Capítulo 256

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La luna llena iluminaba aquella noche mágica, su última noche. En unos minutos, serían las luces del escenario las que iluminasen las sonrisas y lágrimas de aquellos fans que ya los esperaban para escucharlos por última vez...

Los RBD ya se encontraban sobre el escenario, listos para que se bajase el telón que los separaba de su público. Se miraron los unos a los otros con una sonrisa más triste de lo habitual. Sabían que ya no había vuelta atrás.

Tras casi una hora de actuación, era el turno de la decimotercera canción que interpretarían esa noche tan especial. En muchas culturas el número trece se asocia a la mala suerte. ¿Sería éste un indicio sobre lo que ocurriría en los próximos meses?

Los primeros acordes de "Este corazón" ya se escuchaban en aquel Palacio de los Deportes repleto hasta la bandera, donde las voces de unas 15000 personas ya acompañaban a la de Christopher, quien permanecía parado sobre aquel escenario, agarrando una sábana blanca que tomaba forma de pancarta, interpretando su canción más esperada.

Tan pronto cómo escuchó la voz de Dulce María, el joven se giró, dejando caer aquella pancarta sobre su hombro, avanzando hacia ella, quien se acercaba tímidamente, conviviendo con una colonia de mariposas que se agolpaba en su estómago a sabiendas de lo que estaba a punto de ocurrir.

Christopher le canta, sabe que es a ella. No pueden dejar de mirarse a los ojos. Lentamente se aproximan, cada vez están más cerca. Ella lo agarra por los hombros, él la toma de la cintura. Sus ojos se clavan en sus labios, esos que estaba deseando probar una vez más.

Sin pensarlo, el muchacho echó su vista al cielo, luego a aquel público que ya los aclamaba. Suspiró, conociendo perfectamente las consecuencias de lo que estaba a punto de ocurrir, agarrando el mentón de la pelirroja. Necesitaba tenerla cerca suya, no podía dejarla escapar. Y sin más dilación, la besó. La besó como se besa a alguien a quien se ama, cerrando sus ojos, perdiéndose en el sabor de sus labios. Era feliz, nada importaba. En aquel instante, el mundo dejó de existir, sólo existían ellos dos.

Y tras unos segundos, una sonrisa tímida y cómplice salió de sus labios, sonrisas incapaces de callar los gritos que allí se escuchaban, incapaces de silenciar la carcajada que a su lado se le escapó a Alfonso, quien no estaba al tanto de lo que ocurriría sobre aquel escenario y que, con cara de estupefacción, aun no daba crédito a lo que acababan de ver sus ojos.

La canción siguió su curso, ahora era el turno de Anahí y Poncho, quienes se perdían en tiernos abrazos que hacían sospechar a propios y extraños sobre lo que allí ocurría. Sin duda, lo que habían presenciado segundos antes, no estaba planificado, y los primeros rumores ya saltaron en la red...

Mientras, a Dulce y Christopher nada parecía importarles. Él la arropaba, ella se dejaba querer en sus brazos, acurrucada en su pecho. Y ahí se quedaron, queriéndose, amándose, aguardando la estocada que ya les esperaba detrás de aquel escenario en el que ya se apagaban las luces.

2.2. Before the moon... (2)Where stories live. Discover now