Capítulo 233

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El viaje a la Colonia Condesa había transcurrido en profundo silencio. Dulce lo miraba confundida. Christopher seguía con su vista clavada en la carretera.

Al cerrar la puerta de su departamento...

- Aceptarás el papel, ¿verdad?; preguntaba el joven toscamente mientras sacaba un refresco del refrigerador y se echaba sobre uno de los sofás del salón.

- No sé...; suspiraba la muchacha, sentándose frente a él sobre una pequeña mesa de madera.

- Sí, supongo...; respondía la chica ante la mirada inquisidora de su pareja.

- ¿Por qué hablas de sueños si tú no luchas por los tuyos?; insistía el greñudo sin ningún miramiento.

- ¿Qué?; rebatía ella sin comprender a qué se refería.

- Ambos sabemos lo que pretenden hacer con RBD. Eres perfectamente consciente de que el final no tardará en llegar. Y tú siempre me has hablado de tu sueño de ser solista...; continuaba él, esta vez de manera mucho más tierna.

- Lo sé, pero sólo sería retrasar mi sueño por unos meses...; suspiraba la pelirroja envuelta en un mar de dudas.

- Y si al terminar la novela Pedro te propone un nuevo proyecto, ¿lo aceptarías?; la cuestionaba Uckermann.

- Él no haría eso...; exhalaba Dulce.

- Si lo hizo una vez...; rebatía el joven.

- Es Pedro, le debemos mucho...; suspiraba la muchacha.

- Él nos abrió muchas puertas, es cierto. Pero nosotros le aumentamos considerablemente la cuenta bancaria con nuestro esfuerzo y mucho sacrificio. No le debemos nada; decía el chico realmente molesto.

- Tú no vas a aceptar, ¿verdad?; era ahora la pelirroja la que preguntaba.

- No; sentenciaba él.

- ¿No lo harías por mí?; pedía ella mirándolo con ojitos de cordero degollado.

- ¿Tú renunciarías por mí?; rebatía el greñudo.

- Prométeme que lo pensarás al menos...; rogaba Dulce.

- Prométeme que tú lo harás también...; imploraba Christopher.

- Deberías pensar en ti y en tus sueños. Ni en mí, y mucho menos en Pedro. Es tu vida, lucha por lo que de verdad quieres; la aconsejaba su novio mientras las dudas la seguían carcomiendo por dentro.

- Ven aquí, seguro que se nos pasa el enojo con unos buenos apapachos...; pedía Uckermann tendiéndole su mano, haciendo que se tumbase sobre él en aquel sofá que ya se les quedaba pequeño y del que terminaron por caerse durante su particular guerra de cosquillas.

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora