial, Sona. Sí pudieras repetirlo seguramente tendríamos explosiones invisiles y ¡armas invisibles también! Todo sería invisible y seríamos la tripulación invisible de la nave invisible y...

— Sería asombroso. — Concordó Malphite.

Sona negó con la cabeza pero ambos parecían estar más ocupados en imaginar las posibilidades infinitas que en ser realistas.

— No es tan simple, ¿verdad? — Yasuo la miraba de reojo.

Ella asintió.

— No sé que es todo esto, pero te agradezco que estés prestándonos tu ayuda para salir de este enorme klag.

Sona asintió mientras intentaba no moverse mucho para que todos pudieran conservar algo de su poco espacio personal, pero era bastante complicado, podía sentir como los brazos de Malphite la apretujaban contra Yasuo, habiendo muy poco espacio entre ambos, al punto de que su lado izquierdo tocara todo el pecho del capitán.

Alzó la vista para verificar la incomodidad general y pudo ver que Yasuo se encontraba tratando de darle su espacio igualmente, con la cara volteada hacia el techo para que sus rostros no estuvieran cerca y moviendo solamente los ojos se mantenía lo más quieto posible y pretendía no sentir sus cuerpos apretujados. Pese a todo su apariencia denotaba tranquilidad, ni siquiera estaba nervioso o sonrojado.

De pronto todos escucharon pasos dirigiéndose al puente de mando. Sona se puso rígida,  abrió más los ojos y frunció los labios.

— Es él. — Yasuo leyó sus pensamientos. Todos se separaron, sin que fuera necesario que Sona les dijera sabían que era inútil seguir escondidos.

Nadie tuvo tiempo de reaccionar. La puerta automática se deslizó y Kayn entro tranquilamente seguido de dos mecaluchadores bien armados, volteó sin rodeos en su dirección, confirmando así que podía verlos. El ambiente se puso pesado y algo inquietante en cuando la hoz salió de debajo de sus ropajes.

Sona contuvo el aliento, Yasuo aferró la empuñadura de su espada, Malphite apretó los puños y Jinx se dirigió hacia el Ordinal dando saltitos de alegría.


Blanco y negro (Kayn x Jinx) (Yasuo x Sona)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora