Capítulo 301

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Cuatro horas y media después, Dulce María aterrizaba en el Aeropuerto Internacional El Dorado, donde tomaría un taxi que la llevaría a un hotel situado a escasas calles de aquel en el que se hospedaba su... En el que Christopher se alojaba.

Había movido sus contactos, y ya conocía el lugar en el que el greñudo grabaría la mañana siguiente. Aprovecharía la hora del almuerzo para aclarar todos aquellos asuntos que aún estaban en el aire...

Tras una nueva noche de insomnio, la pelirroja, a eso de las doce del mediodía ya salía de su hotel, dirigiéndose al Parque Metropolitano Simón Bolívar, allí donde Uckermann estaba filmando algunas de las escenas de su serie de ficción.

Durante un tiempo, la muchacha lo observó en silencio desde un banco solitario situado a unos cuantos metros de aquel improvisado set de grabación. Al ver como el director de Kdabra daba por concluidas las filmaciones de la mañana, Dulce, hecha un mar de nervios, caminaba entre aquellos viandantes, dispuesta a luchar por él. Sin embargo, una escena tan real como su amor por él, la hizo pararse en seco...

Aunque Dulce María no podía escuchar nada de lo que allí se decía, sus ojos ya estaban abiertos de par en par...

- ¡Sorpresa!; reía alguien mientras tapaba la vista de Christopher.

- Marian...; comentaba el joven, saludándola con un beso en el cachete.

- Tenía la mañana libre y pensé que sería buena idea hacerte una visita de cortesía. ¿Qué tal te encuentras?; preguntaba la muchacha alegremente.

- No demasiado bien, por suerte el trabajo me mantiene distraído buena parte del tiempo. El resto... No puedo dejar de pensar en ella...; suspiraba el chico.

- Todo irá bien. Poco a poco la irás olvidando. La distancia también te ayudará...; decía Marian antes de fundirse en un tierno y largo abrazo.

Cuando la española aún lo acogía entre sus brazos...

- Supongo que a esto te referías cuando me decías que ya sabía qué había hecho. Confiar en ti, ciegamente, eso fue lo malo que hice...; chillaba Dulce María, sacando aquellos lentes de sol, clavando sus ojos llorosos en aquel hombre que la miraba totalmente descolocado.

- ¿Qué haces aquí?; preguntaba Uckermann con la voz temblorosa.

- Luchar por algo que para ti, por lo que veo, ya está muerto...; rebatía la joven duramente.

- No fui yo el que clavó el primer puñal...; contestaba el muchacho con fina ironía.

- ¿Puedes dejar tu sarcasmo barato y explicarme qué demonios he hecho para que te comportes así conmigo?; gritaba la chica henchida de coraje.

- Carlos Loret de Mora. ¿Te suena de algo? Sé que últimamente son muy buenos... amigos; explicaba Christopher mostrando su enfado.

- ¡Por Dios! Fui con Laura a una fiesta que ofrecía en su casa. Me marché a mi departamento tan pronto como terminó. Ni siquiera lo he vuelto a ver... ¿Quién te llenó la cabeza de pájaros? ¿Los mismos que te mandaron mis fotos con Pepe Madero? ¿En dónde ha quedado eso de confiar el uno en el otro ante todo? Qué decepción Chris, qué decepción...; respondía Dulce María a las insinuaciones de aquel hombre que tenía enfrente y que apenas reconocía.

- ¿Confianza? ¿Me hablas tú de confianza? Vete con él, con él y mil más, ya da igual... Estoy harto Dulce, muy harto. Harto de ser tu muñequito de plástico con el que juegas a tu antojo, harto de ser el que se cree todas tus mentiras, harto de todo y de todos... Ojalá encuentres a alguien a quien amar de verdad...; suspiraba Christopher, despidiéndose de ella, quien aún shockeada por aquellas palabras, apenas notó aquel beso en la mejilla que él le ofreció antes de dar media vuelta y alejarse entre aquellos caminos.

Dulce María, asumiendo lo ocurrido, se desplomó sobre aquel banco que había ocupado minutos antes, sumiéndose en un llanto incontrolable cuando comprendió que aquel era el fin de su relación.

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora