Capítulo 302

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Dulce María regresó a México antes de lo planeado, cambiando su billete para la mañana siguiente tras una nueva noche de insomnio en aquel hotel de Bogotá. Christopher lo haría una semana más tarde, pues aunque pretendían evitarse por todos los medios, lo que no podían evitar era aquel concierto cuyo contrato habían firmado meses antes, y en el que aprovecharían para promocionar sus primeros sencillos.

Ella había llegado a Puerto Vallarta la noche anterior, él acababa de aterrizar en el Aeropuerto Internacional Licenciado Gustavo Díaz Ordaz. Esa misma tarde actuarían en el malecón de la ciudad, en espacios separados, a horas distintas. Sin duda, el destino se había puesto de su parte, o no...

Llegada la noche, la joven había quedado a cenar con uno de sus representantes, Luis Luisillo, quien la había acompañado en aquella actuación. El mismo que había amañado aquel encuentro entre dos personas que de cara a la galería no deseaban verse, aunque de puertas para adentro sus sentimientos fuesen bien diferentes a los que mostraban a amigos y familiares... ¿Por qué ahora intentaba reunir a dos personas a las que tantas piedras había tirado en su camino? Ni él mismo lo podía explicar. ¿Culpabilidad, quizás? Quién sabe...

Dulce y Luis ya salían de su hotel, caminando hacia uno de los restaurantes situados en el malecón en el que la muchacha había actuado apenas un par de horas antes, y en el que su representante ya había reservado mesa para tres, a espaldas de uno y otro.

A escasos metros del lugar, la pelirroja observa una figura que se le hace francamente familiar, haciendo que su corazón multiplicase sus latidos a cada paso que daba, sintiendo las primeras mariposas en su estómago, viendo cómo sus manos comenzaban a sudar, cómo su garganta se quedaba seca...

Su estupor fue aún mayor cuando Luisillo se acercó a saludarlo, instándolos a sentarse en una de las mesas situadas en aquella terraza con vistas al Océano Pacífico.

- Ya, no me miren así... Lo confieso, es una encerrona en toda regla. Pienso que aún tienen asuntos que resolver, y nada mejor que comenzar con una cena agradable entre viejos amigos; sonreía el hombre, observando las caras de estupor de aquellos pupilos que aún asimilaban aquel encuentro inesperado.

- Salúdense, por lo menos...; insistía el productor, haciendo que Dulce y Christopher se regalasen un tímido beso en sus cachetes que acabó por trastocar aquellos corazones que no habían logrado olvidarse.

Tras una cena colmada de incómodos silencios con suspiros que decían más que cualquier conversación...

- ¿Qué les parece si nos tomamos la última? Me hablaron muy bien de una coctelería situada a pocas cuadras de aquí...; proponía Luis, intentando que el alcohol que estaban a punto de ingerir ablandase la coraza con la que aquella pareja se había cubierto para evitar sufrir más, una vez más.

Ambos aceptaron sin muchas ganas, caminando a uno y otro lado del productor que los acompañaba.

- Un gin-tonic...; pedían Dulce y Christopher al unísono, despertando en ellos una sonrisa cómplice que no hizo más que aumentar aquel reconcome que invadía sus cuerpos.

Tres copas después y tras algún que otro empujón insistente por parte de su mánager, los tres permanecían pegados a aquella barra, disfrutando de la música que se escuchaba en aquel local.

Era el turno de "Love the way you lie", aquel feat entre Eminem y Rihanna que tan bien describía su relación, aquella canción con la que ella tanto se había martirizado durante sus noches de insomnio, y que ahora la haría abandonar aquel local con los ojos bañados en lágrimas. Él salió tras ella, con el corazón encogido. Al fin y al cabo, Dulce seguía siendo su debilidad, y no estaba preparado para verla llorar...

- ¿Estás bien?; preguntaba Christopher, frenándola entre la multitud.

- You ever love somebody so much you can barely breathe...; decía Dulce María fijando sus ojos en los suyos, parafraseando aquella canción, abrazándose a él mientras su lágrimas ya mojaban su camisa.    

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora