Capítulo 273

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Pocos minutos pasaban de las diez de la noche cuando Dulce y Christopher llegaron a Tlacotalpan, donde ya los esperaba Pedro Damián y Luis Luisillo para ofrecerles las primeras indicaciones en una cena un tanto tensa...

- Buenas noches, chavos; saludaban alegremente aquellos hombres.

- Buenas noches; respondían ellos sin muchas ganas.

- Mientras nos atienden, les traigo una buena noticia: Ya no serás la novia de Pablo por un tiempo, aunque luego tendrás que regresar con él hasta el final de la novela; informaba el productor.

- Además, Christopher se quedará en Tlaco unos cuantos días. Ya hemos hablado con la prensa y no les molestarán... Para que luego digas que somos los malos, Dulcecita; continuaba el hombre que a su lado se sentaba, emitiendo una sonora carcajada.

La cena transcurrió sin demasiada conversación. La pareja aún estaba molesta y dolida con aquellos hombres en los que habían confiado, y que le habían demostrado que no buscaban ese bien del que tanto hablaban.

Un par de horas más tarde, ya compartían habitación en una calurosa noche en Tlacotalpan.

- Mañana tenemos llamado de tarde, podemos aprovechar la noche...; gruñía Uckermann, manoseando las nalgas de su novia.

- No es que podamos, es que debemos aprovechar la noche, y la mañana...; respondía ella sugerentemente, entrelazando sus piernas a su cintura, sus brazos a su cuello.

Así lo hicieron, y aceptando la proposición de la pelirroja, apenas durmieron unas cuatro horas de manera intermitente. Se levantaron poco antes del mediodía, compartiendo una ducha deliciosa antes de degustar el almuerzo que pidieron al room service. ¿Para qué bajar al comedor si podían compartir momentos en la intimidad de su cuarto?

Comenzaban a grabar en torno a las cuatro de la tarde, pero un par de horas antes ya se habían subido a las camionetas que los llevarían al set. Por supuesto, lo harían por separado. De cara a la galería, Dulce y Christopher no se habían visto desde la separación de RBD, y aquel reencuentro había despertado a una multitud de fans y paparazzis que los esperaban ansiosos.

Él estaba feliz, ella estaba feliz, nada ni nadie importaba. No podían evitar mirarse en la distancia, aunque pronto encontrarían momentos para compartir detrás de aquellas cámaras de grabación, frente aquellos flashes que los enfocaban a cada segundo.

Dulce no cabía en sí de amor. Sabía que él lo hacía por ella: se enfrentaba a los comentarios, a las críticas, al qué dirán, a las objeciones de aquellos productores que ahora sacaban partido de su visita... Por ella, sólo por ella.

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora