Capítulo 218

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Sintiendo que está a punto de venirse, Christopher se levanta de aquella tumbona, haciendo que las piernas de Dulce María se entrelacen a su cintura, caminando sobre la cubierta de Perséfone, el yate de su amigo Andrés. Tras unos cuantos traspiés ante la necesidad de amarse, torpemente la tumba sobre la proa de aquel barco, agarrando y separando sus muslos con la única intención de introducirse en su interior. La pelirroja no pone ningún tipo de impedimento, y el joven la penetra suavemente hasta llegar al fondo de su cavidad. Poco a poco sus embestidas aumentan de magnitud y su ritmo se acelera de manera considerable, manteniéndose así durante un buen rato: gimiendo, rozándose, disfrutándose...

Sin poder evitarlo, los músculos de la chica se contraen instintivamente, mientras un gran espasmo la atraviesa de pies a cabeza, sintiendo el placer que únicamente ese hombre le podía ofrecer. Uckermann, mientras tanto, se enloquecía el ver cómo se retorcía esa mujer bajo su cuerpo y una sádica idea se le pasó por su mente, haciendo de aquel momento uno mucho más... ¿excitante? Por lo que parecía, Acapulco se convertiría en el lugar de las primeras veces.

Sin meditarlo demasiado, Christopher salió de su interior, agarrando su verga, eyaculando sobre los pechos de su novia, quien permanecía extasiada sobre la cubierta de aquel yate.

- ¿Te ha molestado, mi amor?; preguntaba el muchacho preocupado cuando ambos volvían en sí.

- Lo único que me molestará será que no continuemos con esto...; respondía ella sugerentemente.

- Pero...; titubeaba el joven recuperando el aliento.

- Pero nada, quiero repetir lo de ayer; decía Dulce, rozándose sensualmente contra su cuerpo.

- Tus deseos son órdenes para mí...; susurraba Uckermann en su oído, tomándola por las caderas, dejándola a cuatro patas sobre la proa de aquel yate.

Dulcemente besa y lame su trasero procurando no hacerle daño, mientras sus dedos juguetean con los flujos que aún permanecían en su vagina. Ambos se excitan más y más tan sólo con imaginar lo que estaba a punto de suceder... Agarrando sus caderas, Christopher la penetra con extrema suavidad, aumentando la fuerza y la velocidad de sus embestidas, acompasadas con los gemidos agudos que le ofrece su novia, hasta llegar a un nuevo orgasmo que hace que regresen las contracciones y los espasmos mientras sus fluidos se entrelazan una vez más...

- Me quedaría así de por vida...; susurraba Dulce María dejándose caer sobre la cubierta de Perséfone, haciendo que su novio quedase sobre ella.

- Hagámoslo...; rebatía Uckermann recuperando el aire mientras le ofrecía tiernos besos y dulces caricias.

Minutos después...

- ¿Qué es ese ruido?; preguntaba la pelirroja visiblemente nerviosa.

- ¡La lancha de Andrés!; gritaba el greñudo, levantándose de golpe, buscando la ropa que habían esparcido sobre aquel yate.

- ¿Ya? Si apenas hemos estado un par de horas...; decía ella sorprendida, vistiéndose rápidamente.

- Eso es lo que tú te crees. ¡Han pasado cuatro!; carcajeaba el joven.

- Sólo espero que su fantasía haya quedado cubierta; comentaba sensualmente la muchacha acercándose a su novio.

- No sabe usted cuanto señorita, pero le prometo que tendrá surecompensa...; rebatía el chico en un susurro.

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora