Capítulo 36

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Sona observó con tranquilidad la pulcritud de su celda blanca, no sabía que hora era exactamente, pero calculaba que era de madrugada.  No le sorprendía estar despierta a esas horas, ¿cómo podría dormir si sabía que finalmente él estaba allí? ¿a qué se debía su presencia? Era obvio pensar que la hoz había despertado su curiosidad, por así decirlo, ¿pero por qué tomarse la molestia de ir más allá?

De pronto las luces fallaron un poco, fue sólo un par de parpadeos, y la figura de un hombre con armadura dorada apareció en medio de la celda luego del ultimo. Ella se quedo inmóvil mientras ambos se observaban, o al menos eso parecía.

Sabíamos que estabas aquí.

Sona frunció el cejo con cierta tristeza y asintió. Por más que intentara ver a Zed como la amenaza que ahora era, simplemente no podía. El solo verlo le traía innumerables recuerdos de viejos tiempos: cuándo los dos servían fielmente a la orden de los Templarios para proteger con nobleza el ora, las horas de entrenamientos juntos, las conversaciones que habían tenido y las sonrisas que compartieron cual cómplices cuándo los dos escucharon al ora por primera vez.

Zed se paseó un poco por la celda, intentando oír mejor lo que el ora podría estar susurrando a Sona pero las voces en su cabeza eran ensordecedoras: "¡se ha vuelto débil, matémosla!", "¡Sona nos guiará!", " estas sólo", "¡el portal de Ora está mas cerca que nunca!", "¿quién eres ahora?", "¡cumple tu misión!". Sacudió la cabeza.

La joven notó su dilema y sintió el dolor que él ya no podía sentir; hizo amague de acercarsele, pero frenó su impulso. ¿Qué era Zed ahora? Era la primera vez que ambos se encontraban desde aquel fatídico día en el que los dos habían recibido sus respectivas misiones y cada uno había partido para cumplirla, y pese a eso, lo había reconocido apenas lo vio parado en la celda.

Ahora el dolor que ella sentía era el suyo propio. Había oído rumores en la orden que decían lo que le había pasado a Zed, la forma en que había fallado y las consecuencias que tuvo eso en su mente y cuerpo *; ella se había negado a creerlas hasta ese preciso momento, pues Zed y ella habían sido amigos muy cercanos o puede que algo más... pero ninguno de los dos se había detenido a pensar demasiado sobre ello, debían servir a los Templarios y salvar el ora. Ahora debía centrarse en el presente.

— ¿Qué deberíamos hacer contigo?

Ella miró su rostro y tuvo la certeza de hacer contacto visual. Zed desvió el rostro rápidamente.

Vemos que sigues tan devota a los Templarios como siempre, abre los ojos: el ora nos ha mostrado el camino correcto, nuestro camino en el universo. Estamos seguros que puede mostrarte el tuyo también.

Sona se puso de pie bruscamente, dio dos pasos hacia el y movió los ojos de forma perspicaz, mirándolo fijamente.

— ¿Así que  insistes en cumplir la misión que claramente fallaste? Bien, es tu decisión.

Sona se alegró un poco al notar que él aún podía interpretar sus gestos y miradas tan fielmente como si hablara en voz alta.

Él le dio la espalda y todo quedó en silencio por unos breves instantes. De pronto, la joven sintió un agarre brusco en sus mejillas: Zed estaba delante suyo con ambas manos sujetando sus mejillas y con su rostro casi pegado al suyo.

— Al igual que es mi decisión obligarte a abrir tus ojos a la verdad.

Ella movió sus manos rápidamente, intentando provocar una descarga de energía azul, pero Zed fue más rápido y sujetó sus muñecas con una sola mano, obligándola a bajar los brazos y acercar aún más su rostro. Los ojos de Sona transmitían pánico y confusión al tiempo que se miraba a sí misma reflejada en el caso de Zed.

Blanco y negro (Kayn x Jinx) (Yasuo x Sona)Where stories live. Discover now