Capítulo 297

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Christopher, henchido de coraje, se despidió de los productores que lo habían invitado a aquella fiesta que se tornó en funeral tras ver las fotografías de su aún novia en brazos de otro hombre. Una vez más, sus supuestos amigos, habían tergiversado la realidad a su santo antojo.

Tan pronto como cerró la puerta de su habitación, llamó a Dulce María, aunque ésta nunca contestó. Una y mil conjeturas rondaban por su cabeza, y éstas no cesaron cuando un nuevo mensaje llegó a su celular...

Unos minutos antes, en la Ciudad de México...

- Mi amor, ya todos los invitados se están yendo. ¿Te importa quedarte hasta que se vayan los últimos? Es que me quiero quedar a dormir, y bueno...; pedía Laura en un susurro.

- Sí, está bien...; aceptaba Dulce María gentilmente.

Mientras, en Bogotá...

- «Fuimos los últimos en abandonar la casa de Carlos Loret, ¿y adivina quién era la única que quedaba junto al anfitrión? Le perdonaste lo de Pepe Madero, ¿esto también se lo vas a pasar? Christopher, nosotros intentamos que abras los ojos, pero tú eres el único que puede tomar decisiones...»; leía el joven en su teléfono.

Dulce María seguía sin atender su celular, y la llamada que él hizo a sus amigos no hizo más que aumentar su estado de nerviosismo, su desconfianza hacia ella. Tras escuchar las falacias de aquellos malnacidos, Uckermann decidió pasear por los jardines de su hotel, intentando aclarar sus ideas...

- Buenas noches, un pajarito me dijo que andarías por aquí...; se escuchaba una voz femenina a su espalda.

- ¿Qué haces aquí?; preguntaba el muchacho realmente sorprendido.

- Me quedé preocupada, y bueno, engañé a Carol para descubrir en qué hotel te hospedabas...; sonreía Marian tiernamente.

- Estoy bien, de verdad...; mentía el chico.

- Tus ojos me dicen lo contrario. ¿Qué ocurre? Puedes confiar en mí...; insistía la mujer, paseando su mano por la espalda del greñudo.

- No digas nada... Mal de amores, ¿verdad?; lo cuestionaba aquella actriz.

- Sí...; suspiraba Christopher, asintiendo fehacientemente.

- No sé qué haya ocurrido, pero ninguna mujer merece tus lágrimas...; decía Marian, abrazándolo tiernamente, secando las lágrimas que ya caían por su rostro.

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora