Capítulo 224

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Desnudos y relajados, Dulce y Christopher permanecían abrazados bajo el cielo estrellado de Acapulco. El sonido del mar se acompasaba a sus respiraciones mientras la luna llena era la única testigo de su amor...

- Te amo...; suspiraba la joven sobre su pecho.

- Y yo a ti...; reafirmaba el muchacho, sellando su amor con un largo y tierno beso.

Minutos después, y sin previo aviso, el chico tomó a su novia por sorpresa cuando la llevó en brazos hacia el mar que se encontraba frente a ellos, adentrándose en aquella agua salada, ignorando los gritos de la pelirroja, que se acompasaban a sus carcajadas mientras se dejaban caer al vaivén de las olas.

Aún en el interior del Océano Pacífico, Uckermann la tomó de la cintura, mientras ella se aferraba a su cuello, enfrascándose en un largo y húmedo beso que disfrutaron en la inmensidad del mar. Sin dejar de besarla, el greñudo la cargó y la posó en la orilla, junto a la barca que habían asaltado horas antes. Dulce María pudo comprobar cómo la arena se clavaba en su espalda mientras su pareja permanecía sobre ella, entreteniéndose con sus pechos voluminosos, pasando de uno a otro con sus manos, con su boca, con su lengua... La pelirroja, incapaz de contenerse, clavaba sus uñas mordisqueadas sobre la espalda del greñudo, emitiendo agudos gimoteos al sentir sus dientes sobre sus pezones endurecidos, gemidos que aumentaron de intensidad al sentir cómo la lengua de su novio descendía por su vientre con la única intención de explorar la zona más íntima de su ser.

- Metámonos al mar...; suplicaba la mujer sintiendo la necesidad de tenerlo dentro de sí.

Cumpliendo con sus deseos, Christopher la tomó en brazos, caminando a trompicones hacia el agua que ya los estaba esperando. Ella se aferraba a su cuello, él sostenía sus nalgas turgentes, elevándolas hasta dejar su vagina a la altura de su verga, subiéndola y bajándola sobre su pene endurecido en embestidas cada vez más fuertes. Dulce, por su parte, cabalgaba como amazona experta sobre su miembro hasta llegar al orgasmo que tanto anhelaba, sintiendo escalofríos cuando lo logró, ahogando sus gritos en la profundidad del mar.

Cuando sus músculos se relajaron, y sin salir de su interior, Uckermann la llevó nuevamente a la orilla en la que minutos antes había saboreado su piel, tostada después de estos días de arena y sol. Sin ningún tipo de sutileza el joven la tumbó sobre la arena mojada, embistiéndola con fuerza y rapidez una y otra vez, dando profundas arremetidas hasta que juntos llegaron a un orgasmo profundo que se transformó en mil y un espasmos que recorrían sus cuerpos humedecidos. Y así, tumbados sobre una playa acapulqueña, permanecieron unidos durante unos minutos, sintiendo cómo la respiración se acompasaba, cómo los latidos de su corazón perdían fuerza...

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora