Capítulo 239

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Los gritos seguían escuchándose en aquel cuarto de un importante hotel porteño...

- Dulce, tú eres una persona que siempre va con la verdad por delante. ¿Crees que está bien empezar tu carrera en solitario con esta mentira?; insistía Christopher sin desistir de su enojo.

La joven seguía sentada sobre aquella cama, sin decir nada, incapaz de mirarlo a los ojos. Se sentía realmente perdida. No sabía si su decisión había sido fruto de su gratitud hacia Pedro, de la rabia que aún sentía porque él no hubiera aceptado el papel de Mauro o si realmente estaba ilusionada con su participación en la novela. Lo único que sabía era que tenía miedo, miedo de lo que sucedería en las próximas semanas, miedo de perderlo a él.

- Sólo serán unos meses...; titubeaba la muchacha intentando convencerse de que todo iría bien.

- ¿Y tú piensas que podrás soportarlo?; insistía el chico rebajando el tono de sus palabras.

- Sólo si tú estás a mi lado...; suspiraba la pelirroja levantándose de aquella cama, parándose frente a él intentando tomar sus manos.

- ¿Pensaste en mí cuando firmaste la cláusula de ese contrato?; rebatía él apartándose de su novia.

- Más de lo que piensas, pero no sabía cómo decírtelo, cómo te lo ibas a tomar...; respondía la pelirroja siguiendo sus pasos en aquella habitación.

- ¿Cómo pretendes que me lo tome, Dulce, cómo? Yo no creo que pueda con todo esto...; se sinceraba Uckermann volviendo a los gritos que cesaron durante unos segundos.

- Pero sabes perfectamente que nada de lo que veas en las revistas será real. Yo sólo te amo a ti...; contestaba ella buscando su abrazo.

- Necesito tomar el aire y asimilar todo esto...; decía el joven agarrando el pomo de la puerta.

- ¿Te vas a ir?; preguntaba la muchacha sin asimilar lo que veían sus ojos.

- Sí...; respondió el chico toscamente, dando finalizada la conversación con un duro portazo.

Christopher pasó la tarde entre las calles bonaerenses, disfrutando del invierno argentino, tan o más helado que su trastocado corazón. Dulce no salió de aquella habitación en la que todo le recordaba a él. Intentó leer, pintar, escribir..., pero con nada podía entretenerse sin que su novio llenase sus pensamientos a cada segundo.

La noche llegó y él aún no había aparecido. Mientras Christopher disfrutaba de un concierto acústico en un pequeño café de Buenos Aires, Dulce María daba vueltas en su cama, incapaz de conciliar el sueño tras una de las peores tardes de su vida.

Pasaban de las dos de la madrugada cuando escuchó cómo aquella puerta se abría de nuevo. La muchacha dejó la almohada a la que se abrazaba, dando media vuelta sobre aquella cama en la que ya fingía dormir. Tras unos segundos, sintió su olor, sintió cómo su brazo se aferraba a su cintura, sintió sus labios sobre su mejilla, lo sintió a él...

- Podremos con todo. Estaré a tu lado porque te amo...; susurró Christopher besándola de nuevo. 

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora